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-¡Kayla! - gritó mi hermano desde la cocina.- Vamos, ¿o quieres volver a llegar tarde?
Dejad que me presente, por favor antes de nada, seré breve: Me llamo Kayla Marie Andrews, diecisiete, independiente a más no poder y...el resto lo tendréis que ir descubriendo vosotros.
Mi hermano, Caleb, y yo vivíamos en un  pequeño apartamento a las afueras, donde el ruido de los coches al entrar en la ciudad era amortiguado, en su mayoría, por las gotas de lluvia que caían en el desván debido a las goteras del tejado.
-¡Voy! - le contesté gritando desde mi cuarto.
Bajé las escaleras de dos en dos, tropezándome con cada prenda de vestir que había tirada en ellas; cogí mi bandolera negra al vuelo mientras mi hermano me la lanzaba con fuerza, cuando me la coloqué al hombro levanté las manos indignada hacia él, Caleb sonrió divirtiéndose con mi expresión.
-Eres un completo idiota. - solté mientras salía de casa y él cerraba la puerta tras nosotros.
- Ya...¿pero a que me quieres con locura, hermanita? - bromeó.
-No sabes lo equivocado que estás... - le seguí la corriente.
Si os preguntáis a donde íbamos y habéis supuesto que es al instituto, estáis equivocados, mi hermano ya tiene diecinueve años, así que básicamente eso significa que puede hacer lo que le de la gana, en cuanto a mi...digamos que no me hace falta ir a clase, todo lo que enseñan allí ya lo sabia desde hace años atrás, como una vez le escuché decir a una chica: "no saben donde meternos hasta que cumplamos los dieciocho".
Soy nueva en esto, así que supongo que ahora es la parte en la que tengo que describir a Caleb, ¿verdad? Bueno, pues Caleb es...vale, sé que es mi hermano, pero vosotros queréis saber como es, así que tengo que ser fiel a la realidad. Todo el mundo dice, hemos vivido en muchas ciudades, por lo tanto conocíamos a muchas personas, que era demasiado perfecto para su edad; tenía los ojos verdes, pero de un verde singular, como el de las hojas en primavera cuando están naciendo de nuevo, para volver a morir con el frío del otoño, el pelo corto moreno le acariciaba la frente...él había sido siempre el hermano perfecto, para que me entendáis. En cuanto a mí...bueno, no soy nada del otro mundo, pelo moreno liso, con un mechón teñido de rojo, cosa que mi hermano nunca aprobó, y con ojos verdes, pero no como los de Caleb, para nada, los míos eran de un verde triste, apagado...sin vida.
-Kayla...- me llamó mi hermano mientras me daba con el codo suavemente en el brazo - vuelve a la tierra..
-Perdona, ¿decías?
- Creo que tendremos que marcharnos otra vez... - dijo a su pesar.
- ¿Tan pronto? Solamente hemos estado dos meses.
-Sí...lo siento, hermanita.
Me quedé varios segundos sin contestarle...tantas ciudades, tantas casas a las que hemos llamado brevemente hogar, tantas historias en cada una de ellas y tantas caras de cada persona que allí conocimos...¿y lo malo? Tantos recuerdos, porque yo...lo recuerdo todo, absolutamente todo.
-Kayla. - volvió a traerme a la realidad mi hermano.
Le miré, directamente a los ojos, y me pregunté si alguna vez encontraríamos un verdadero lugar en el que encajaríamos, nuestro verdadero lugar en este insólito mundo, por él, porque él se merecía una vida, una de verdad...no una en la que siempre estuviese cuidando de mí.
- Sí, Caleb...esta bien, cuando volvamos a casa preparo nuestras maletas
Esta es nuestra vida.
Si la podemos llamar así.

             

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