Capítulo 5

888 78 21
                                    

Descargo de responsabilidad de las obras; Ennead y Mo Dao Zu Shi.

Advertencia: Consentimiento dudoso, violencia, Escenas +18.

------

La tinta se derramó y no tuvo tiempo de reaccionar, sus manos fueron muy lentas y su vista pesada cuando intento pararlo, observo la mesa con grandes zarcillos negros esparcidos sobre la piedra lisa, los papeles que estaba firmando se vieron empañados de negro, completamente arruinados.

Apretó los puños con dureza y su espalda contuvo un espasmo de dolor. 

Había estado la mayor parte del tiempo entre esas cuatro paredes de piedra, cumpliendo con sus deberes. Extendió las muñecas y las cerró intentando quitar la incomodidad de sus extremidades. Se paró del sitio en donde se encontraba sentada y estiró su espalda, escuchando su columna crujir y sintiendo los músculos un poco menos tensos.

Se encontraba agotada. Su estado de ánimo se iba volviendo más irritable con los días, la preocupación y las responsabilidades no la dejaban descansar con normalidad. 

Ella era consciente de su dolor, sabía exactamente lo que la estaba deteriorando, pero también entendía que no se podía llevar por sus emociones, que, si lo hacía su resistencia decaería dejándola sin fuerzas, empañando todos sus esfuerzos por debilidad.

No podía demostrar debilidad en esta situación tan delicada. La mayoría de Kemet, tanto humanos como dioses la necesitaban, necesitaban a alguien que los guiara y escuchara sus súplicas, también estaba el tema con Ra, ya que no solo era ella, si no que todos los demás dioses se encontraban a la expectativa de su mandato, poniéndola a prueba cada que tenían una oportunidad. Era entendible, después de todo, ellos vivieron por muchos siglos bajo la tutela de Seth, estaban paranoicos esperando algún asalto de su parte, y aun así todo este trato que le daban no era para nada justo.

Lo más doloroso de todo esto es que aún no sabía nada de su hijo, Horus.

Había intentado contactar con Ra para que le diera más información de dicha dimensión, sin embargo, siempre encontraba la excusa perfecta para evadirla.

Cuando deseo este poder, sabía el peso que conlleva toda esta situación, pero nunca se preparó para tener que separarse de su hijo, la persona que más amaba en este mundo. No podía seguir viviendo sin saber cómo se encontraba, al menos quería asegurarse de su bienestar, lamentablemente ni siquiera eso podía y se sentía completamente inútil.

Una sonrisa sin dientes vislumbro sus recuerdos, un pequeño niño con ojos brillantes que la observaban con admiración, como si ella fuera completamente perfecta ante sus ojos, aunque se veía fea y vieja. Su piel completamente arrugada y su hermoso cuerpo antes esbelto, se había vuelto delgado hasta llegar a lo enfermizo, sus senos caídos y sus dientes chuecos junto a sus dolorosas articulaciones.

Le ardían los ojos al recordar esa etapa de su vida, era demasiado humillante, nada comparado a lo que es hoy, pero sobre todo su dolor se extendía cuando veía a su hijo sufrir de hambre, había días en donde ni siquiera tenían una sola migaja de pan o carne seca. Su corazón ardía al ver a su pequeño, que a pesar de ser un semidiós aún estaba encadenado a las necesidades humanas y ella estaba pasando algo parecido al no poder utilizar sus poderes.

En esos días tendría que salir de esa pequeña habitación donde vivían y rebuscar cualquier alimento, a veces tenía la suerte de encontrar un trabajo lavando algunos trapos viejos de una humana bien acomodada, pero no siempre sucedía y por ello cuando caía en desesperación al no encontrar nada decente, gritaría de la frustración porque sabía lo que debía hacer, tendría que ir a ese sitio lúgubre.

¿Oportunidad o condena?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora