Nuestro secreto, el que nunca debió de serlo, porque nos lastimo, sabíamos que los ojos de los demás voltearía a vernos, igual que las bocas que pronunciaban las palabras que resultarían en nuestros oídos, como heridas abiertas, tomamos valor y coraje, pero no sirvió de nada, pues todo estaba en nuestra contra.
Seguía anhelando aquel día en que camináramos de la mano, sin críticas que nos volvieran inseguros y por fin fuéramos felices.
Era complicada nuestra situación, pero luchábamos para este amor no acabar, pero nada dura para siempre y empezó a consumirse lentamente, hasta que no quedara nada.
Procuramos entre lágrimas que salían sin motivo silenciar lo ocurrido y fingir que nunca nos conocimos, mientras recordábamos con melancolía, esos recuerdos que algún día nos hicieron felices.