Me desperté de golpe, sobresaltada, aún con la piel de gallina debido a las imágenes que habían aflorado simultáneamente en mi cabeza, desconcertándome e incluso atemorizándome. Los últimos días habían sido ciertamente estresantes, me había vuelto a desmayar sin razón aparente, aunque creía que Caleb sabía el motivo de estos desmayos y nunca me lo había explicado, luego estaba todo el tema de Darren, el no poder recordarlo con claridad y el haber tenido este "sueño" , que en verdad era un recuerdo, hacían que me estresara más de lo que estaba y que mi estado anímico fuese cayendo poco a poco.
Me incorporé en el sofá intentando hacer el menor ruido posible, no quería despertar a nadie... Darren seguía dormido, "Mejor así" pensé, seguro que me hubiera preguntado que qué tal había dormido y mi respuesta no iba a ser la verdad; ya bastaba de mentirle. Me vestí con la ropa que había llevado la noche anterior y doblé tanto la manta como el pijama y los dejé sobre el sofá que había presenciado mi pesadilla. Corrí hacia casa.
En cuanto estuve a salvo bajo el techo provisional que habíamos encontrado tras una de nuestras huidas, me apoyé sobre la encimera de la cocina y empecé a buscar en mi memoria todo aquello que pudiese tener relación con Darren, un gimnasio mugriento, el Gobierno y yo empuñando una pistola; abría cajones imaginarios en mi cerebro sacando recuerdos que se reproducían frente a mí como si de una película se tratase, cuando consideraba que un recuerdo me era inútil en esa búsqueda personal que me había encomendado a mí misma, lo devolvía a su sitio y lo almacenaba de nuevo.
- ¿Qué haces tan pronto aquí, Kayla? - escuchar mi verdadero nombre me resultó incluso extraño.
- Nada. Intentar recordar. - le contesté a mi hermano.
Me dejó seguir con lo mío mientras él preparaba el desayuno, sabía que cuando me ponía a rescatar memorias si me interrumpían podía quedarme perdida en el recuerdo y no volver al mundo real hasta que este hubiese terminado, si me sobresaltaban no podría controlarlos y todos me golpearían a la vez. Suspiré vencida, no había encontrado nada.
Caleb ya había acabado su desayuno y se dedicaba a fregar los platos mientras me miraba comer lo que él había preparado por encima del hombro; dejó los platos y se sentó enfrente de mí cruzando los brazos sobre su pecho.
- ¿Qué ha pasado? - sinceramente a veces odiaba que me conociese tan bien. No le iba a gustar para nada lo que había sucedido, pero...tenía que contárselo, al fin y al cabo, solo lo tenía a él.
Cuando hube acabado de contarle mi "sueño" mi hermano se levantó tan bruscamente de la silla que ésta se cayó al suelo sobresaltándome y se colocó de la misma manera en la que yo había estado momentos atrás sobre la encimer; se acarició la frente como si eso le ayudase a pensar con más claridad, cosa que dudaba y de repente golpeó una de las puertas de los armarios haciéndole un pequeño agujero.
- Que burro eres de verdad. - le dije poniendo los ojos en blanco.
- Me da igual lo que me digas eh, Kayla. Vamos a ir a ver a nuestros padres.
- Hace mucho tiempo que perdieron ese título. - comenté entre dientes subiendo a mi cuarto.
- ¡KAYLA! - me gritó Caleb.
- ¡¿QUÉ!? - exclamé - Me vas a volver loca, joder.
- Haz una maleta, nos vamos a ir.
Ahí es cuando mi corazón se encogió de tal punto que ni siquiera intenté replicar a Caleb. Me tumbé en la cama y estuve escuchando música hasta que mi hermano llamó a mi puerta.
- Darren está abajo. - dijo apoyado sobre el umbral de mi habitación.
- No estoy aquí. - volví a ponerme los cascos, no sin antes picar a mi hermano, seguía molesta con él. - Además, seguro que a ti te encanta echarlo de nuestra casa.
No me contestó. No volvió a subir. Ni siquiera vino a traerme la comida...en verdad debía de estar muy enfadado, no era propio de Caleb, aunque nos enfadásemos intentaba... él siempre intentaba solucionar todo. Recogí el teléfono y los auriculares, los metí en la maleta que nos íbamos a llevar, bajé hasta la entrada y vi a Caleb cenando ya.
- Ahora vuelvo.
Él levantó el tenedor en modo de despedida y siguió comiendo. Metí las manos en los bolsillos de la sudadera y corrí sobre la nieve hasta la casa de enfrente, Darren se merecía una explicación al menos. Llamé varias veces al timbre hasta que al fin abrieron.
- Kelly. - le oí susurrar mientras cerraba la puerta y se abrazaba a sí mismo para tener menos frío, aunque tan solo iba con el pijama. - ¿ Qué ha pasado esta mañana?
- Yo... - ahí iba otra de mis mentiras. - Caleb necesitaba ayuda con algo del sótano.
- Ya... - sabía que no se lo había creído, en absoluto, pero al menos Darren no volvió a preguntar acerca de eso - Siento si te molestó algo o...
- No, no. - le interrumpí. - Para nada, de hecho...muchas gracias. - le dije sonriendo, aunque enseguida esa sonrisa desaparecería de mi rostro tan pronto como había llegado a él.
- Yo también me lo pasé bien, de verdad. - se rascó la nuca, esa manía suya.
- Darren. - aparté la mirada y la dirigí hacia el suelo. - Creo que nos vamos a ir, o sea... - ni siquiera yo lo sabía.
- ¿Cómo que os vais? - me preguntó sorprendido, tanto como yo lo había estado cuando Caleb me lo dijo. - Si acabáis de llegar, Kelly.
- Que...no lo sé yo tampoco Darren. Esta mañana mi hermano me ha dicho que...creo que vamos a ver a nuestros padres.
- ¿Padres? - volvió a preguntar, sabía tan pocas cosas de mí que a cada una que le decía se extrañaba.
- Sí. Hace mucho que no los vemos y Caleb ha pensado que quizá les haga ilusión vernos - mentira, otra vez.
- Yo...anoche guardé mi número de teléfono en tu móvil mientras dormías...llámame cuando llegues o, no sé, no hace falta que llegues. Sólo llámame, por favor.
Se acercó y volvió a darme un beso en la mejilla...como anoche.
- Adiós, Darren. - dije mientras él me miraba hasta que llegué al porche de mi casa.
Levantó la mano y se despidió de mí por última vez.
En ese mismo instante, una de mis lágrimas se fundía con la nieve sin que yo supiese que aquel frío, aquel lugar y aquel momento me la había robado para siempre.
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Recuérdalo
Novela JuvenilAlguien que recuerda cada momento, alguien que recuerda cada palabra, alguien que recuerda todo. Pero...¿qué es lo que pasa cuando no recuerdas a quien más te importa?