CAPÍTULO 9. DOS AÑOS

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Estvieron jugando al ajedrez el resto de la hora, entre risas, peleas, fichas tiradas por las sábanas y una caída al suelo desde la cama por parte de Ari, lo que provocó que los últimos minutos de su rato juntos ambos se estuvieran riendo como si no hubiese un mañana.

Cuando la chica se fue, Damiano notó una especie de vacío en el pecho, se lo había pasado realmente bien. Siempre lo hacía.

El resto de la tarde, fue algo menos divertido, fue a terapia en grupo con Emmanuel, cosa que sabía que le tocaba al día siguiente de nuevo, pero esta vez Ari le había dicho que iría con él, así que eso le animaba un poco.

Pasó una noche algo revuelta. No dejaba de darle vueltas a su conversación con la rubia, y a lo que sabía él de Leo. ¿Por eso la ponía los cuernos? ¿Porque a ella no le apetecía tanto como a él? ¿Porque no era capaz de hacer disfrutar a su propia pareja? Patético.

Y, sin embargo, ella le seguía queriendo. Y seguía luchando por la relación, a pesar de que no la llenase en todos los aspectos. Pero, ¿por qué?

¿Y por qué no lograba imaginar una forma de decirle a Ari lo que estaba ocurriendo sin que ninguno de los dos se enterase de que era él quien estaba dándole la información a la chica? Sabía que era muy cobarde, pero, no podía permitirse el lujo de joder San Remo a Ethan, Thomas y Victoria. Sobre todo a la rubia. Era su sueño desde siempre, y poder participar le había hecho tan feliz... No podía hacerle perder por unos escándalos de mierda, o arriesgarse a ser desclasificado por agararrar del brazo a una chica en una discoteca. El cabrón de Leo había jugado bien sus cartas, sin saberlo.

A la mañana siguiente, durante la sesión con Marion, la mujer pudo notar el nerviosismo y la falta de sueño del chico, pero no había nada que pudiera hacerle. Si Damiano no quería contarle el motivo por el que estaba sin dormir, no lo haría. Tenía que ser él quien se abriera, no debía sacarle ella todo a traición.

El chico se fue a trabajar, algo apesadumbrado, y eso sus amigos lo notaron. Un buen amigo siempre nota cuando algo va mal.

Intentaron animarle, pero, el chico, cansado, se echó a llorar, y acabó por contarles todo. Ethan se quedó de piedra al escuchar que el mismo tío que se habían encontrado en aquel baño era el novio de aquella chica tan maja que habían conocido en el cumpleaños de Thomas.

Todos coincidieron en lo mismo: Ari merecía saber la verdad, y Damiano tenía que contársela. Pero, ¿cómo?

Entre todos, prometieron pensar varias opciones y ponerlas en común al día siguiente. Mientras, Damiano tendría que aguantar con el peso de saber la verdad.

A punto de estallar de los nervios otra vez, Damiano volvió al centro, donde se sentó delante de su plato, mirándolo, como si por observarlo, la comida fuese a desaparecer. Pero no iba a hacerlo, evidentemente.

Estuvo así por un buen rato, hasta que una chica rubia vestida con un chándal rosa atado con muchas cuerdas se sentó delante de él, sonriente, con su propio plato de pollo al curry con arroz. - ¡Hola!

- Hola, Ari. - Respondió él, sin muchas ganas.

La chica se le quedó mirando. - ¿Pasa algo?

Damiano negó con la cabeza, mientras ella le miraba, tratando de comprender lo que ocurría.

- ¿No quieres comer hoy? ¿Es eso?

Damiano volvió a negar, mientras apartaba la mirada, y secaba rápidamente una lágrima traicionera que había salido de su ojo izquierdo. La suma del estrés y de no dormir, más el problema de Ari y Leo... Su ansiedad estaba por las nubes en aquel momento.

La chica se levantó de su asiento, y se sentó en el banco, junto a Damiano, mientras, para sorpresa del moreno, le rodeaba con un brazo, atrayéndole hacia ella. - No hace falta que me lo cuentes si no quieres, pero... A lo mejor nos convendría irnos de aquí y estar un rato a solas, ¿no crees?

LA FORZA DEL COMBATTENTE - Damiano DavidDonde viven las historias. Descúbrelo ahora