Capitulo 12.-

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Tarde había comprendido Sparta que viajar significa llevar ropa, y aunque solo se ausentaría dos días, ropa significaba maleta, con la cual no disponía debido a que nunca había pensado viajar. Así que había escogido un cambio de ropa común, un traje que le había comprado Trolli y un esmoquin para una fiesta de noche - que también le había comprado Trollino- esperaba poder plancharlos en el hotel puesto que ahora tendría que transportarlo todo en la mochila del instituto.

Solo llevaba los zapatos deportivos blancos que llevaba puestos y zapatos formales - los cuales no había podido introducir a la mochila y los llevaba en mano- Sparta esperaba que Trolli llevara un espacio extra en alguna de sus maletas o quizás simplemente los lanzaría dentro del maletero del avión. Trolli había dicho que volarían hasta Orlando.

La mañana del día siguiente parecía avecinar lluvias, el aire húmedo del ambiente había provocado preocupación excesiva en su tio Rius quien había caminado hasta el edificio junto con Sparta para despedirlo. Trolli le había pedido permiso y le había dado una carta de justificación para la escuela de su sobrino, pero el estómago se le hacía un nudo al pensar en el menor viajando sólo.

Trolli parecía preocuparse por él, pero al fin de cuentas su prioridad claramente no podía ser la seguridad de su sobrino.

Trolli rió con ternura al ver la maleta improvisada del chico. De manera inesperada Sparta abrazó al empresario como saludo. Ambos se paralizaron, Sparta había hecho aquello sin pensar, sin que la acción llegara a su cerebro.

Rius los veía, demasiado preocupado por el viaje como para notar esa muestra de afecto inapropiada. Ambos se separaron y Trolli le quitó la mochila y se la dio a uno de sus asistentes.

—Por favor Sparta— pidió Rius con el corazón en la mano— mantén el celular prendido, cuando lleguen a Orlando me mandas mensaje, cuando lleguen al hotel me mandas mensaje, si necesitas algo me mandas mensaje, cuando te vayas a dormir...

—Te mando mensaje, lo sé Rius— el mayor  se acercó con dulzura a Sparta, lo abrazó y besó su frente.

—No, cuando vayas a dormir me llamas, no podré dormir si no escucho tu voz ¿De acuerdo?

—Gracias tio Rius— respondió el menor, sabiéndose afortunado de tenerlo.

Sparta subió al auto y Trollino se quedó con su tio.

—No se preocupe, cuidaré de su muchacho, y me aseguraré de que lo llame antes de dormir y de que le mande mensaje al despertar.

—Gracias Señor Javier, me alegra que Andrés salga de esta ciudad. Gracias por considerarlo. Sé que lo va a cuidar, o me encargaré de derrumbar su edificio.

Lo último era broma, ¿o no? Quién sabe, Rius quería a Sparta como si fuera su hijo, y de ser necesario rompería su edificio ladrillo por ladrillo.

Trolli se despidió y subió al auto con Sparta, quien se notaba emocionado. Comenzó a conducir por las calles de la ciudad dejando atrás la urbe conocida

A los pocos kilómetros Trolli ya había advertido la velocidad. El ligero ronroneo del automóvil había acunado al menor, quien cayó dormido a los segundos de haber partido.

Trolli se preguntó a sí mismo qué tan bien estaba gestionando su relación con Sparta, porque sí, era una relación, una relación fundamental en una promesa que había hecho hace años... Odiaba pensar en ello.

La respiración del menor era tranquila y constante, Trolli se preguntó si el chico era como los perritos; sólo dormía con quienes se sentía seguro. De ser así, significaba que no estaba haciendo un mal trabajo, no mientras el chico continuará sintiéndose seguro a su lado, mientas no le faltara nada.

Azúcar en el Infierno •|SPARLLINO|•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora