"Érase una vez, hace mucho tiempo, un enorme y grande lobo feroz. Conocido por atormentar a cualquier incauto, inocente o insensato que cruzara por su camino, la temible bestia era temida por todos los pueblos cercanos al bosque, por lo cual era habitual que los pueblerinos tuvieran un toque de queda, así como casi todo su dinero se destinara a cazadores para deshacerse del monstruoso lobo.
Pero el animal no solo era grande sino también listo, aprendió a hablar desde la lengua de los humanos hasta la lengua de las quimeras así también como camuflar sus intenciones para engañar a su próxima presa.
Y es que su verdadero motivo para acechar a todo aquel que se aventurara en su territorio era el hambre. Su gran tamaño conllevaba un enorme hambre que ni los venados de diosa Selene podrían saciarle, así que siempre estaba en una cacería constante que parecía nunca iba a acabar.
Fue esa misma hambre que lo guio hasta cierta caperuza roja, lo que ocasionó que al final de ese cuento el lobo fuera abierto con el hacha del leñador y arrojado al río. Pero que caprichoso es el destino, igual de incierto y místico, que el animal burlo a la muerte sin que nadie lo haya visto.
El lobo estuvo durante un largo tiempo curando sus heridas, planeando su venganza en contra del leñador y la chica. Sin embargo, la criatura no contaba con que una bruja, con una choza con largas patas de ave, se cruzara en su camino.
Ciertamente, el lobo se había topado con algo más maligno que él.
Donde él tenía dientes afilados, ella los tenía más y hechos de hierro
Donde él tenía garras afiladas, ella tenía sus uñas más afiladas y manos mágicas
Donde él solo pensaba en saciar su hambre, ella realmente disfrutaba el dolor de sus víctimas.
Era bastante común que ambos se metieran en las cacerías del otro, ya sea accidental o intencionalmente. Cuando las presas corrían del lobo, un juego que disfrutaba bastante, Baba Yaga venia al rescate del pobre idiota que acabo en las fauces del gran depredador. Era demasiado obvio el final de aquellos que aceptaban la ayuda de la anciana decrepita, disfrutando del sufrimiento de las presas y de la frustración del animal.
Sin embargo, el lobo también robaba presas de la anciana, ocasionando que Baba Yaga pegara gritos iracundos, así como obscenidades al animal. La mayor ofensa que le pudo haber hecho el canido era el haber ayudado a su sobrina, enviada por su hermana para que la bruja se la comiera al horno, para después que la condenada niña pusiera en contra a su padre de su hermana y ella tuviera que huir del pueblo.
La bruja y el lobo eran mutua competencia, así como unos rivales a temer. Baba Yaga con su magia, el lobo con su astucia. La condenada vieja no le gustaba tener que compartir a sus presas, lo cual armo una trampa para deshacerse de su enemigo.
Había planeado matar a la bestia sin alguna piedad, no obstante, el animal era bastante útil ya que ahuyentaba y se deshacía de todo aquel idiota valiente que iba en su caza. Así que cambio sus planes, aun le clavaria una daga para satisfacer su ira, pero esto no lo mataría. Talvez, pasado un tiempo, ella lo transformaría un lobo de nuevo.
La bruja conjuro de su gran libro un hechizo, uno que transformaría al lobo en un ser que pasara desapercibido para el hombre, lo despojaría de lo que era, el demonio le había quitado todo lo que él era. Su piel de animal se había caído y reveló a un hombre.
La vieja lo había convertido en su presa, y encima lo había dejado vivir, para colmo de todos sus males.
El malvado lobo feroz, ahora hombre, no tuvo más opción que huir del lugar.
Maldijo todo lo que podía:
Su hambre insaciable
La anciana decrepita
El leñador por abrirle el estomago
A la joven de la caperuza roja que huyo
Sus hermanos por dejarlos atrás
Al cazador que le ha arrebatado lo que le importa desde joven
Maldijo, con una rabia de extraño origen, sintiéndose abrumado por las nuevas sensaciones que llegaron. Algunas llegaron con suavidad y otras llegaron como un violento golpe en el estómago. Su hambre parecía haberse dispersado en otras áreas donde la carencia era mínima o inexistente.
Conoció el frío
Su visión se llenó de más colores de los que tenía como lobo
Había cosas que aún conservaba, como un recuerdo constante de lo que era. Su olfato afinado, su oído perspicaz y su visión nocturna son unos de esos recuerdos demasiado útiles que también delataban al depredador que era.
Aún seguía siendo fuerte, aún los hombres sucumbían ante él. Por lo cual con ellos cubría sus necesidades hasta que reunió bastantes cosas y emprendió al pueblo más cercano para deshacerse de esas cosas.
A veces temía que tan humano podía llegar a comportarse, no obstante, ¿Cuánto tiempo se puede guardar a un animal, dentro de una coraza humana y superficial? Al final del día, siempre acababa mostrando sus dientes a quien se atreviera a subestimarlo.
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La caperucita roja y el lobo feroz.
FantasyCuidado con el lobo con sus afilados dientes su buen oído su excelente olfato y su hambre insaciable. .... Precuela a Rinfer Heftig.