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Capítulo 7

¿Cuándo empezó esto?

Eliza

Pasado

El olor a vómito y gritos que para ese momento se escuchaban lejanos.

Me levante somnolienta, tratando de apresurarme para llegar hacia la puerta de mi habitación.

—  ¡solo mírate como estas! – escuche el grito de mi padre - ¿ese es el ejemplo que le das a mis hijos?

—  ¡cállate! – mamá le tiro lo primero que encontró en la mesa del pasillo.

Papá lo esquivo haciendo que la artesanía golpee la pared y se rompiera en pedazos, saltando por todos lados.

Mamá bajo las escaleras de la casa, mientras mi padre la seguía para seguirle recalcando su estado.

Respire profundo, antes de volver a cerrar mi puerta y tirarme a mi cama. Enterré mi cabeza en la almohada, ahogando el grito que venía en conjunto con el llanto.

¿Cuándo fue que comenzó esto? ¿Cuándo se volvió una rutina?

Mis padres, nunca han sido un matrimonio normal, habían formado una familia, creo que solo por la sociedad.

Cuando mi hermano y yo éramos pequeños, solíamos siempre apoyarnos cuando nuestros padres tenían peleas.

Sus problemas hicieron mucho daño en nosotros, y era algo que no se daba cuenta.

Buscaba siempre la aprobación de ellos, para sentirme bien, mientras que Daniel, se refugió en su rebeldía y las sustancias que lo hacían olvidar.

Abrí la puerta de mi casa, después de llegar de una larga jornada escolar.

La casa se escuchaba desierta, mi padre estaba de viaje y mi madre, creo que en algún lugar de la ciudad, malgastando el dinero.

Subí las escaleras y el olor tan peculiar de la marihuana inundo tapo mi nariz, a tal punto de que me maree de solo percibirlo.

Fui directo al cuarto de mi hermano, para verificar lo que ya sabía.

Tenía un porro que casi se terminaba en su mano, exhalaba el humo para arriba, para luego reírse de lo que hacía.

—  Daniel – lo llame molesta.

—  Vete Eliza – me respondió serio.

—  Oye, no tienes que hacer esto – quise acercarme.

—  ¡que te vayas! ¿eres idiota que no entiendes lo que te digo?

—  ¡vete a la mierda!

—  Estamos en la mierda desde hace años hermanita.

Si dolía admitirlo a los 16 años, ahora a los 19 arde, haberse acostumbrado.

La situación en vez de mejorar, empeoraba cada día, habían tantas cosas malas en nuestro intento de familia, que ni siquiera queriendo arreglarla ahora podríamos.

Escuche como algo se quebró en la parte de abajo, y ni siquiera tuve la intensión de pararme para ver qué pasaba.

Porque sigo aquí, preguntándome y llenándome la cabeza de preguntas que no se si en algún momento tendrán respuestas.

Ni siquiera fui consciente de cuánto tiempo paso, cuando escuche los golpes en la puerta de mi habitación.

No respondí.

URLA DI SPERANZA +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora