Flaco, alto, desnalgado...

4. Tanizaki fest?

"Ella quiere que le dé, pero que le dé apreta'o. Se pone ese pantalón que le queda to' pegado"

— ¡SE ESTÁN PELEANDO! — Llega un chico corriendo a la parte de la piscina, luego corre hacia la sala. — ¡Hay pelea, hay pelea! —repite antes de abrir una puerta al azar, que de pura casualidad era un baño. — ¡Se están pelea-!, oh, puta madre, perdón.

Atsushi se separa rápidamente de la boca de Akutagawa, sentados en la parte más alta de la tina y muy en lo suyo, como Akutagawa tocándole por todas partes provocando que brinque sobre su bóxer. Ambos se detienen al escuchar al chico y la puerta cerrarse, se miran, definitivamente no están en condiciones para ir a ver quién se está agarrando a madrazos con otro sujeto por, seguramente, meterse con su pareja. Oían las cosas desarmarse, azotando contra la pared, además de las pisadas por ir a donde todo sucedía. Al carajo los demás, piensa Atsushi, agarrando el cuello de la camisa negra de Akutagawa para volver a besarse con más profundidad.

Que se vayan al demonio todos, ahora mismo se siente en las nubes deseando que Akutagawa le azote contra el piso, o algo así. El más alto conoce sus puntos porque en seguida le agarra el ritmo con sus manos en los cabellos blancos de Atsushi, besos fuertes, bruscos, dejarían rojo todo. Cuando se vuelve a abrir la puerta.

— ¡¿Alguien ha visto a-?! Lindo, Atsushi.

El menor para, "maldita sea", piensa antes de voltear a la puerta, aún sobre Akutagawa, dos pares de ojos observan a la muchacha en la puerta: Lucy Montgomery, la pelirroja amiga de Atsushi.

— No te vas a perder lo de afuera, así que deja de fajar con Akutagawa y ven a ver esto —ordena y sale. Atsushi maldice de nuevo, colocándose bien la ropa al mismo tiempo que se separa del más alto. Ya con los pies en el piso, se deciden mirar unos segundos.

— ¿Cuándo lograremos ir al final? —pregunta Ryuunosuke, acomodándose el pantalón.

— Definitivamente no iremos hasta ese paso aún.

— ¿Cuánto quieres hacerme esperar?

Atsushi entrecierra los ojos. — Primero contéstame algo, ¿qué se supone que es esto? ¿Qué somos? — He aquí la cuestión, finalmente le preguntó lo que eran, pregunta que era igual a "abandona toda esperanza", típica en el arte de los amigos que se besan, una que Akutagawa no puede responder porque sencillamente no sabe lo que debe sentir por el albino. Le gusta su cuerpo, suponía que le gustaba el chico igual pero no hablaban, siempre se besaban a la primera de verse. Tres veces han convivido, y tres veces terminaron besándose y tocándose.

— No lo sé.

Atsushi se indigna, porque el otro no lo piensa siquiera. Con la camisa bien puesta, hace un bufido molesto ¿de verdad que el otro no sabía qué eran? Vaya estupidez, se estaba enamorando de un chico que solo quería hacerlo con él.

— ¿Necesitamos un título?

— No sé si estás acostumbrado a esto, pero yo no. Me gustas, Akutagawa, creo que desde el primer día y por eso no he dicho que no a todo esto. Estoy ebrio, así que siendo honesto desearía saber si yo te intereso a ti o aquí lo dejamos.

— ¿Aquí lo dejamos? Hombre, pero si nos vemos y fajamos. Nunca hablamos, ni siquiera sé tu cumpleaños o tu signo zodiacal. Qué estupidez.