Había una palabra para definirla. Estilo. No cabía duda de que la mujer que estaba sentada en la cama rezumaba elegancia. Nadie tenía derecho a presentar aquel aspecto a primera hora de la mañana. Estaba recién maquillada, y ni una mecha de su brillante cabello caoba estaba fuera de sitio. Incluso su salto de cama parecía recién sacado del paquete.
Serena sintió que se sonrojaba bajo el duro escrutinio de sus ojos azules claros, y sintió deseos de llevar algo que no fuera un chándal que ocultaba todas sus formas.
—¿Quién eres? —preguntó Rei.
—Te he traído el café —se limitó a responder. Rei suspiró exasperada.
—Ya lo veo. Eso no es lo que te he preguntado. ¿Dónde está la señora MacKay? El café debería haber llegado diez minutos antes. Entiendo que no tenéis sentido del tiempo, pero la vaguería no tiene excusa.
Serena se esforzó por mantener la calma y dijo con tranquilidad:
—La señora MacKay está ocupada con los preparativos de la fiesta.
Rei la obsequió con una mirada de desdén, y Serena decidió no hacerle caso. Dejó la bandeja en la mesilla de noche y se volvió para marcharse cuando la voz de Rei la interrumpió.
—Lléname el baño antes de irte.
Serena se volvió, con un peligroso brillo en la mirada.
—Me temo que tendrás que hacerlo tú misma. Yo no trabajo aquí. Una delicada ceja se elevó en su rostro.
—Ya veo. Como me trajiste el café, di por supuesto... Se encogió de hombros con indiferencia.
—Soy una invitada, igual que tú —dijo Serena, controlando la cólera de su voz. Rei la observó con renovada curiosidad.
—Entonces será mejor que nos presentemos. Soy Rei Hino, la prometida de Seiya.
Al fin salía a la luz. No era una conocida suya, ni siquiera una amiga. Era su prometida. Por supuesto, siempre lo había sospechado, pero el hecho de oír las palabras fue para ella como si le clavaran un puñal.
—Me llamo Serena Tsukino.
Rei repitió varias veces su apellido, y después sacudió la cabeza.
—Lo siento, no me suena. ¿Nos conocemos? ¿Tienes alguna conexión con el
clan?La discreción advertía a Serena que era hora de marcharse. No obstante, aquella mujer la tenía hipnotizada.
—En absoluto —respondió con sequedad. —Entonces, ¿quién te ha invitado?
—Seiya. En realidad, ha sido más una orden que una invitación.
—¿De verdad? —la examinó cuidadosamente—. ¿Cuánto hace que os conocéis? Serena mantuvo conscientemente un tono informal.
—Un mes, más o menos. Desde que llegué. No quería quedarme, pero él insistió. Decía que quería conocerme mejor —caminó hasta la puerta, se detuvo y volvió la cabeza—. Será mejor que te tomes el café antes de que se enfríe.
Bajó la escalera con una extraña sensación de satisfacción. Seiya le había dicho que se comportara con dignidad y que no dijera nada que pudiera acarrear problemas. En efecto, su comportamiento había sido digno, y todo lo que había dicho era cierto. Lady Rei podía interpretarlo como quisiera. A ella no le importaba en absoluto.
Pasó el resto de la mañana a solas, vagando por la playa.
No entendía qué podía ver Seiya con una mujer como aquélla. Sin duda, Rei era atractiva, incluso bella. Pero su personalidad resultaba insoportable. Si Seiya iba a pasar el resto de su vida junto a ella, lo compadecía. El pobre no sabía dónde se
estaba metiendo.
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Historia del Mar....
FanfictionSerena no podía creer que tuviera tan buena suerte. Cuando estaba segura de que iba a morir a merced de las olas, fue arrojada a la costa de una remota isla escocesa. Una vez allí, sólo deseaba volver a casa. Lo que, desde luego, la joven no había...