A V le gustaba leer. Antes de que Evey llegara a su vida, leer era lo único que le brindaba algo de paz, eso y su preciada música. En ese momento V tenía un libro entre las manos, luchaba con todas sus fuerzas para que las palabras que allí estaban escritas llegaran a su cerebro, pero no lo lograba. No después de lo que le había dicho Evey unas horas atrás.
“(…) Me molesta haber terminado enamorándome del hombre con el que ellos querían que me juntara.” Aquella frase se repetía una y otra vez dentro de su cabeza ¿Lo había imaginado? ¿Realmente se estaba volviendo loco? Sacudió la cabeza tratando de desprenderse de esos pensamientos. Tenía que concentrarse en algo más importante: Buscar la forma de decirle a Evey que iba a matar a Delia Staton. Acabar con ella había estado dentro de sus planes desde el principio, no podía echarse atrás porque la mujer había intentado redimirse cuidando de uno de sus experimentos cuando todo se había echado a perder. Seguramente tenía un motivo oculto para criar a Evey ¿Esperaba que algún día se retomaran las investigaciones? No lo sabía, pero no podía arriesgarse. Decidió levantarse de una vez y poner fin a sus tribulaciones, aunque sentía que por cada paso que daba su estómago se encogía aún más. Él, que se enorgullecía diciéndose a sí mismo que no le tenía miedo a nada, temía encontrarse con esos ojos castaños de nuevo ¿Lo odiaría aún más cuando le informara sus intenciones? ¿Evey le habría cogido cariño a la mujer que la había torturado? Antes de darse cuenta ya estaba delante de la habitación de la muchacha.
Le dio terror pensar que se había marchado, estaba en todo su derecho de hacerlo, pero no. Escuchó ruidos en el interior del cuarto, ella seguía allí. Ni siquiera había ido a cenar… y no la culpaba. Tocó tres veces y no oyó ninguna respuesta.
– ¿Evey? –Aspiró más aire del que cabía en sus pulmones– Sé que en este momento debes sentirte un poco… incómoda, pero debemos hablar. No acerca de lo que dijiste «No estoy seguro de poder lidiar con eso todavía, no quiero hacerlo» Es sobre la doctora Staton.
Oyó a Evey acercarse con pasos lentos y luego girar la manija de la puerta. La abrió solo un poco dejando ver la mitad de su rostro. V pudo observar un ojo brillante y enrojecido, puso las manos detrás de la espalda para que ella no viera que le temblaban.
–La matarás –dijo Evey.
No era una pregunta.
–Sí.
–Puedo pedirte algo.
–Por supuesto.
–Sé compasivo con ella.
V asintió y luego le dio la espalda. Escuchó cuando la puerta se cerró detrás de él. Por otro lado Evey se sentía obligada a ver como la mujer que había sido causante de tantas muertes y que a la vez la había tratado como una tía, abandonaba el mundo. Iba a seguirlo. Se vistió con la ropa más cómoda y flexible que pudo encontrar y esperó a que V se fuera.
…………………………………
Evey podía ver desde su lugar entre las sombras del tejado, cómo V le mostraba la jeringa a Diana. Por suerte había luna llena y podía observar todo con precisión a través de la ventana. La doctora parecía tan tranquila a pesar de saber que iba a morir, quizás lo estaba esperando. Él había sido compasivo tal como la muchacha le pidió, Diana iba a tener una muerte tranquila y sin dolor, aunque poco la merecía. V se sentó en la cama junto a la mujer. Los labios de ella se movían, le estaba hablando. El hombre le tendió una de sus rosas y ella la cogió. Entonces, V se llevó las manos a la máscara ¡Se la iba a quitar! ¿Por qué iba a mostrarle a Diana su rostro? ¿Se lo habría pedido la mujer? Evey se sintió mal por estar mirando, V no sabía que ella estaba allí. Agachó la cabeza fijando la vista en las tejas y esperó un rato.
–Ya puedes mirar.
Escucharlo tan cerca la asustó, no esperaba que la descubriera. Vio hacia Diana, parecía dormida con la Carson Escarlata en la mano, pero no lo estaba.
–Te juro que no te vi –dijo Evey temiendo que él no le creyera.
–Lo sé –le puso una mano en el hombro– ¿Cómo te sientes?
–Esto bien –se puso de pie– ¿Vamos a casa? –trató de no mirarlo a la máscara, no sabía que pensaba él acerca de su espontánea declaración de amor.
