Capítulo uno

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SAMANTHA

Luego de mucho tiempo, por fin hoy habíamos llegado a Beacon Hills, el pueblo en el que desde este momento, seria mi nuevo hogar.

Me había mudado junto a mis abuelos aquí luego de que ellos se convirtieran en mis tutores legales, pero eso ya es una historia distinta y algo abrumadora para mi.

Estaba terminando de ordenar mi ropa cuando escucho como mi abuela me llama desde la planta baja de la casa diciendo que pronto estaría la comida, así que me apresuro para terminar de ordenar y poder bajar y alimentarme luego de tantas horas de viaje.

Cuando termine, baje las escaleras con algo de apuro para cuando llego a la cocina sentarme junto a mi abuelo en espera de que mi abuela dejara de dar vueltas con la comida y la dejara en la mesa de una buena vez.

-Mujer, no te ofendas, pero tenemos hambre- le dijo mi abuelo con algo de impaciencia

-Vuelve a apresurarme y dormirás afuera Felipe- le respondió mi abuela con enojo mientras que mi abuelo se ponía recto y tragaba duro sabiendo que no era bueno hacer enojar a mi abuela

Yo sin poder contenerme mucho tiempo mas, solté una risa algo fuerte haciendo que mi abuelo me vea mal y mi abuela me guiñara un ojo de forma graciosa logrando que mi risa aumente contagiándolos a ambos, digamos que mi risa es contagiosa.

Luego de que los tres cenáramos como era debido, me despedí de mis abuelos y fui al baño para poder ducharme y lavar mis dientes; cuando acabe me puse de pijama una simple camiseta vieja grande del abuelo y mis pantuflas con garritas para luego encaminarme a mi cuarto y sentarme un momento en el borde de la ventana a ver por ella la hermosa luna que se reflejaba ese día, no sabia la razón, pero la luna comenzaba a tomar un leve color rojo, había escuchado de eso pero como soy muy distraída ya no recuerdo que quería decir, solo que tenia que ver con las tan famosas almas gemelas.

Con un suspiro me encamine a mi cama y luego de ponerme cómoda y abrigarme bien me puse a pensar un poco en aquel tema.

Se dice que en el cuerpo tienes las iniciales de tu pareja, pero yo solo tengo puntos negros repartidos en mi cuerpo, hasta ahora solo tengo tres muy notables, pero los demás podrían ser unos simples lunares, la abuela dice que seguramente soy algo así como un caso especial, pero yo solo creo que significa que no encontrare a mi alma gemela o tan siquiera no existe; si suelo ser algo pesimista aveces pero no puedo evitarlo cuando viví lo que viví con mis padres.

Así que con un leve dolor en el pecho me acurruque mejor en mi cama para luego cerrar los ojos y tratar de dormir sin tener que seguir pensando en aquel tema que ya sinceramente, comenzaba a importarme cada vez menos.

(...)

A la mañana siguiente me desperté gracias a mi despertador personal, mi querida abuela gritando como loca.

Así que con algo de mal humor me levante de la comodidad que me brindaba mi cama para ir hacia mi mueble y comenzar a sacar algo de ropa para el día sin importarme lo que fuera, era algo descuidada con mi ropa, o como yo le decía, era una persona sencilla, realmente lo único que siempre llevaba puesto era mi chaqueta de cuero negra con mis adorados pines, eso si que no me podía faltar jamas, aparte de jamas usar falda, las detesto, con suerte usaba vestidos pero era muy rara vez, así que me podía considerar como práctica en aquel tema.

Luego de cambiarme y ponerme un poco de maquillaje sencillo, acomode un poco mi cabello ondulado para luego bajar con mi mochila en mano hacia la cocina; pues que gran sorpresa, apenas llego aquí, y ya tengo que ir a la maldita escuela.

-Cariño en cuanto acabes tu desayuno tu abuelo te alcanzara a la escuela, ¿si?- me dice mi abuela en cuanto entre a la cocina y comienzo a básicamente tragar el desayuno

Yo simplemente asiento con la cabeza para luego ver como el abuelo entraba en la habitación con cara de no haber dormido, básicamente un zombie se ve mejor que el ahora.

-¿Estas bien abuelo?- le pregunto al ver como cabecea para no quedarse dormido en la mesa

-Si, solo que tuve que arreglar el auto, el muy maldito se descompuso- me respondió con voz totalmente cansada haciendo que mi abuela besara su frente y el le regale una mínima sonrisa

-Si quieren me voy caminando, estas que te caes del sueño- les dije y pude ver como a mi abuela no le gustaba mucho la idea mientras que mi abuelo me veía con algo de agradecimiento

-Gracias cielo, siento que ni siquiera puedo comer- me respondió el con algo de burla mientras mi abuela alzaba una ceja

-Si claro, tu puedes perder todo menos el apetito- le dijo mi abuela con diversión a mi abuelo haciendo que se me escape una gran carcajada, no había cosa mas cierta que esa

-Si, lo acepto- dijo con voz rendida mi abuelo para luego comenzar a desayunar

Yo a los segundos ya había terminado así que me despedí de ambos y salí de la casa comenzando a caminar algo apresurada, la verdad es que me había olvidado de un gran detalle, yo no sabia el camino hacia la escuela, en realidad, no conocía el lugar.

(...)

-Señorita, ¿se encuentra bien?- escucho una varonil voz detrás de mi haciendo que se me ericen los bellos y mi lunar en la nuca comenzara a picar

-Si, solo que estoy algo perdida- le respondo para luego voltear y ver al hombre mas guapo que halla visto en toda mi corta vida

-Si quiere, yo podría llevarla, soy oficial de policía- me dice con una sonrisa de lado, y podría creer que me esta coqueteando pero prefiero pensar que solo es amable

-Claro, se lo agradecería señor- le dije un poco tímida, su traje de policía lo hacia ver muy bien a mis ojos

-Parrish, Jordan Parrish pequeña- me responde para lentamente comenzar a acercarse a mi dirección

-Yo soy Sam- fue lo único que pude articular al ver sus ojos, mierda, creo que lo encontré

-Hermoso nombre- me dijo y sentí como si un elefante comenzara a correr en mi estomago, creo que voy a vomitar arcoíris con dulces

𝐒𝐨𝐮𝐥𝐦𝐚𝐭𝐞𝐬; teen wolfDonde viven las historias. Descúbrelo ahora