Capítulo uno: PuniciónLa corte se encontraba en un gran silencio, todos sentían temor y el aire que los envolvía era tenso. Ninguno de los presentes sabía cómo actuar o como intervenir frente a los acontecimientos que habían sido revelados.
Solo personas con gran poder en el reino habían sido citadas por el gran monarca, con el fin de llegar a una decisión.
''Deberíamos entregarla''
Las otras siete personas miraron con sorpresa cuando se alzó la voz del primer ministro. Gran parte de los presentes pensaban lo mismo que él pero ninguno se atrevería a decirlo en voz alta.
''Debería analizar sus palabras antes de compartirlas, es un caso de gran dificultad que debe ser tomado con seriedad''- habló con serenidad el príncipe.
''Es verdad, si la entregamos podemos ser juzgados por igual''
''Van a asesinarnos a todos''
''Deberíamos encárganos nosotros mismos''
Las voces iban aumentando y las opiniones se iban diversificando mientras ignoraban la presencia de la pequeña niña de seis años que se encontraba en medio de la sala.
Los pies de la niña se balanceaban levemente, sin poder llegar al suelo por su pequeña estatura. Sus manitas rozaban su vestido con nervios, confundida por la situación y temerosa por las personas que discutían a su alrededor con palabras que nunca había escuchado.
Crimen, penitencia, horca...
En su cabeza buscaba significado a todas esas palabras, pero no las recordaba de ninguno de los libros que había estudiado en las tutorías.
Alzo su pequeña mano y halo levemente del traje del príncipe, llamando su atención.
Este se agacho un poco y hablo '' ¿Si?''
'' ¿Qué es punición?"
El príncipe se sintió molesto ya que esas eran las palabras que se alzaban a su alrededor, dirigidas a ella. Había intentado persuadir la presencia de la pequeña aquella noche pero gran parte de los presentes habían replicado con que era de gran importancia que estuviera allí para ser juzgada.
''Es un castigo''
La niña reflexionó e inmediatamente pregunto –'' ¿Hice algo malo? ¿Por eso van a castigarme?
El príncipe negó, pero antes de que pudiera decir algo una voz se alzó y calló a todos los presentes.
''Todos de pie frente a los reyes''
Todos los que se encontraban sentados se levantaron inmediatamente y realizaron una pequeña reverencia frente a los monarcas, exceptuando a la pequeña niña al príncipe a su lado.
El rey y la reina eran personas muy respetadas en su reino. Nadie contradecía sus decisiones y su población sentía gran amor y admiración por ellos.
''Creo haber escuchado a varios decir que la mejor decisión es entregarla ¿Quiénes piensan eso?''
La voz del rey se alzó con contenida molestia, esperando que esas personas alzaran la voz y explicaran aquella decisión.
El primer ministro fue el primero en alzar la mano.
''Explica por qué''- exigió el rey.
''Las consecuencias de no hacerlo serían devastadoras para nuestra nación, su majestad. Todos en esta sala perecerían y el pueblo caería en la desgracia''
La reina no ocultó la molestia en su rostro.
'' Espero no ofenderlo, ministro, pero espero que entienda lo que significa entregarla''- hablo el príncipe, el hijo mayor del rey y el siguiente heredero de la corona.
El ministro no quiso abordar el tema por el que se dirigía el príncipe por temor a la reacción de los monarcas- ''Creo que debemos evaluar las cosas como los dirigentes de la nación, si me permiten...''
El ministro fue interrumpido por la voz de la reina –''Estamos hablando de la vida de la princesa, ministro. No le permito nada''
El rey tomo la mano de su esposa por debajo de la mesa. Intentando apaciguar su furia, y a la vez intentando calmar la suya propia.
''Creo que está claro que esa opción queda completamente excluida. No fueron reunidos aquí para juzgar, fueron reunidos aquí con el fin de buscar soluciones para ocultarla de los cazadores''- Dijo el rey.
Los cazadores, el gran temor de muchos. Sanguinarios y entrenados para asesinar a sangre fría.
Todos miraron a la pequeña, la princesa y una bruja.
La brujería, todo aquel que realice brujería o esté involucrado con la brujería seria castigado con la muerte, dictaba la ley entre los siete reinos. Todos estaban obligados a entregar a todo aquel que practicara aquella magia negra.
Ninguno de los presentes entendía como aquella niña había sido maldecida con el poder de la brujería y temían ser castigados por los otros seis reinos por ocultar su identidad.
''Pero mi rey...''
Su puño se estrelló con gran fuerza –''Si escucho alguna otra palabra, será expulsado de la sala, ministro. ''
Todos en aquella sala acordaron como mantendrían el secreto de la princesa y como evitaran que su poder aumente. El ministro no emitió ningún tipo de comentario mientras todos buscaban soluciones pertinentes, como había ordenado el rey.
El príncipe, suspicaz no había despegado sus ojos de aquel hombre y de aquellos que habían alzado su voz para apoyarlo antes de la entrada de los reyes.
'' Se levanta la sesión, todos levántense ante la salida de los reyes y los príncipes''
El príncipe tomó en sus brazos a su pequeña hermana y caminó detrás de sus padres hasta la salida, como ordenaba el protocolo real. Estaban preocupados por cómo iban a ser las cosas, pero intentaban mantener serenidad frente a la pequeña.
Cuando las horas pasaron y la pequeña fue acostada, una orden fue tomada desde el despacho del rey, solo con la presencia de la familia real y aquellos que pertenecían al gabinete real.
Aquella sesión en la corte no había sido realizada con el fin de decidir qué hacer con respecto a la princesa, había sido una prueba para juzgar la lealtad de aquellos que servían al rey. Todos los que habían opinado y respaldado la opinión del primer ministro habían sido asesinados esa misma noche en las mazmorras del castillo real.