Pablo perry
Aquel imponente hombre se posaba frente a él... un viejo café el lugar indicado para crear caos.
—Tienes un mes para tenerlo listo, ya sabes que no le gusta esperar para estrenar sus juguetes... pareciera muy interesado por aquel niño sin chiste y gracia.
—Jamás he fallado, el estará listo para él en la fecha acordada. Me encargaré de todo—. Le dijo algo molesto odiaba ese tipo de visitas para recordar lo que tenía que hacer.
—Tu servicio es de cinco estrellas, de verdad que eres el mismísimo hijo de Lucifer.
—Gracias— pausó para mirar aquel hombre con una sonrisa de oreja a oreja— lo tomare como un alago... me identifico con la historia del diablo—.
—¿Porque?—. Le pregunto ahora extraño aquel sujeto.
—Porque alguna vez fui un alma bondadosa, lamentablemente... hasta lo más puro puede ser transformado y eme aquí... al hijo del diablo—. Era realmente fascinante para el jugar así con la ratas de esos ricos magnates.
Media hora después ya se encontraba de nuevo en aquel hotel, de toda la conversación que había tenido con el lacayo lo que más llamó su atención era la insistencia de aquel sujeto por el esclavo que le había comprado. Por un segundo se identificó con el, tal vez sería demasiado tarde... en el tipo de negocios donde estaba no existía cabida a los errores, lo que le estaba haciendo al joven Santiago sólo sería única y exclusivamente para llevarlo al matadero... enamorase no era una opción para un ser tan despreciable como el.
Ese día fue realmente aburrido , cómo era fin de semana no habían clases en la academia por lo que su día se resumía a observar cuadros patéticas y aburridas paredes. Aveces su propia existencia le resultaba exasperante... aquel chiquillo se recordaba a él... eran realmente parecidos... tal vez por eso se arrepentía un poco de venderlo a Los demás.
¿Que sería de el cando le entregará? Esas personas solían ser cerdos disfrazados de corderos... con deseos carnales asquerosos y grotescos, estaba seguro que el infierno era el jardín de edén delante de todo lo que le esperaba al joven chico que tuvo el error de encontrase en su camino.
Después de ese lote de humanos por entregar se retiraría de ese mundo, sentía que empezaba a ablandarse y eso significaba una sola cosa para el... ante los intereses de los poderosos una persona como el era solo una pelusa molesta en la ropa que debía ser exterminada.
Construiría su vida de nuevo, se iría algún otro país de europa, el viviría por todas las personas que tuvieron la maldición de encontrarse en su camino.
Ese día decidió salir y caminar un rato por la ciudad, era tan acogedora que hasta un ser como el
Podía sentir algo parecido a estar en casa.Reviso un par de tiendas compro algunas camisas, pantalones, zapatos, lentes de sol... cuando todo su repertorio de ropa ya estaba cumplido decidió ir a mac donalds por una hamburguesa, hizo su fila pidió su orden y penezo a comer con mucho afán, hasta que aquel chico que estaba acompañado... de quien pensó sería su familia le hizo dejar de comer.
Realmente se veía feliz, no merecía eso que él estaba haciendo... imaginaba la cara de sus padres cuando lo dieran desaparecido por una trata de blancas, como toda aquella felicidad sería sustituida por oscuridad.
Esperaba que realmente le
Disculpara, ellos no merecían ese final ese trauma esa desesperación... pero una vez se vendía a una persona ya no había vuelta atrás.Comió lo más rápido que pudo y salió sin ser visto por Santiago o alguno de sus familiares.
Tomo un taxi y se dirigió de nuevo al hotel donde vivía, aquel sentimiento de saber que estaba haciendo algo mal no le abandonaba... sabía donde estaba parado no tenía sentido crearse uña auto crisis existencial.
—Solo espero que me perdone—.
—¿Que dijo joven?—. Pregunto el taxista mientras lo miraba por el retrovisor.
—Disculpe solo estaba pensando en voz alta—. Le dijo de una manera muy sutil... sin perder el contacto visual. Una vez asistió espero llegar para pagar y volver a la misma mierda de siempre.
***
Esa mañana se levantó más feliz, eso era un avance no había podido dejar de pensar en lo qué pasó con su entrenador en esa "cita" lo único que si tenía claro es que quería que se repitiese.
Ahora entendía las "mariposas en el estómago" de las que tanto se burló de sus amigos.
Cuando reviso su móvil noto que era fin de semana por lo que no tocaba asistir ese día a las clases.
No lo vería, eso le hizo perder un poco su feliz amanecer.
Entro al baño de su cuarto, se ducho arreglo y encendió la consola aún flataba una hora para que si madre le llamara como loca suelta.
El tiempo parecía transcurrir muy rápido cuando realmente emanaba de la persona una sincera felicidad, esa mañana fue realmente agradable
Todos en aquella casa parecían sorprendido al verle de tan buen humor no podía quejarse pues siempre era muy serio tan serio que la felicidad era tan extraña para él como para sus familiares. Si madre le sirvió el desayuno a él y demás miembro de la familia... su padre le observó algo raro y llamó su atención por mencionar su nombre.—¿Todo bien? Santiago —.
—¿Si papa por qué?—. Le respondió algo avergonzado.
—Estás Tan de buen humor que empiezo a creer que jehova toco tu puerta hoy—.
Justo cuando iba a responder su madre le interrumpió.
—Está feliz porque conoció a una chica—.
La cara de su padre pareció alegrarse tanto como la de su madre la noche anterior.
—Ya veo, bueno a desayunar que frío no sabe igual, ya después hablaremos ok—. Dijo finalizando mirándole.
Ante su asentimiento, siguieron desayunando solo que él no se sentía para nada cómodo, no le gustaba mentirle a sus padres pero sentía mucho más terror por su posible reacción de ambos.
Ese día su padre quiso llevarlos al centro comercial para que fuera un fin de semana familiar, irían al cine.
Sintió como aquel deja vu y aquellos labios volvían a posarse sobre el.
Solo tal vez... estaba empezando a sentir cosas por su profesor ¿conque así era el amor? Era una maldita droga pensó, tenia que contarle
Todo a su amigo el ya era gay tenía que ayudarlo a cómo diera lugar.Continuará...
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Vendido (Yaoi/Gay)
Ficção AdolescenteSantiago varqueir es un joven de veinte años muy común tan corriente se dice a si mismo que no comprende la cantidad de habilidades que posee. Para su desgracia confía y entrega todo de si a personas que cuando llegue el momento solo se aprovechará...