–Evey… lo que dijiste antes, en la Galería… Estás equivocada, no me conoces.
–Te conozco lo suficiente, V.
V suspiró y le cogió una mano sujetándola suavemente entre las dos de él.
–Evey, soy un monstruo ¿No lo ves? Soy tan monstruo por fuera como por dentro. No me convertiré en un príncipe con un beso de amor, no me detendré en mi misión hasta que cumpla mi obra. Puede que los dos seamos lo mismo pero tu alma sigue intacta, la mía se fue hace ya mucho tiempo dejándome vulnerable a la luz de la humanidad. La única luz que puedo soportar es la tuya, y aunque a veces también me hace daño, más daño que el que le hizo el fuego a mi piel, me sorprendo al verme volando hacia ti como una polilla hacia una trampa. Dicen que si realmente amas algo debes dejarlo ir, debes ser libre Evey, mereces una vida. Tienes un trabajo, una casa, un futuro, yo solo tengo el odio y la venganza.
–No te bastaba decir simplemente te quiero ¿Verdad? –se soltó de su agarre, le puso una mano en el pecho y luego comenzó a trazar círculos sobre él, desviando la atención, como en un truco de ilusionismo. Parte de la locura que había quedado enterrada estaba saliendo a flote, porque debía ser muy loca para hacer lo que estaba a punto de hacer–. Dicen que si amas algo debes dejarlo ir, pero también que si regresa es tuyo –con la mano libre soltó el seguro de la correa que sujetaba la máscara de V.
El cuerpo del hombre se tensó completamente, iba a voltearse a un lado pero ella lo detuvo haciéndolo perder el equilibrio y dejándolo en cuclillas encima del tejado con una mano a cada lado para frenar la caída. Entonces Evey se agachó frente a él y lo besó. V logró sentarse y no tuvo tiempo de intentar apartarla, su cuerpo lo traicionó, sus labios comenzaron a moverse al tiempo de los de ella en un movimiento frenético. Se sujetaban uno al otro no queriendo ser abandonados. Ambos comenzaron a temblar aunque el invierno ya se había ido de Londres hacía tiempo. Evey sujetó el rostro de V entre las manos y él se estremeció. Pudo sentir los surcos creados por el fuego en la cara del hombre. De alguna forma V la obligó a cederle el control disminuyendo el ritmo de los besos, sabía que ya había torturado a otros, ahora la estaba torturando a ella. Evey apoyó todo su peso sobre él y casi quedan acostados sobre el techo triangular. El enmascarado que ya no tenía máscara se había olvidado del odio, de la venganza y de que era un monstruo… hasta que escuchó las sirenas. Se oían muy cerca ¿Cómo no se había dado cuenta antes? Al parecer ella tampoco las había escuchado. La empujo suavemente y ella expresó su queja con un gemido.
–Debemos marcharnos, Evey –le dijo al oído.
Evey no pareció entender, se quedó mirándolo con ojos entrecerrados, pero la luz de una patrulla iluminó la calle de abajo y eso la devolvió a la realidad. Se pusieron de pie y ella le devolvió la máscara a V, después de dedicarle una sonrisa y pegar sus labios a los de él una última vez. Se tomaron de las manos y comenzaron su carrera por los tejados.
Saltaban, se deslizaban, esquivaban con gran destreza y en perfecta armonía hasta que tuvieron que desviarse porque habían unos cuantos dedos patrullando cerca del camino que llevaba a la Galería. V, que ya confiaba en la habilidad de Evey, la dejó un momento detrás de él porque no podían pasar juntos por un tramo ciertamente reducido. La mala suerte le sonrío a la muchacha cuando oyó una teja crujir bajo sus pies. V también la escuchó y se volteó lo más rápido que pudo, pero solo alcanzó a ver como la mujer caía por un agujero.
Lo último que vio Evey antes de desvanecerse en la oscuridad fue a V asomado en el borde del agujero. Se sintió como Alicia descendiendo por la madriguera del conejo, mientras recordaba una escena similar a la que estaba viviendo: Ella en una caída libre desde un edificio con algo clavado en el abdomen. Se miró el vientre en su propio recuerdo. Lo que tenía clavado era un cuchillo de V.
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V de Venganza - Cómplice #PGP2022
FanfictionV en una de sus misiones de venganza se encuentra con un misterioso personaje: Iv, una chica que al parecer tiene mucho en común con él en cuanto a objetivos. Un giro de los acontecimientos hacen que V se sienta obligado a acabar con ella pero luego...