—¿Y eso fue todo?
—Sí, eso fue todo —respondió Soobin, palmeando ligeramente la cabeza de la menor. Se había acurrucado consigo misma, apoyándose un poco de él con su pequeño peluche presionado contra su diminuto pecho. Sus ojos estaban caídos debido a la pesada y larga historia, incluso Soobin estaba sorprendido de que la menor se haya quedado sentada escuchándolo durante todo ese rato.
—¿Qué pasó después, señor enfermero? ¿Qué le pasó al chico más grande? —dijo mientras levantaba la mirada hacia él y lo veía con esos grandes y curiosos ojos, cosa que le pareció a Soobin difícil de resistir.
Era algo peculiar que una niña de su edad disfrute de una historia tan triste. ¿Qué los niños normales no suelen gustar de cuentos de hadas con finales felices?
—Él hizo su mejor esfuerzo por vivir su vida sin el otro chico —continuó, dándole a la pequeña un leve apretón en sus mejillas, a lo que ella reaccionó con una alegre carcajada—. Pero a veces, hasta eso resulta complicado.
—Señor enfermero, no lo entiendo —le interrumpió, con las cejas fruncidas como si hubiese llegado a una desagradable conclusión—. ¿Las historias no suelen tener finales felices? ¿Por qué ésta es tan triste? Están enamorados, pero ¿Por qué no pueden vivir felices para siempre como las princesas de mis libros?
Soobin sonrió. Ahí estaba, la inocencia infantil.
—Esos son cuentos, pequeña. Esto, sin embargo, es la realidad —entonces tomó una pausa, no tan seguro de si debería terminar el resto de la oración. Un momento después, decidió continuar—. La realidad no siempre es feliz, cuando crezcas lo entenderás.
—Lo sé, señor enfermero. Cada vez que me caigo en el jardín y mis rodillas terminan con raspones, me duele mucho y eso no me hace feliz —respondió con un mohín, recostándose sobre una almohada.
Soobin solo pudo reír.
—¿De veras? Me aseguraré de reemplazar el suelo del jardín con alfombras de espuma para que nunca más te vuelvas a lastimar —sus palabras fueron recibidas con una exclamación de entusiasmo.—Pero cuénteme, cuénteme. ¿Qué pasó después?
La sonrisa de Soobin decayó apenas, pero luego se agrandó el doble justo antes de que la menor se diera cuenta.
—Lo que pasó después, fue la realidad.
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—No puedo ir hoy, Soobin. Lo siento.
Otra excusa vacía mientras alejaba el teléfono de su oreja y colgaba. Yeonjun suspiró antes de apoyarse contra el árbol, buscando el primer nombre entre sus contactos, y pulsando el botón de llamada.
Un pitido. Dos. Luego, tres. Yeonjun se exasperó. Había adquirido un odio por los pitidos, y esto le estaba fastidiando innecesariamente. Sin embargo, no esperaba que se detuviera pronto.
—El número al que intenta llamar no se encuentra disponible en este momento, por favor inténtelo más tarde.
La voz automatizada lo envió directo al buzón de voz. De todos modos, eso no le molestó a Yeonjun. Porque ese era exactamente el propósito de que marcara.
—Gyu, soy yo de nuevo. Hoy tuve un día horrible —suspiró, acercando el teléfono a su boca. Esta se había vuelto una rutina para él, visitar el parque y dejar un mensaje de voz al número de teléfono de Beomgyu al final de cada día.
Había sido otro año difícil para Yeonjun. Se había graduado y ahora buscaba una oportunidad para empezar una carrera como profesor de baile. Hace mucho había soñado con celebrar su día de graduación con Beomgyu, que el menor estuviese parado a su lado en el escenario del lugar—vestido con una túnica idéntica, un sombrero similar y mirándolo con la sonrisa más orgullosa del mundo.
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Under the sky in room 553 I discovered you and I - [Traducción]
Fanfiction-¿Has oído de la tradición de corazones de papel en el hospital? Tomando el corazón con ambas manos, la menor inspeccionó este antes de asentir con emoción. -¡Sip! ¡Mi mamá me dijo que cuando alguien está a punto de dejar el hospital para irse al ci...