Dónde Hyunjin apuesta gustarle al lindo omega malhumorado y distraído del club de teatro.
⌧ Hyunho
⌧ Chanlix
⌧ Jeonsung
⌧ Changmin
⌧ Hilo y narración.
⌧ Intento de comedia.
Idea totalmente mía.
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Minho había estado algo nervioso y necesitaba irse rápido para poder ver si aquella caja que había visto en la mañana aún estaba ahí.
El día era frío, pudo dejar que su sudadera tapara a esos pequeños que estaban ahí.
—Eso es todo por hoy—dijo el profesor haciendo que el castaño saliera del salón con rapidez.
Fue a la cafetería a comprar una leche y compro también vasos desechables, tendría que ir a comprar comida para los pequeños. No entendía como la gente podría abandonar a esos pequeños seres en una caja sin nada que los pueda ayudar a protegerse del frío.
Tal vez iba demasiado ocupado pensando en que haría para ayudarlos que chocó con una chica alta de cabellos rubios que lo veía con la ceja alzada.
—Lo siento mucho—dijo de forma rápida haciendo una reverencia. No dejo que le contestara y salió corriendo, no tenía todo el tiempo del mundo para hacerlo.
Cuando llegó a la caja que estaba afuera de la facultad decidió meterla a la escuela y llevarla a la parte de atrás de los salones de economía. Colocó la caja debajo de uno de los árboles, los pequeños chillaban de hambre.
—Les traje leche—con suavidad hablo cortando el vaso a la mitad y echando la leche en el—Aun son un poco pequeños y no sé que tipo de comida pueden comer.
Con cuidado saco a los dos gatitos que con tropezones llegaron a la leche bebiendo de ella con rapidez, eran delgados... Estaban desnutridos.
Minho acomodo su sudadera dentro de la caja a manera de que cuando los dos gatitos se acostaran estuvieran calientitos. Saco su celular y vio la hora aún faltaban 20 minutos para su siguiente clase.
No podía llevarlos a su casa, su madre era alérgica a los gatos por ello a pesar de sus inmensas ganas de criar uno no podía, tampoco podía decirle a sus amigos que se encargaran de ellos y no quería llevarlo a un albergue.
Su madre lo tenía que perdonar por esto que haría.
—Aquí estás—la voz gruesa de Felix lo hizo voltear viendo que su amigo se acercaba a él—¿Qué haces?
—¿Cómo me encontraste?—preguntó acariciando el lomo de uno de los gatos.
—Aquí siempre vienes cuando algo malo pasaba—contesto pasando su vista a los bonitos seres que se encontraban tomando leche y buscando con ímpetu que su salvador los acariciara.
—Son hermosos—dijo el pecoso acariciando la cabecita de uno de ellos—¿Estaban aquí?
Nego con la cabeza, tenía un semblante triste:—Estaban a lado de unos botes de basura en la mañana, los traje aquí apenas.
—Maldita gente—el rubio miro al otro gatito que se acercaba a su hermano para jugar—¿Qué vas a hacer?
—No sé, no puedo llevarlos a casa y tampoco quiero llevarlo a un albergue. Ya veré qué hago—los metió con cuidado tapándolos con su sudadera—Vendre por ustedes más tarde.