𝙇𝙖 𝙥𝙧𝙤𝙢𝙚𝙨𝙖

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''Oh dioses, ya matenme... No podré aguantar si pasan cosas como estas de manera seguida...''

𝘖𝘝 𝘈𝘓𝘉𝘌𝘋𝘖

Abri mis ojos de manera lenta ¿Cuanto tiempo me que dormido? Ya parecía oscurecerse, cuando pude estabilizar mi vista, presencié la imagen de Sucrose y me levante de golpe.

- Sucrose... ¿Te paso algo? ¿Te hicieron daño?

Mi preocupación se extendía cada vez más al no encontrar una respuesta por la voz de la chica, lo único que hizo ella fue acariciar mi mejilla y darme un pequeño beso en el otro.

- N-no tienes que preocuparte por mi, mejor dicho, tengo nuevas noticias sobre Klee -desvío su mirada de manera apenada-
- ¡¿Ya despertó?! -me emocione-

Ella solo asintió y quedó callada, se acomodo para luego dar palmaditas en su muslo... Yo me recoste sobre ellos, en realidad me encontraba muy cansado, por eso acepte... No es por ningún otro motivo.
Levante mi mirada y pude ver unos sus ojos llenos de tristeza, por algún motivo me hizo tener un sentimiento de melancolía.

- ¿Pasa algo grave, Sucrose?

Despertó de su trance ante la pregunta a lo cual asintió de manera rápida.

- Oh, claro, me encuentro de maravilla... -su voz empezó a quebrantarse- Mejor que nunca...

Lágrima tras lágrima cayeron de su rostro, una tras otra caían sobre mi... No entendía el porque se sentía así, solo me daban ganas de abrazarla.

- Lo siento, lo siento tanto -dijo con su voz rota- Todo lo que esta pasando es mi culpa -sollozo-
- ¿Que quieres decir con eso?
- . . . .

Todo se torno en un silencio incómodo, el ambiente se volvió más pesado a medida que pasaban los segundos y fue así como pude presenciar a la octava miembro de los once, La Signora...

- Con que aquí estabas, es hora de irnos, apresurate.

Presencia como la agarraba de manera brusca, levantandola del suelo y dejando caer mi cabeza al césped.

- ¡De verdad lo siento Maestro Albedo, todo lo que paso el año pasado y este, es mi culpa! -grito entre sollozos-

¿Su culpa? Klee resultó lastimada.... ¿Por culpa de ella? No puedo creerlo, me levante de manera rápida para empuñar mi espada.

- Ni lo intentes, o sufriras las consecuencias.

Detrás de ella salieron tres reclutas fatuis... No podría ganar en esta pelea.

- Ahora retrocede si quieres explicaciones, de paso, suelta esa espada -dijo de manera furiosa-

Solté mi espada y rotrosedi, quería explicaciones, pero también debía de ponerla asalbo de esos desgraciados.

- Bien hecho -soltó el brazo de Sucrose- Pues como oíste, todo esto paso por culpa de ella, por no querer cumplir con el contrato de sus padres.

Un contrato... ¿De que demonios hablaba? Yo que supiera, los padres de Sucrose no era de hacer contratos...

- Seguro te preguntaras ¿De que contrato habló? Es una explicación simple -volvió a jalonear a la peliverde- Sus padres firmaron para que ella fuera una recluta fatui a cambio de una enorme cantidad de mora.

- La vendieron prácticamente -susurre- Pero... ¿Porque?

La rubia se acerco donde me entraba, arrastrando a la chica junto a ella...

- ¿No es obvio? -tiro a la peliverde hacia los pies del chico- Ella no vale nada, sus padres la dieron porque no la amaban.

- ¡Mientes! -dijo la peliverde intentando pararse- ¡ELLOS SI ME AMABAN!

- No me hagas reír -pateó el estómago de la chica- Eres horrible, nadie se fijaría en ti, tienes una apariencia repugnante.

Esas palabras desataron mi furia, me tire hacia ella, agarrandola de los hombros e intentando empujarla.

- ¿Tu no aprendes verdad?

Ella me empujó contra el árbol, luego se me acercó, dijo unas palabras que no logre descifrar... Me encontraba en un mal estado.

- Es hora de irnos -levanto a la chica del suelo- Apura mocosa.

- ¡Maestro Albedo, prometo que regresaré!

Fue lo último que logre escuchar antes de que entrara en el portal.

"Las promesas son como los contratos, son realizados de manera ciega"

Por Cada Flor Marchita Donde viven las historias. Descúbrelo ahora