-2- La partida.

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Recoger las cosas de mi habitación nunca fue fácil...esta tampoco lo fue. Empecé por la ropa, una a una, la doblaba con cuidado, como si esa vez fuese la última vez que las metía a mi maleta de nuevo; oía débilmente como Caleb, en la habitación de al lado, suspiraba casi sin pretender hacerlo; me deslicé suavemente por la moqueta con mis calcetines de rayas moradas y me asomé a su cuarto...mi hermano estaba enfrente del espejo sosteniendo entre sus dedos una fotografía de no hace mucho tiempo. En ella aparecía una chica joven, quizá de mi edad, riendo junto a Caleb, que la miraba agachando la cabeza, ya que él era más alto, le rozaba el pelo con la punta de la nariz...parecían felices...mi hermano parecía feliz.
-¿Quién es? - le pregunté mientras entraba en su habitación y me sentaba en la cama que ya nunca utilizaría.
Mi hermano se giró rápidamente y tiró con indiferencia la foto a la papelera gris que había al lado de la mesa de estudio.
-Una chica, no tiene importancia.
Pero yo sabía que era mentira, siempre que conocía a alguien, que se sentía a gusto en alguno de  los lugares en los que hemos vivido y nos teníamos que ir meses después, fingía como que nada de lo que le había ocurrido allí, como si nada de lo que fuese a dejar atrás, le importase, solamente por mi, para que yo no me sintiese culpable...pero me sentía aún mas. Se alejó del lugar en el que estaba, para dirigirse al armario y empezar a sacar la ropa, me levanté de su cama y cogí la fotografía de la papelera, la alisé un poco y la miré detenidamente...ahora ya no se me olvidaría nunca, nunca se me olvidaría aquella sonrisa tan pura y sincera de Caleb, jamás.
-Toma, - le dije mientras le tenida la foto, la cual él cogió con sumo cuidado - tú no puedes recordar todo, necesitarás algo para hacerlo.
Me sonrió y me abrazó, después me dio un beso en la frente y siguió con su tarea.
-¿Cómo se llama? - pregunté.
-Chelsea. - contestó a secas.
-Es guapa. - seguí hablando, aunque él no tenía intención de hacerlo, así que decidí cambiar de tema. - Bueno, ¿y cuál es nuestro siguiente destino?
-Nos vamos a Roland, en el condado de Story.
-¡¿Iowa?! - grité indignada levantadome de la cama de un salto. - ¿Pero tu sabes como es el tiempo allí?
- Sí, lo sé, Kayla, lo sé... - dijo poniendo los ojos en blanco.
- ¿Cuándo me llevarás a...? ¿Nueva York? Por ejemplo.
- Sabes que allí hay mucha gente, Kayla.
- ¿Y eso no es mejor? Así paso desapercibida.
- Vete a hacer tus maletas, por favor. - dijo cansado.
Le hice caso, Caleb había renunciado a todo por mí, absolutamente a todo y creerme, mi hermano era de esos que podía tener cualquier cosa en la palma de su mano. En este momento se le veía triste, agotado...rendido.
Como a mí.
Cenamos en silencio una pizza de la noche anterior, nos dijimos buenas noches y cada uno nos fuimos a nuestros respectivos cuartos para pasar  nuestra última noche en esta casa. Y por primera vez en mucho tiempo...soñé.
"Caminaba por una calle donde la gente se chocaba conmigo para seguir su propio camino, intenté apartarme de la multitud, nunca me había emocionado estar rodeada de ella, y mucho menos sentirme atrapada como ahora mismo me sentía. Cada vez pasaba más y más personas, y cada vez me sentía mas zarandeada, me cubrí la cabeza con las manos, intentando esconderme, hasta que noté que alguien me agarraba del brazo y me liberaba de mi agonía. Parpadeé varias veces, y me situé, estaba en un callejón que era perpendicular a la calle en la que antes me encontraba, en la cual, la gente seguía caminando desacompasadamente, veía trazos de colores de la ropa que llevaban cada una de ellas, pero ninguna forma definida...hasta que me di la vuelta, un chico, de pelo desaliñado me miraba con una sonrisa de medio lado, parecía divertirse con la escena. No le hablé, era un sueño, ¿para qué voy a hablar con algo que no existe? Pero me quedé contemplándolo, durante demasiado tiempo. El pelo castaño, peinado hacia arriba, como si de un actor de películas juveniles se tratase, le hacía parecer más duro de lo que realmente sería, y sus ojos...sus ojos grises como esas tormentas de otoño, me perforaban con la mirada. Era sencillamente...sencillamente...enigmático. Sacó una de sus manos de los bolsillos y se acarició la nuca bajando la cabeza, al levantarla otra vez me miró fijamente.
- ¿Te acuerdas de mí? - murmuró.
Entonces todo se arremolinó entorno a mi, la calle me engulló, la gente me aplastó y el chico desapareció mientras me despertaba..."
Me incorporé de la cama rápidamente, tan solo con la voz de ese chico en mi cabeza.
- Te recuerdo. - susurré a la oscuridad de mi habitación.

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