Parte 21

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Capítulo 21

Se detuvo antes de llegar a la puerta y se alisó el cabello. Humedeció sus labios y llamó al timbre. No pasó mucho tiempo para que Amelie abriera la puerta y Lili tuvo que reprimir el impulso de gritarle ¡Felicidades! y saltar hacía ella para darle su regalo.

—Hola, cumpleañera —dijo en cambio.

—Lo siento —respondió Amelie con una sonrisa ladina—. La fiesta ya terminó y no pedí servicio de bailarinas.

—Oh, yo sé que matarías para que te hiciera un bailecito sin ropa. Anda, déjame entrar.

—¡Je, jé! Pasa, tonta. Esta también es tu casa.

—Claro que no —respondió cerrando la puerta tras de sí—. Mi casa es la tuya porque ahí vive papá. ¿Y cómo estuvo la fiesta? Espera ¿qué traes puesto?

Se refería a una camisa polo de color blanco que, por alguna razón, había sido atacada por un balde de pintura de colores. Tenía corazoncitos mal dibujados, siluetas de pequeñas manitas y un gran "te amamos" escrito con letras de tamaño desigual. En la zona del vientre, alguien le había cosido elefantes, caballos, unicornios, nubes y hasta una gallina.

—¿Te gusta? —Amelie modeló con una vuelta entera. Hasta en la espalda tenía adornos—. Es el regalo de Mary. Ella misma pintó y cosió los dibujos. Se pinchó los dedos como diez veces y se puso a llorar. Se ganó mi amor eterno por eso.

—Hay que admitir que la niña tiene mucha creatividad para tener seis añitos. Toma —buscó en su bolso y le dio una caja de obsequio que estaba forrada con papel brillante y un moño de colores—. Espero que te guste.

Amelie lo sujetó y acercó a su hermana para darle un abrazo de oso. El gesto sorprendió a Lili y la hizo sonreír. Rodeó a la festejada y descansó la mejilla sobre su hombro. Permanecieron juntas un momento, meciéndose y dándose palmaditas en la espalda sin que ninguna de las dos dijera nada. El calor de ambas se transfirió al de la otra y, por un instante, se vieron presas de una calma que les gustó.

—Y bueno —Lili fue la primera en separarse—. ¿Quedó pastel o te lo tragaste todo?

—Te dejé un pedazo. Ven —la tomó de la mano, le dio un besito en los nudillos y la llevó a la cocina—. Mis mamás no están. Fueron a casa de Ashley después de la fiesta. Están encantadas con su nieto.

—No puedo creer que ya sean abuelas —Liliana abrió el refrigerador para sacar el pastel y rió al ver que, junto a la rebanada, había una masa dispareja de pan con merengue que tenía trocitos de fresa y chocolate. Parecía como si un camión le hubiese pasado encima—. ¿Qué es esta cosa?

—Ah, el pastel que me hizo Mary. Se pasó toda la tarde con él ¿y sabes qué? No me lo puedo comer hasta que ella regrese.

—Dos obsequios. Esa niña sí que te ama —Lili suspiró y dejó el pastel de Mary en el refrigerador—. Quisiera tener hermanos.

—¡Oye! ¿Yo no cuento?

—Digo, hermanos pequeños con los que jugar.

Amelie sonrió ladina y se sentó delante de ella. Luego, inclinándose, sujetó su mano y le dio otro beso en los nudillos.

—Tú y yo podríamos jugar a otra cosa que no requiera ropa.

—¡Te pasas! —Río Lili con la cara llena de rubor—. Recuerda que no somos novias ni nada por el estilo. Contrólate o harás que me sienta como una diva. Anda, abre tu regalo. Te lo hice con mucho cariño.

Emocionada, Amelie le quitó el envoltorio y abrió la caja. Sabía que se sorprendería, pero no tanto.

—Esto es... ¡ja, ja! Sólo los he visto en fotos de internet.

[Terminado ]La Razón de Estar Juntas [Libro 2] [Historia Lésbica ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora