Capítulo 3. Mentiras piadosas

697 85 12
                                    

Disclaimer: Naruto le pertenece a Masashi Kishimoto, pero este fic es mío y fue creado sin fines de lucro.

Advertencias: Esta historia es para mayores de edad pues contiene bastantes momentos eróticos y quizá un poco de masoquismo.

La primera parte en cursiva, son parte de los recuerdos de Kakashi sobre la misión previa que tuvo donde conoció a Hanare y que lo atormentan. 

.

– Mira – decía Hanare señalando un grupo de luciérnagas que iluminaban la orilla del río.

Kakashi las contempló, eran pequeñas luces amarillas que danzaban sobre el agua.

– Creo que son muy vanidosas – comentó él. Ambos estaban sentados a la luz de la luna, disfrutando de la brisa y de la compañía mutua.

– ¿Por qué lo dices? – preguntó ella con curiosidad.

– No se alejan del agua para contemplar su propia luz en ella – la chica soltó una suave risa ante la respuesta.

– Pienso que no es del todo cierto, ellas aman el agua que da vida y les gusta cómo se ven juntas – Kakashi continuó en silencio y ella carraspeó –... es como tú y yo. Me gusta estar contigo, me gusta la persona que soy cuando estoy contigo. Y quiero disfrutar mientras estemos juntos, porque quizás no dure mucho. – lo último lo dijo con voz más baja, como si callarlo fuera a evitar una futura despedida.

– ¿A qué te refieres? – preguntó el ninja mirándola fijamente. Ella sonrió.

– Eres un ninja de Konoha, no puedes quedarte para siempre. Y yo no puedo abandonarlos a ellos – se refería a las personas y niños de su pueblo.

– Podría ir pensando en el retiro y ayudarte– dijo avergonzado, mientras rascaba su nuca y sonreía. Ella volvió a reír y recargó su cabeza en el hombro de él. Kakashi era tan... cálido y sincero.

.

.

.

Su sistema nervioso estaba a punto de colapsar. Aun recordaba todas las sensaciones nuevas que el peliplateado le había proporcionado. Hasta sus demonios internos la dejaron en paz para que pudiera concentrarse en el placer y el dolor de cada rasguño y mordida en su piel...

Habían pasado tres días desde aquella noche en que Hinata provocara a su compañero. Porque sí, ese había sido su objetivo; deseaba ser egoísta y sentirse querida. Pero en estos momentos se golpeaba mentalmente, había estado a punto de arruinarlo todo. Se suponía que tenía una misión, la cual implicaba casarse... llegar intacta al altar.

Por ello cuando Kakashi Hatake se hacía cargo de los maleantes, sus demonios personales regresaron a su mente y corazón, con nuevos reclamos y remordimientos. Con dificultad caminó hasta llegar al lado del caballo Mitzuki y una vez que se encontró con el frío de la noche sobre su cuerpo caliente, reparó en las consecuencias de lo que estaban haciendo.

Lo peor de todo era que ella realmente lo quería experimentar. Quería terminar lo que esa noche había comenzado, pero su naturaleza tímida e insegura la había invadido. No podía ver a los ojos al shinobi e impuso una distancia mínima de dos metros entre ellos al caminar. Con una rutina que no necesitaba de palabras se aburría y suspiraba a cada momento, deseaba llegar pronto al palacio del señor feudal donde por lo menos estaría rodeada de otras personas y la incomodidad dejaría de asfixiarla.

Ya iban a la mitad del camino, ya habían viajado durante ocho días y quizás en cinco o seis estarían en la capital del país del fuego.

.

HeridasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora