Santiago Vaqueir
este le robó un beso, pero no fue lo único que hizo... aquellas estilizadas y largas manos empezaron a hurgar sobre su entrepierna.
Aquella sensación de adrenalina y miedo, invadieron su ser de nuevo... solo que esta vez no quería que parase... Solo quería que hiciera lo que fuera que iba hacerle, aunque eso significara ser descubierto por alguien o que su madre saliera de la casa y le viera.
El mayor le desabrochó la cremallera del pantalón y empezó a masajearle el miembro, mientras afianzaba y le besaba más intensamente aquella boca era tan experta y dominante que solo podía seguirle el ritmo, se detuvo y aquellos húmedos labios se dirigieron a su cuello, su respiración se podía sentir de lo excitado y agitado que estaba, la legua de este empezó a recorrerle el cuello como si ya lo conociera, el placer que estaba sintiendo no se comparó a sus anteriores experiencias sexuales solo no quería que parase, quería que lo siguiera tocando y masturbando como lo estaba haciendo... giro su cara le miro y esta vez fue el quien dominó el beso, estuvieron algo de rato sin parar, hasta que el mayor interrumpió de nuevo el beso y empezó a bajar, subiéndole la playera hasta dejar sus pezones expuestos, cuando su profesor empezó a lamerlos un gran y ruidoso gemido salió de su boca, no puedo evitarlo, venían uno seguido del otro, aunque se mordiera los labios... no podía dejar de gemir, sentía que estaba en las estrellas, como sus ojos se retorcían y como la adrenalina estaba por todo su cuerpo.
—M-me... Voy a V-venir— Aquel cosquilleo que anunciaba el orgasmo estaba apunto de llegar, el mayor bajo hasta su entrepierna y se comió su pene sin dejar ninguna parte a la vista, por inercia, sus dedos se enredaron con las hebras del cabello del mayor, dirigiendo su pelvis hacia la boca de este... viéndose de una vez por todas, su respiración era incontrolable, el mayor se incorporó, y con uno de sus dedos, limpio el líquido blanquecino que estaba en el costado de sus labios, para seguido de esto lamer él dedo y mirarlo sonriendo.
—Sabe tal como lo imagine— inquirió encogiendo los hombros seguido de una sonrisa por lo rojo que este estaba, podía verse como una explosión de colores, una que le trajo de nuevo un dejavú que creía olvidado
Mordió el interior de sus mejillas en señal de vergüenza, cuando le iba contestar vio por el parabrisa como la puerta de su casa se abría, por inercia acomodó su playera para no verse más sospechoso de lo que ya se veía.
—¿Es tu madre verdad? Inquirió este con una sonrisa aún más pícara, entendía la situación, la adrenalina de la cual había sido culpable no necesita tener un excelente oído para escuchar como él rozaron de menor pareciese que iba a salirse de su pecho, mordió la parte inferior de su labio y desbloqueó el seguro del automóvil —Ya vete antes de que tu mamá haga más preguntas de la que tu cordura pueda contestar sin verte obvio—. Ante la positiva del menor esté salió casi huyendo de la boca del lobo, una muy cálida y entenada pensó.
Al salir si madre le miro extrañada, ay fue cuando cayó en cuenta que se había llevado el coche de su madre, maldijo en voz baja ahora debía crear una excusa lo suficientemente creíble para que esta no empezase hacerle muchas preguntas.
—Dios te bendiga—Dijo está mirándole de arriba a bajo como si esperase una respuesta instantánea de porque no llego en el coche de ella si no en el de un desconocido.
Suspiro— ¡Amén!—. Le sonrió y prosiguió lo más políticamente correcto posible, mientras por dentro sentía sufriría un ataque al corazón, era realmente malo pensando y más malo aún mintiendo — Me sentí algo mal y mareado—. Pausando para ver a su madre a los ojos — Tenías razón eso de salir a clases sin desayunar me sentó mal, mi profesor de baile me hizo el favor de traerme por más que insistí que no—.
—Eso te pasa por no hacer caso, gracias a dios que te presento un ángel que te trajera, hiciste buen mañana que vayas traes el carro, es mejor que se quede parqueado a que manejes en ese estado de malestar, anda ve a tu cuarto, lo mejor será que descanses... Hoy no nos acompañarás a la iglesia—.
—Pero mamá...—. Por dentro estaba tan Feliz de no ir que por lo menos por fuera debía parecer algo afligido por no cumplir con sus deberes de la iglesia.
—Ya escuchaste señorito, ahora directo a tu cuarto a descansar, te dejare la comida solo para que la calientes en el microondas ahora ver a descansar y mejórate Que Jehova te resguarde y te quite ese malestar hoy mismo—.
Este asintió y subió a su habitación, al cerrar la puerta una sonrisa enorme se embozó en su rostro, estaba realmente dementé por haber hecho lo que hizo con el profesor, pero por más que buscaba la manera de auto castigarse por lo que hizo no podía, se había sentido tan jodidamnete bien que lo único que pasaba por su mente era como sería la próxima vez que se repusiese lo que había pasado hace apenas unos segundos, miro a su parte baja mientras mordió de un tic su labio inferior, había sufrido una erreción de nuevo solo con la idea.
Sacudió su cabeza y se recostó sobre su cama, para quedarse dormido con una tonta sonrisa de oreja a oreja.
~*~
Pablo Perry
Al llegar a la guarida de hotel que llama hogar, cundo obviamente no lo era... Suspiro desde que se dedicaba al tráfico de personas, había tenido relaciones sexuales con tantas personas que nisiquiera recordaba algún rostro en específico... por inercia mordió su labio inferior tenía décadas que alguien le hacía sentir lo que ese chico había conseguido... al grado que había hecho algo que en el interior odiaba y esto era comerse su esencia, sabía tan bien... podía apostar que tenía una buena alimentación alejada de las gaseosas y comidas chatarra que solía provocar un sabor amargo.
Tal vez solo tal vez, Había cometido un error al venderlo y regalarle ese futuro ruin que le esperaba, pero de algo estaba seguro... una vez vendías el alma de alguien a esos cerdos ya no había vuelta atrás.
Lo mejor sería no encariñarse mucho con el menor, pues su dias estaban contados y nada ni nadie podría cambiarlo.
Continuará...
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Vendido (Yaoi/Gay)
Teen FictionSantiago varqueir es un joven de veinte años muy común tan corriente se dice a si mismo que no comprende la cantidad de habilidades que posee. Para su desgracia confía y entrega todo de si a personas que cuando llegue el momento solo se aprovechará...