Capítulo 1

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Descargo de responsabilidad de las obras; Ennead y Mo Dao Zu Shi.

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La caída fue lo peor, primero ese vacío aterrador que se alojó en su estómago, que lo hizo querer vomitar. Y sin contar el viento azotando su rostro no dejándolo ver con claridad, intentó utilizar su arena para amortiguar la caída, pero cuando fue a manipularla, él recordatorio de la pérdida de sus poderes, lo golpeó.

La mano sigilosa de la muerte estaba extendida, y vio su débil intento de escapar. 

Abrió los ojos aterrorizado, sus manos se movieron de manera errática para alcanzar algo, cualquier cosa que se interpusiera en su camino serviría. El terror gemía en su oídos, canturreando como el murmullo de los heridos y azotando su piel como un látigo. Las lagrimas brotaron de sus ojos.

 Iba a morir sin poder cumplir su misión.

Anubis.

¡Anubis!

¿Cómo puede rendirse tan fácil?

La ventisca de emociones enfrentadas fueron aplastados en un instante. Su maltrecho estado mental que había albergado toda su desesperación se balanceó hacia un lugar más seguro. 

Debía corregir todos sus errores. Y Anubis fue uno de los primeros en una larga lista de pasos en falso.

Tenía que sobrevivir, no podía defraudar a su hijo.

No de nuevo.

Seth abrió sus ojos a pesar del ardor constante y los mantuvo de esa manera. Había lagrimas en sus comisuras y su respiración temblorosa no ayudaba a la situación de muerte en la que se encontraba. Los pulmones se atracaban con cada dos respiraciones y el viento era cada vez más violento.

Maldita sea. 

Lo primero que hizo Seth fue mirar a su alrededor y encontrar varias manchas verdes hacia donde caía con gran velocidad. Agudizo más su mirada y se dio cuenta de que se trataba de una maraña de arboles gigantes. Entonces se desplazó con varios impulsos para caer encima de esas masas verdes. Quería amortiguar su caída lo mejor posible, y si al final esto terminaba en su muerte, entonces que así fuera, encontraría la manera de volver y ni el maldito de Osiris lo detendría.

Con una velocidad descomunal, su cuerpo impactó con los árboles, las ramas ásperas y puntiagudas se incrustaron en sus costados, sacando el poco aire de sus pulmones, los cuales se encogieron ante la acción tan abrupta. Mientras más caía, los golpes se volvían peores, ahora estaba seguro que la mayor parte de su cuerpo se adornarían con distintos moretones.

Al final, cuando cayó en una superficie firme, supo que su plan había funcionado. Al menos logró sobrevivir.

Se encontraba muy desorientado, sus oídos zumbaban con un pitido constante y el ácido estomacal se apodero de su lengua, que se asentó pesadamente en su garganta. Probablemente sufría de una conmoción cerebral. Sin contar, su dolor al respirar y eso solo podría significar que sus costillas estaban rotas o magullas, esperaba que fuera lo segundo porque desgraciadamente ahora era un semidiós, y esto conllevaba a una recuperación más lenta.

Todo en el era más humano. Un ceño de disgusto adorno su frente por tan solo pensarlo. 

Ha él no le importaba la vida de simples humanos, aun así debía de admitir que destruir sus almas fue un poco extremo y ahora está pagando por dichas acciones.

De hecho, a la mayoría de los dioses no les importa las insignificantes vidas humanas. En cambio, les interesa sus oraciones y ofrendas, y ellos seres supremos se lo devolvieron cumpliendo los deseos de los humanos, todo esto era un trato recíproco pero nunca hubo sentimientos de por medio, ni nunca existirán, así como dioses hipócritas dicen amar o cuidar a los humanos, jugando el papel del bueno y justo, pero después utilizan a los humanos como esclavos sexuales hasta morir o toman una línea de sangre para que todas sus generaciones solo le sean fieles siervos.

¿Oportunidad o condena?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora