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Capítulo 4

Un frio acogedor

Eliza

Pasado

Nervios.

Era lo único que sentía, mientras iba en la parte trasera, del carro en el que Dominik había mandado a recogerme.

El camino se estaba haciendo algo largo, la casa de Dominik, era a las afueras de la ciudad, en una ciudadela muy prestigiosa.

Movía mis piernas constantemente y alisaba mi vestido cada cinco minutos.

Ni siquiera sabía porque estaba nerviosa, solo lo estaba.

Al mirar a la ventana, no pude evitar pensar en la situación de hoy, en la mañana, con mis padres.

Papá había llegado a casa nuevamente y cuando quiso hablar conmigo, lo evite en su totalidad. Su insistencia, no ayudaba, ya que cuando me vio alistándome, se puso muy a la defensiva.

Pensé que me acompañarías a la fiesta de hoy – me hablo desde el marco de mi puerta.

Si iré a esa fiesta – lo mire por el espejo de mi maquillador – pero no contigo.

Eliza...

Papá, con todo el respeto que te mereces, quiero que salgas de mi habitación y me dejes terminar de alistarme.

Cuidado con lo que estés haciendo – demando en un tono de advertencia – no quiero verte sufrir después...

No todas las personas son como tú, papá.

La conversación, me había dejado algo intrigada, más porque no sabía el trasfondo que tenían sus palabras.

El auto se detuvo frente a la gran mansión de Dominik, la cual denotaba elegancia y opulencia. La gente estaba llegando, damas y caballeros, vestidos con atuendos de gala y sonrisas grandes.

El chofer del auto salió, y abrió mi puerta, para que baje de este. Las manos me sudaban y en mi estómago, se instaló un pequeño cosquilleo, causado por los nervios del momento.

Era la primera vez que no entraba con mis padres, algún evento de este rango, no podía negar que hacerlo sola, me causaba desconfianza. Pero no di a notar eso, cuando caminaba con seguridad hasta la entrada del lugar.

Algunas miradas se posaron en mí, al igual que murmullos empezaron a hacerse presentes, reconocí unos que otros, socios de mi padre, los cuales salude, por respeto y cortesía.

Sentí una mirada miedosa, cuando mis ojos se clavaron, en uno de los socios, el cual, estaba con su esposa, presumiendo su lindo y perfecto matrimonio.

Cuando la noche anterior, lo había visto, en el restaurante, al que me llevo Dominik, con otra mujer. Una sonrisa burlona se extendió en mis labios y me acerque con cautela a ellos.

Me conocían desde muy pequeña, ya que al ser aliados de mi padre, siempre asistían a los mismos eventos que se organizaban.

La señora Fanny fue la primera que fijo su mirada en mí. Era una mujer encantadora, con una buena figura gracias a las operaciones, su rostro a pesar de que se asomaban unas arrugas en sus facciones, no era nada llamativo, sus intensos ojos verdes, me analizaban como tratando de recordar quien era. En su boca se formó un gesto de sorpresa y ternura.

— Mi querida Eliza, cuanto haz crecido – me dijo, zafándose del brazo de su marido, para darme un pequeño a brazo y depositar un beso en cada una de mis mejillas.

URLA DI SPERANZA +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora