Capitulo 6 "Decision"

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El motor del Flamingo arrancó con un estruendo, y salieron del puerto a toda velocidad. El agua que salpicaba impedía la visibilidad desde la cabina, de modo que Seiya puso en marcha los limpiaparabrisas, y le pidió a Serena que permaneciera cerca para que pudiera oírla.

—Hay un rollo de cuerda en el armario que tienes a tu espalda. Cógelo. Puede que lo necesitemos.

Serena obedeció.

—¿Se puede saber qué está pasando? ¿Quién está en peligro?

—Big Duncan. Pesca langostas. El Starlin es su barco, y si se ha dirigido a Seven Needles puede tener problemas. Tardaremos diez minutos en llegar, y espero que no sea demasiado tarde, porque no sabe nadar.

Serena lo miró, pensativa. Estaba en completa tensión, bien aferrado al timón del barco. Su aspecto de marino curtido parecía indicar que estaba dispuesto a navegar hasta el mismísimo infierno llevándola consigo. Se apretó contra él para llamar su atención.

—¿El Starlin no lleva radio a bordo?

—No, ya te lo he dicho. Sólo es un bote.

Serena quería preguntar algo más, pero no lo hizo. Sabía que en poco tiempo obtendría una respuesta. Si cuando llegaran no veían rastro de ningún navío, ni restos de un naufragio, la advertencia de Setsuna sólo habría sido el producto de una mente enferma. Pero si lo encontraban, la cosa sería muy distinta.

Seiya fue el primero en divisar la embarcación. Serena contempló las enormes olas que batían las rocas de la costa. Un hombre vestido con una gabardina amarilla intentaba mantener la embarcación a una distancia prudencial de los acantilados, remando desesperadamente.

—Se le ha debido averiar el motor —comentó Seiya—. No va a resultar fácil rescatarlo. Tendré que acercarme a él por la popa, o la cuerda podría enredarse en nuestra hélice.

Seiya colocó el barco en posición y dio marcha atrás. El barco avanzó
lentamente. El ruido disminuyó en parte, de modo que aprovechó para explicarle la
situación.

—No puedo dejar el timón, porque la corriente nos arrastraría hacia las rocas.
Es imposible acercarse más —añadió, mirándola con detenimiento—. Tendrás que
hacerlo tú. Espero que no vayas a hacer algo tan estúpido como caerte por la borda...

—Haré lo que pueda. Guárdate los comentarios sarcásticos y dime qué debo
hacer.

—Toma la cuerda y átala a popa. Cuando lo hayas hecho, lánzala para que Duncan pueda amarrarla a la proa del Starlin.

—Muy bien. No te preocupes. Sabré cuidarme. —Pues deja de hablar y hazlo —gruñó.

Serena agarró la cuerda y salió a cubierta, intentando mantener el equilibrio.
Avanzó hacia la popa y ató la cuerda a un saliente de metal. Se aseguró de que el
nudo era seguro y volvió a levantarse. Debía lanzar la cuerda. Si fallaba, tendría que
recogerla de nuevo e intentarlo otra vez, pero no podía perder tiempo. No podía
permitirse un error.

—¡Lanza la cuerda! —gritó Seiya desde la cabina—. No tenemos todo el día...
Serena hizo caso omiso de su comentario y esperó a que llegara el momento adecuado. Las olas hacían que los barcos subieran y bajaran constantemente, de modo que tuvo que esperar hasta que pudo ver la pequeña embarcación. Entonces, actuó. La cuerda surcó los aires y fue a parar a los pies de Duncan.

Contenta, regresó a la cabina.

—¿Satisfecho?

—Sí —contestó con una sonrisa—. Lo has hecho muy bien, pero Duncan sigue teniendo problemas.

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