Capítulo 6

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Descargo de responsabilidad de las obras; Ennead y Mo Dao Zu Shi.

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Por un momento en silencio, Meng Yao se había enfrentado a Lan Xichen, mirando los ojos amables, entendiendo la súplica detrás de estos.

Lan Xichen se encorvó y realizó una reverencia.

-Soy muy consciente de que ya me has ayudado lo suficiente- Hablo, un tono bajo que hizo sentir culpable a Meng Yao - pero, nuevamente te pido que me ayudes, me haré responsable si algo sucede- Esta vez los ojos chocolates se alzaron con una mirada firme.

Meng Yao no estaba muy seguro de cuan cierto era eso. El clan Wen habían demostrado lo cruel y poderosos que podían llegar a ser, la prueba se encontraba enfrente de sus ojos. El Clan Lan y Jiang habían caído contra esa monstruosa Secta. Entonces que le esperaría a Meng Yao si lo descubrieran escondiendo a sus dos herederos.

Tenía que alejarse de ellos. Ayudarlos lo iba a poner en la peor de las situaciones.

Y a pesar de su resolución, no pudo decir ni una sola palabra. Se sentía como si estuviera acabando algo que ni siquiera comenzó. Meng Yao miró a Lan Xichen con una expresión indescifrable. La compañía de Lan Xichen había sido agradable y no quería perder la primera amistad que había formado en años.

Meng Yao trago saliva. Tenía un parche seco en la garganta que le dificulta tragar cómodamente. Se miró las manos. Entonces sintió una mirada persistente en su cuello. Desvió la mirada y chocó con los ojos del adolescente de morado.

El joven maestro Jiang lo observaba desde la distancia, ojos violetas parpadeantes que se perdían entre las sombras de la noche. El hombre tenía una mirada demasiado intensa. Sus intenciones eran muy claras, queriendo saber de lo que hablaban y sus hombros tensos mostraban su impaciencia.

Meng Yao solo lo reconoció por los rumores y realmente no era lo que esperaba.

Honestamente, pensó que solo era un joven maestro desdichado por la desgracia. Alguien que el mundo había golpeado con todas sus fuerzas para abandonarlo en el estiércol, con su Clan extinto y su familia perdida, no le quedaba absolutamente nada de valor, entonces probablemente abandonaría el mundo del cultivo para no volver a ver la guerra.

Está bien, tal vez ese juicio era mayormente lo que haría Meng Yao si estuviera en sus zapatos. Su cabeza no podía conciliar porque alguien por voluntad propia se quedaría en medio de este revuelo después de vivir eso.

Ahora que lo tiene enfrente, puede entender el porqué.

La oscuridad de esa mirada violeta era realmente aterradora.

Pero a pesar de lo presionado que se sentía, Meng Yao tenía bien claros sus objetivos y no se iba a dejar intimidar. Sin lugar a dudas iba a entrar al Clan Jin y le demostraría a su Fuqin el buen hijo filial que podía ser, aunque para llevarlo a cabo no podía darse el lujo de ser desinteresado y amable. No cuando el bastardo del Jin necesitaba sobrevivir.

Por otra parte, no era capaz de darles por completo la espalda. Su A-niang estaría decepcionada si lo hiciera, la mujer que lo crió y trato de darle todo su amor a pesar de sus dolorosas circunstancias. Su A-niang apenas tenía su edad cuando quedó embarazada, nunca se casó por obvias razones, el Fuqin de Meng Yao ya se encontraba comprometido con la señora Jin y nunca se iba a rebajar a tomar una prostituta como concubina. Además, todo el mundo del cultivo sabía de las aventuras de su Fuqin. Entonces no fue sorprendente cuando su A-niang tuvo que seguir con sus labores sexuales después de haber dado a luz. Y está bien, es posible que Meng Yao era muy pequeño cuando comprendió lo mucho que había arruinado la vida de su A-niang, atrapándola en ese doloroso recuerdo de su Fuqin.

¿Oportunidad o condena?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora