La Isla Kyoshi

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En este momento, Aang y sus amigos ya se encontraban yéndose del Templo del Aire del Sur yendo montados en Appa.

Aunque, algo ademas de eso era de que a partir de ahora tenían a un nuevo miembro a bordo, era ni mas ni menos que el lemur que encontraron en el Templo, y al que decidieron bautizar con el nombre de Momo.

Je, vaya que la vida se puede repetir mas de lo que uno se lo pudiese llegar a imaginar.

Aun así, había una persona que ciertamente no estaba exactamente con la mente muy metida en lo que debían de hacer ahora.

Este era el caso de Aang que, después de haber visto el esqueleto del Monje Gyatso no podía evitar sentir que, una arte de el estuviese muy metida en sus pensamientos.

Es solo, de por si fue difícil para el ver esa escena la primera vez, aunque ahora no lo fue tanto aun así no se lo había hecho menos complicado.

La verdad, es que en esta ocasión sentía que debía decirle muchas cosas al que fue como su padre desde que el tiene uso de la memoria, cosas que no fue capaz de decirle en su momento y de los que ahora siente que no lo van a poder dejar en paz.

Sin embargo, sus pensamientos se disiparon cuando sintió una mano posarse sobre su hombro, y es cuando el voltea la cabeza y frente a el estaba Katara que lo estaba mirando fijamente.

-Aang, ¿esta todo bien? -pregunto Katara quien sonaba claramente preocupada.

Decir que el joven Maestro Aire estaba embobado por ver a la joven era quedarse corto, por mas que intentaba no ser tan obvio a veces era mas complicado de lo que en un principio se podría creer.

Y mas, si recordaba las veces en las que sin querer llego a echar a perder las cosas por no saber acomodar sus emociones llego a decir y a cometer muchas tonterías. 

Bueno, ya era el momento de mejorar en eso, aunque sea intentarlo.

-Ah, si no te preocupes, es solo que... -decía Aang hasta que se detiene por un momento a la vez que agacha un poco su mirada. -Ah, yo se que en la vida todo ocurre por algo, eso es algo que desde hace tiempo he tenido la dicha de entender pero, aun así... ah aun así no deja de pesar en el interior. -termino de decir el Maestro Aire a la vez que ahora su mirada ahora se dirigía directamente hacia el cielo.

Con lo que acababan de escuchar, tanto Katara como Sokka sabían bien de lo que el Maestro Aire estaba hablando, era claro que el haber estado congelado dentro de un iceberg por mas o menos 100 años para luego despertar y descubrir que toda su cultura fue reducida a cenizas no estaba siendo de las experiencias mas fáciles, ni para el ni para nadie.

-Aang hay una pregunta que he querido hacerte, digo si es que no tienes ningún problema en contestar. -dijo Katara atrayendo la atención del mencionado quien solamente volteo y le hizo una seña para que siguiera. -¿Porque cuando nos conocimos no dijiste que tu eras el Avatar? -pregunto sin mas.

Para Aang, eso se termino sintiendo como un condenado deja vu, sin duda el tener que haber reiniciado el tiempo desde el momento en el que despertó del iceberg ya lo estaba empezando a seguir, y seguro que aun faltaba mas.

-La verdad, es que desde el primer momento en el que me dijeron que yo era el Avatar, realmente me termino preocupando porque fue algo inesperado y, es que desde ese momento todo a mi alrededor termino cambiando y, comencé-Y a sentir que el saber que tenia esa enorme responsabilidad sobre mi iba a dejar en claro que... ah, que a partir de ese momento mi vida no iba a ser la misma. -termino de decir el joven Maestro Aire a la vez que comenzaba a sobarse lo que era el puente de su nariz.

Antes de que siquiera alguno se empezara a dar cuenta, el ambiente ya se acababa de poner en un muy fuerte silencio, como si ya nadie fuera capaz de pronunciar palabra alguna después de lo que se acababa de comentar.

Avatar: El Renacimiento de Aang.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora