-9- Los recuerdos olvidados.

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Darren tenía vergüenza. Mucha. Y resultaba muy gracioso ver como, de vez en cuando, alguna palabra se quedaba atascada en su garganta.

- Oye, Kelly... - había comenzado a cansarme de ese maldito nombre, por una extraña razón algo me empujaba a desobedecer todos los principio que había aprendido de niña y querer contarle a ese chico todo acerca de mí. - Ya sé que te lo he preguntado varias veces pero... ¿no nos conocemos de nada?

Evitar la respuesta significaba darle la razón, pero si me lo volvía a preguntar después de tanto tiempo significaba que la respuesta que le había dado con anterioridad no le había convencido. Me levanté del sofá y me dirigí a una de las estanterías que tenía en su cuarto, bastante más grande que el mío, y cogí una película que se había caído en una de las baldas.

- No creo, Darren, ya te lo dije... - no podía mentir y mirarle a los ojos, de eso estaba segura - sabes que me mudé aquí hace cosa de...

- Sí lo sé, hace cosa de medio año. - me cortó él. - No sé, Kelly, serán cosas mías, déjalo.

Cerré los ojos y suspiré aliviada sin que él me viera, "Quizá algún día...pueda contártelo" pensé en mi interior; dejé la película donde la había encontrado y miré por la ventana, la misma que había en mi habitación, aquella que se dirigía hacia el bosque, ahora cubierto por el manto blanco de la nieve, Darren no decía nada, pero sabía que no apartaba la vista de mí, como si de esa manera pudiese adivinar aquello que rondaba en mis pensamientos.

Creo que por primera vez en bastante tiempo una sensación que había olvidado por pura necesidad se apoderó de mi cuerpo; el miedo. Se había acomodado en un rincón de mi estómago y me hacía pensar en qué sucedería si Caleb y yo tuviéramos que huir de nuevo, no podría descubrir por qué Darren me era familiar en el fondo o por qué él, tenía la certeza de que nos conocíamos; y pensé aún más allá, ¿qué ocurriría si de verdad huíamos de Roland? No quería imaginar el vacío que reinaría en mí al saber que jamás le volvería a ver, en saber la cantidad de kilómetros que separarían esto que existía entre ambos, ¿habría consuelo o simplemente... la nada inundaría mi interior?

- Kelly... - una mano agarró mi muñeca y me condujo de nuevo al sofá rojo.

Puso una película a la cual no presté mucha atención, a diferencia de él, que le prestó toda , incluso en algún momento murmuraba en lo bajo partes del diálogo entre los personajes, me hacía gracia y él se dio cuenta porque conforme llegaba el final de la película pronunciaba el guión con mayor teatralidad y grandes gestos, lo que hizo que llorase de risa; nos quedamos un momento mirándonos, yo aún lloraba y él se permitió el lujo de secarme la última lágrima que recorrió mi cara.

- Que siempre sea esta la razón por la que llores.

Sonreí, cual idiota, pero...para él era suficiente.

Darren se estiró mientras bostezaba y deshizo la cama.

- ¿Cama o sofá? - me señaló donde estaba sentada.

- Estoy bien aquí. - contesté dándole unas palmaditas al sofá.

- ¿ Segura? No me importa si... - asentí y él calló.

Fue al armario y me sacó un pijama gris con cuadros azules junto con una manta.

- Ten, es de mi madre, tú no has traído así que... - dijo titubeando, me tendió a su vez la manta. - Por si tienes frío aunque la calefacción suele estar dado, pero... ¿soy yo o parezco un idiota perdido?

- La verdad que no. - reí frente a su pregunta tan repentina.

- Bueno, bueno. - se rascó la nuca y se encaminó hacia la puerta. - voy a...cambiarme yo también, así tú...

- Gracias. - le frené antes de que terminase de ponerse rojo.

Me metí dentro del pijama en un abrir y cerrar de ojos y puse la manta sobre el sofá, como Darren tardaba en venir, supuse que querría asegurarse de que cuando entrase, yo ya estuviese cambiada, comencé a ver las fotos que rodeaban su mesilla y armario; en casi todas salía él, lógicamente, junto con un equipo de...no sabía que era, algo parecido al boxeo, también había fotos de él cuando era pequeño, junto con una niña rubia a la que intenté buscar en fotos más actuales, pero no la encontré, me pregunté quién sería.

- Kelly.

Darren había entrado en la habitación sin que me hubiese dado cuenta y se había colocado demasiado cerca de lo que habíamos estado durante toda la noche, contuve la respiración, nunca había estado en una situación como esta, no me había permitido el lujo de...de... Darren bajó la cabeza y me besó en la mejilla, solté lentamente el aire, mientras él se retiraba y me guiñaba un ojo.

- Buenas noches, bicho. - me dijo mientras se tumbaba en la cama.

Fui al sofá sin decir palabra, ¿qué era esa sensación? ¿nervios? No lo sé.

- Buenas noches, Darren. -le contesté al fin mientras cerraba los ojos.


El dormir nunca me había emocionado, de hecho, no me gustaba mucho, cuando dormía no podía controlar mis recuerdos y mi subconsciente hacía que emergiesen a mi memoria, ciertamente, podría decirse que yo nunca soñaba, tan solo volvía a recordar aquellos momentos que más olvidados tenía. Y hoy, por supuesto, no iba a ser diferente. Odiaba esto. Odiaba soñar.

"Ese olor era inconfundible. Eso sí que no podría olvidarlo. Estaba de nuevo en una de las bases del Gobierno, en un gran gimnasio, descolorido y dañado por las humedades que le daban un aspecto lúgubre y desolado. ¿Por qué no lograba saber que era lo que iba a suceder? Si esto era un recuerdo debería saber cuándo y qué pasó, pero... no me acordaba, ¿por qué?

Llevaba un viejo jersey gris, varios días sin poder arreglarme y una pistola en mi mano, ¿acaso estaba intentando huir? Por como me movía sin descanso y la adrenalina que recorría todo mi cuerpo podría decirse que sí. Me había quedado sin una ruta por la que poder escapar y giraba sobre mí misma desorientada intentando buscar una solución, hasta que una figura masculina comenzó a andar hacia mí; no pude descubrir quien era, ya que mis ojos, acostumbrados a la oscuridad del sótano donde me habían mantenido encerrada, aún no se habían adaptado a la luminosidad que llenaba la estancia.

Conforme el hombre estuvo más cerca, mi corazón comenzó a bombear más rápido la sangre si aún podía, la mano que agarraba el arma comenzó a palidecer debido a la fuerza con la que ahora la sujetaba y mi mandíbula estalló a gritos que dejase de apretarla debido al dolor que comenzaba a surgir en ella. Levanté el brazo derecho sin miramientos y apunté con la pistola hacia aquel hombre que se paró en seco levantando las manos, inofensivo, desarmado, solitario...

- Quieto. - le dije.

- Kayla, por favor, no es lo que piensas. - dijo.

No le contesté, seguí mirándolo con los ojos en llamas, cegada por la ira, abrumada por el enfado. ¿Cómo era posible? ¿Qué es lo que estaba ocurriendo?

¿Por qué aquel hombre era Darren? ¿Por qué estaba dudando en si disparar o no al chico de ojos grises? Y... ¿qué es lo que hacía él en el Gobierno?

-Kayla, escúchame.

- ¡No juegues conmigo! - grité mientras mi voz retumbaba por todas las paredes del gimnasio."



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