Capítulo 8

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Descargo de responsabilidad de las obras; Ennead y Mo Dao Zu Shi

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Meng Yao abrió los ojos.

Unas tablas de madera le devolvieron la visión, más humedades en algunos extremos y roídas por otros, pero definitivamente reconoció en donde se encontraba.

Oh.

Meng Yao bajo su mirada, y sus ojos captaron el objeto en su palma, algo tan pequeño que incluso se podía perder entre sus manos. Una diminuta joya del tamaño de su dedo meñique, y a pesar de ser tan pequeña contaba con un complicado borde lleno de piedras preciosas.

Un artículo bastante elaborado, si no fuera por el nombre en su interior.

"Ling Yi"

Ni siquiera era el nombre de su A-niang.

Con un movimiento ligeramente inseguro, arrastró sus dedos por los bordes, buscando, necesitando saber cada detalle, pero no había ninguna pieza de esa joya que fuera del gusto de su A-niang. Su pecho se sentía vacío.

Sin embargo, ella lo guardó cerca de su corazón por ser el último obsequio de su Fuqin. El hombre que la había consumido, pero aun amaba.

-Él lo reconocerá- habló la mujer moribunda que se encontraba a su costado, mientras se aferraba a sus últimos tramos de vida -No te preocupes, tienes sus mismas facciones y tu cultivo se ha fortalecido, es imposible que no te acepte- Dijo mientras lo acunaba en sus brazos.

Él no quería señalar su ingenuidad, no era tan cruel para recordarle la equivocación del nombre, ni que probablemente, sí su Fuqin aceptaba verlo no iba a reconocer esa insignificante joya.

Todo el mundo del cultivo sabía perfectamente que tipo de hombre era su Fuqin, aunque todos prefirieron ser ignorantes para no causar revuelo contra una de las Sectas más influyentes.

Esta joya pudo ser una entre cien que recicló de sus anteriores cortejos, y su madre como una mujer desesperada se aferró a esa pequeña cosa por años, creyendo que algún día vendría su querido amante a rescatarla de las duras garras de la calle.

Meng Yao negó con la cabeza, obligando sus pensamientos a seguir a pesar de la repugnancia que surgía cada vez que pensaba en su progenitor. Extraño. Él siempre deseaba poder conocer a su Fuqin, pero su aversión era más fuerte cuando veía el sufrimiento de su A-niang.

Aunque su A-niang no lo admite, Meng Yao sabe lo doloroso que fue toda esta situación, el peso que tuvo que llevar todos estos años, deseando olvidar a su Fuqin pero fracasando al ver a Meng Yao.

Meng Yao se estremece ante el sonido de la tos de su A-niang. Él ha sido testigo de su deterioro y a la vez entiende porque ahora ella ha decidido romper su silencio, puede oler el olor cítrico y mentolado de los medicamentos, retrasando una muerte prematura. Ahora que se encuentra a tres suspiros de dejarlo, su vista se vuelve clara y esa enfermiza niebla que inundaba sus sentidos se deshace. Su A-niang es capaz de sentir que ningún cultivador prestigioso va a venir por ella, ni por su bastardo. Sin embargo, tantos años de adoración a su padre la siguen carcomiendo en el presente, hasta el punto que piensa que su Fuqin, será alguien benévolo y lo aceptará en su Secta.

Meng Yao realmente no entiende cómo llegó hasta aquí.

No entiende, porqué sigue la fantasía que su enfermiza A-niang.

Por supuesto, al principio solo quiso aliviar sus preocupaciones. Entonces le hizo creer que seguiría todas sus indicaciones al pie de la letra, pero en algún punto las cosas se desdibujaron, probablemente todo comenzó con el encuentro de ese niño y su Fuqin en el mercado.

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⏰ Última actualización: Jul 19, 2023 ⏰

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