INEFABLE

꧁Capítulo: 11꧂

♾NADIA ♾
"Vivimos engañados de tantas mentiras que nos perdemos a nosotros mismos"

Toque el agua cristalina y sentí una leve sensación de paz en mi pecho, hundí mi mano en ella y me sentía libre. Volví a sacarla y noté como las gotas se escurrían por mis dedos, estaba tan hipnotizada que no quería parar.

— Este lugar es perfecto— comenté mientras seguía jugando— desearía jamás salir de aquí.

Los zapatos de mi acompañante obstruían mi interesante descubrimiento.

— Pienso lo mismo —William se agachó hasta mi altura— pero debemos cuidar a un pueblo.

Asentí y me puse de pie, ya vestidos como una persona más del pueblo.

Había logrado recuperar los días perdidos gracias a William y ciertas ayudas por parte de mis hermanos. Es cierto que debía hacerlo por mi cuenta, pero después de la fiesta todos quedamos bien.

Sobre la fiesta, la pasamos muy bien de hecho. Nuestros ayudantes prepararon el techo del palacio con diferentes platillos, por primera vez en años experimentamos una fiesta sin una obligación. Max y Tristán hacían malas actuaciones mientras que Antígona, Adelaide y yo intentábamos adivinar quienes eran. Por otra parte, Ethan había llegado tarde, ya que estaba reunido con nuestro padre, pero eso no le impidió que lo pasara bien.

>> Estás muy callada —William me ayuda a bajar por las piedras— y eso es muy raro en ti.

— Ja ja que gracioso —lo empujo suavemente— estaba recordando lo bien que estamos.

Alza una ceja confundido.

>> Mis hermanos y yo hemos compartido mucho —sonrío con nostalgia— no sé si deba darme miedo.

— Eso suena genial Nadia —asiento con una sonrisa— pero... ¿Por qué te da miedo?

Me quedo en silencio unos segundos mientras escucho el cantar de las aves.

— En estos ciento veinte años jamás había experimentado tanta tranquilidad... es como si todo estuviera cambiando.

— Temes al cambio —miro a William y este sonríe— está bien cambiar.

— ¿Es normal que se comporten diferentes?

— Por supuesto, todos son adultos... —escuchamos voces a lo lejos y nos detenemos.

— ¿Alguien nos esperaba? —me agarro del brazo de William.

— No que yo sepa, el bosque siempre está solitario.

Nos quedamos estáticos pensando que debemos hacer, yo intento cubrir mi rostro mientras que William toma una rama seca del suelo.

— ¿Qué haces? —susurro asustada.

— No sabemos quién es y debo protegerte —me coloca en su espalda— si te digo que corras lo harás.

— Tengo miedo —me aferro a su espalda asustada.

Las voces cada vez suenan más fuertes y me giro para ver el camino de regreso al jardín secreto. Comienzo a prepararme a correr cuando una voz dice mi nombre a la perfección.