-8- Una noche diferente.

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-Oh, vamos, Kayla no seas así de cabezota. Mira, ni a ti ni a mí nos caen bien, y sé que dejaron de ser nuestros padres tiempo atrás, pero siguen ahí y si los podemos aprovechar de alguna manera es de esta, ¿entiendes?

- Que no Caleb, que no. - seguí negando mientras comenzaba a pelar una naranja que había cogido del frutero. - Paso.

- Kayla, por favor, sé realista por una vez. Los necesitamos. - siguió insistiendo mi hermano.

Dejé de golpe la fruta sobre la mesa, no estaba del todo segura de si Caleb llegaba a comprender el esfuerzo que me suponía volver a ver a mis padres, de hecho no teníamos contacto con ellos desde que...nos entregaron por primera vez al Gobierno; y, aparte, descubrir que eran científicos que habían colaborado para crear el experimento que se había llevado a cabo en mí, no ayudó a que mi hermano y yo los perdonásemos.

- ¿Acaso sabes dónde están? - pregunté esperanzada para que contestase con una negativa.

-Sabes que puedo localizarlos.

Resoplé incómoda por la contestación que me había dado y me resigné a lo que Caleb quería, le dije que hiciese lo que quisiese y me fui a mi habitación.

Me dejé caer por completo sobre la cama mientras mi pelo caía tapándome la cara; no sé como se siente una chica de mi edad, en verdad, casi nunca me sentí como el resto, pero...supongo que no es ser un adolescente o un adulto normal, porque cada uno, a nuestra manera, tenemos dudas, preocupaciones...así que, en el fondo, seas o no como el resto, las cosas que acontecen en tu vida te afectarán de la misma que lo hacen sobre la de otros.

Me gustaría decir que soy ese tipo de persona a la que el resto mira con cierta envidia, deseando tener lo que yo tengo, deseando ser capaz de hacer aquello que se me da bien...pero no soy una de esas chicas; al contrario, soy yo la que mira al resto de esa forma, soy la que se pregunta, ¿por qué no yo?

Supongo que estos últimos meses se habían acumulado demasiadas inquietudes en mi cabeza, porque una lágrima se deslizó por mi cara hasta perderse por las sábanas que se amontonaban bajo mi cuerpo. Me incorporé y me sequé la mejilla, me prometí no volver a llorar, aunque, sinceramente, hubo momentos en los que no pude cumplir esta promesa; fui caminando cerca de la pared, hasta situarme en la ventana lateral de mi cuarto, la que daba a la habitación de Darren, quizá si pudiese verle...quizá hiciese que mi día no fuese tan pésimo. Pero no estaba ahí. Volví a la cama a contemplar ese techo tan blanco como la nieve que se acumulaba sobre mi alféizar.


Una cosa tenía clara...nadie había hecho que me sintiese igual que cuando estaba con él, era algo que...no podía explicar, había que vivirlo, pero, el verle reír hacía que se formase una sonrisa en mis labios, el verle feliz, me llenaba y no quería nada más para él, y sabía que no lo conocía, o que lo conocía pero no lograba acordarme de qué, pero eso era suficiente para mí, si él era feliz, yo también.

Alguien llamó a la puerta, y por alguien me refería mi hermano, lógicamente no había nadie más en casa, ni iba a haber. Entró sin que contestase.


-La madre del chico está abajo. Sal. - dijo secamente.


Me levanté a regañadientes de la cama, me puse la primera sudadera que encontré tirada por el armario y bajé para ver que quería la Sra. West que me recibió con una gran sonrisa.


-Hola, querida, ¿qué tal estás? - aunque no me dejó contestarle ya que siguió hablando. - Darren me ha dicho que me pase para decirte a ver si te gustaría venir a cenar y ver una película con él.


- No va a ir. - dijo mi hermano que había bajado de mi habitación mientras bebía un vaso de agua en la cocina.


- ¡Caleb! - le dije indignada a lo qué el contestó entrecerrando los ojos.


- Venga, querido, es ver una película... - intentó convencerlo la madre de Darren.


-Mire, le entiendo Sra. West, sigo siendo joven, como su hijo, y yo cuando he invitado a alguna chica a ver una película en mi casa, no es precisamente para verla. La película...digo. - especificó aunque ya le habíamos entendido, perfectamente.


- Oh, venga, cariño, déjela venir. Ninguna de sus preocupaciones se va ha hacer realidad, porque voy a estar yo en casa, y no voy a dejar que nada de lo que te estás imaginado suceda. - dijo guiñándome un ojo, lo que me hizo dudar de si lo decía en serio o tan solamente intentaba convencer a Caleb.


-Venga Caleb...porfa.


- Como me entere de que... - no le dejé continuar porque le di un enorme abrazo, al que el correspondió con un beso raspándome la mejilla.


- Ten cuidad, Kelly. - dijo lentamente mi nombre falso, para recordarme de que no cometiese ningún fallo y pudiésemos quedarnos en aquel pueblo.


Me arreglé rápidamente en el espejo de la entrada y seguí a la Sra. West hasta su casa.


- Está en el garaje, cariño. - me dijo mientras ella entraba al porche.


Rodeé el jardín y me dirigí a la parte trasera de la casa. Vi como Darren sacaba la cabeza del capó del coche que supuestamente estaba arreglando y me sonreía mientras se rascaba la nuca, no cambiaría esa manía nunca. Al retirar la mano de su cuello se manchó la cara de grasa lo cual hizo que me llevase la mano a la boca para contener una carcajada, él me miró extrañado mientras se acercaba...


La película me iba a gustar, estaba segura de ello.














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