Capítulo II : Compañía

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En otra fatídica tarde de Marzo, Yeonjun se encontraba  haciendo su mayor esfuerzo porque Beomgyu se moviera, trayéndolo de la mano consigo.

—Hyung, ¡No quiero ir ahí! ¡Mamá nos regañará si se entera! —dijo el menor entre quejidos, abultando su labio inferior. Intentó clavar sus talones sobre el césped bajo él, pero la acción en sí no parecía ayudar en lo absoluto. 

Yeonjun siempre había sido mucho más fuerte que él de todos modos.
—Entonces solo debemos asegurarnos de que no lo sepa, ¿verdad? —contestó el mayor, con una sonrisa ladina adornándole el rostro.

El más joven solo respondió con otro quejido petulante, pero sin poner más resistencia. Cuando finalmente sus pasos se detuvieron se vieron frente a frente con la gigante rueda de la fortuna, aquella que yacía del otro lado del parque al que ellos consideraban su segundo hogar.
Internamente, Beomgyu se imaginaba la sonrisa de Yeonjun ampliándose mientras lo llevaba consigo hacia el interior de la cabina ya abierta, preparada para que ambos se aventurasen. Sin embargo, el mayor solo volteó para mirarle y darle un leve apretón a la mano que le sostenía.

—¿Acaso Beomgyu tiene miedo?

Ahí estaba de nuevo—esa forma infantil de llamarle, pero en sí lo que hizo que Beomgyu quiera doblegar fue el tono de preocupación que su adverso empleó. 

Mordiendo su labio inferior con incertidumbre, intentó alzar la mirada para divisar el punto más alto de la rueda de la fortuna e imaginarse a ambos desde allí. Estaba de más decir que sintió los escalofríos recorrer su espina ante dicha imagen mental.

Pero Yeonjun estaba ahí, y en cuanto sintió el temor de Beomgyu hacerse presente su agarre en él aumentó.
—No temas, hyung está aquí.

Era cierto. Su hyung estaba ahí—así que no tenía nada a que temerle.

Ya decidido, el más joven inhaló profundamente hasta inflar su pecho como un acto de valentía que él tanto necesitaba.
—Beomgyu no tiene miedo.

Una sonrisa traviesa apareció en el rostro de Yeonjun. Beomgyu quería decirse a sí mismo que odiaba que su hyung sonriera de esa forma, pero no estaba seguro de creerse algo como eso.

—Bien.

Y dicho ello, ambos subieron a la rueda de la fortuna.

No obstante, lo siguiente que Beomgyu supo fue que no podía despegarse de su adverso—aquel impulso de valor de hacía un momento lo había abandonado por completo, ocasionando que se aferrase al brazo izquierdo de Yeonjun. Le importaba poco el verse como un koala ahora mismo, o el saber que después su contrario lo molestaría con ello hasta que sus orejas enrojecieran.

Entre sus intentos por recuperar el aire por la infinidad de carcajadas que soltaba, Yeonjun por fin pudo ser capaz de pronunciar una oración coherente.

—¡Eres tan lindo! ¿No dijiste que no tenías miedo? ¿Eh, Choi Beomgyu?

—¡Cállate! ¡Me trajiste aquí a la fuerza! ¡Eres muy malo, hyung! —Beomgyu solo podía decir lo primero que se le viniese a la mente, cerraba los ojos con tanta fuerza al punto en que le empezó a doler la cabeza. Debajo suyo podía sentir el inestable balanceo de la cabina.

Podría estar vomitando por las náuseas ahorita mismo, de no ser por la cálida mano que le sostenía y le transmitía comodidad.

Por encima suyo podía escuchar su voz favorita susurrándole.
—Beomgyu, ya puedes abrir los ojos. Lo prometo —pronunció, con un tono sorpresivamente serio, sin ni una pizca de sarcasmo.

Y en ese momento, la cabina que los estuvo meciendo por un rato se detuvo.
—¿Ya se acabó? —preguntó, intentando abrir uno de sus ojos mientras su cuerpo se relajaba significativamente.

Under the sky in room 553 I discovered you and I - [Traducción]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora