Insectos en el espejo.

349 8 0
                                    

Lo mas conveniente era revisar el terreno que debía recorrer; "es como una lección de geografía", pensó Alicia, alzándose sobre las puntas de sus pies con objeto de abarcar una mayor extensión de terreno... "¿Ríos principales?: ninguno. ¿Montañas principales?; bueno, pues esta en la que me encuentro es la única que existe; aunque no creo que se le pueda dar el nombre de montaña. ¿Ciudades principales?...bueno, de eso ni hablar... ¿Qué serán esos pequeños bichos que aquí abajo hacen miel?... No es posible que sean abejas aunque la verdad es que yo no he visto nunca una abeja a menos de un kilómetro de distancia."
Así permaneció durante un buen rato contemplando una de esas criaturas que iba y venía entre las flores e introducía su trompa en ellas... "como una abeja normal y corriente", pensaba Alicia. Pero en realidad aquel bicho era completamente distinto a una abeja normal Alicia se negaba a creer lo que veían sus ojos pero finalmente tuvo que aceptar la evidencia pues aquel ser era nada menos ¡que un elefante!
Como lo veía revolotear a lo lejos se le ocurrió que aquellas flores debían de ser enormes. "Algo así como grandes salones sostenidos por tallos.. ¡Que cantidad de miel han de producir!... Creo que voy a bajar...¡pero no, todavía no!", dijo, deteniendose en el preciso instante en que se levantaba para correr colina abajo por lo que se puso elaborar algunas ideas que pudieran justificar sus miedos: "Sería imprudente bajar así nada mas, sin una buena rama con la que pudiera protegerme.
Sera muy divertido cuando me pregunten que pasó en este paseo y yo les contase: "¡Fue muy agradable, solo que hacía un calor infernal y había mucho polvo en el aire... ¡Además de esos elefantes voladores tan fastidiosos...!"
"Creo que voy a bajar por la cara opuesta a la colina -decidió Alicia-, la visita a los elefantes voladores puede dejarse para después..., la verdad es que tengo muchas ganas de llegar a la tercera casilla."
Esta fue la mejor excusa que encontró para no enfrentarse a los elefantes, y entonces se puso a correr colina abajo, cruzando de un salto el primero de los riachuelos.
* * * * * * * * *
-¡Billetes por favor!-, dijo el inspector, asomando la cabeza por la ventanilla; entonces todos los pasajeros tendieron sus billetes, pero estos eran mas o menos del tamaño de la gente, así que ocupaban una buena parte del vagón.
¡Vamos, niña, enseñame el billete! -dijo el inspector de muy mal talante, y entonces muchas voces dentro del carro repitieron:
-¡Date prisa, niña, que el tiempo de este viaje cuesta mil libras por minuto! (parece el coro de una canción, pensó Alicia).
-¡Lo siento! -dijo Alicia con mucha timidez-, pero no tengo billete; sucede que no había taquilla en la estación donde abordé el tren - y de nuevo se escucharon los coros-: ¿Como que no había taquilla?, ¡si ahí el terreno cuesta mil libras por centímetro cuadrado!
-¡No hay excusa que valga! -dijo el inspector-, pues bien podrías haber comprado el billete al mismo conductor -y el coro agregó-: Ese es el que conduce la locomotora... ¡Y el huno cuesta mil libras por voluta!
Alicia se dio cuenta de que no valía la pena hablar en estas circunstancias, y esta vez las voces no corearon nada, puesto que ella no había hablado; pero Alicia descubrió con sorpresa que todos se pusieron a pensar en coro(ojalá se entienda lo que significa pensar en coro)
-Es mejor no decir nada -pensaron-...¡Cada palabra cuesta mil libras!
"¡Esta noche voy a soñar con las famosas mil libras!" pensó Alicia.
Mientras le hablaba, el inspector había estado observando a Alicia detenidamente, primero auxiliado por un telescopio, después con un microscopio, y finalmente con unos gemelos de teatro. Cuando pareció terminar su auscultación, le dijo:
-Te equivocaste de dirección - y entonces cerro la ventana y se marchó tranquilamente.
-Siendo una niña tan tranquila e inexperta -dijo un señor que se encontraba en el asiento de enfrente y estaba vestido totalmente de papel blanco- por lo menos deberías saber en qué dirección va el tren aunque seas tan lerda que ignores tu propio nombre.
Junto al hombre de blanco estaba sentado un chivo que al oír esas palabras cerró los ojos y dijo con aguda voz:
-Y por lo menos ella debería saber el camino que conduce a la taquilla, ¡aunque fuese tan tonta que no supiera el alfabeto!
Junto al chivo estaba sentado un escarabajo (por lo visto aquel vagón estaba repleto de pasajeros), y al parecer se había seguido la regla de que cada quien hablase por turnos, a el le tocó participar:
-¡Tendrá que volver al tren en calidad de paquete postal!
Alicia no podía ver quién estaba sentado junto al escarabajo pero escuchó una voz de bajo profundo que anunció:
-¡Ahora toca el cambio de máquina!
"Esa voz suena como la de un caballo", pensó Alicia; pero entonces escuchó otra voz, ahora muy débil, que le dijo al oído:
-Deberías buscar una palabra que rime con "caballo"
Pero un voz muy dulce que venía de más lejos, le dijo:
-Pero habría que conjugarla con términos como "frágil" y "cristalicia".
Otras muchas voces se escucharon por todos los rincones. "¡Cuanta gente hay en ese vagón!" , pensó Alicia. "¡Que vaya por correo! -dijo alguien-, pues con una mirada tan franca se ahorraría el franqueo"..."¡Mejor que se vaya por telégrafo, como si fuera un mensaje!" -dijo otro-. "¡Que sea ella la que remolque el convoy por un rato!" -dijo uno mas, y otros también expresaron lo suyo.
Entonces, el hombre vestido de papel blanco se inclinó hacia ella para decirle en secreto:
-¡ no hagas caso de lo que te digan mi niña lo que debes hacer es sacar un boleto de ida y vuelta en cada parada de esa manera siempre tendrás el que corresponde a la dirección correcta.
-¡Yo no haré una cosa así! - respondió Alicia con exasperación- apenas hace un rato yo me encontraba libre en el bosque ahora desearía es volver allá pues con esta clase de itinerarios no me llevo nada bien.
-Lo que te serviría mucho es hacer un juego de palabras con todo esto -dio la vocecita a su lado-: algo así como: "no hay horario que rime con este itinerario"
-¡ya deja de fastidiarme! -dijo Alicia, con gran enojo y tratando de identificar al dueño de la vocecita aficionada de la poesía -¡Si tantas ganas tienes de hacer rimas, mejor hazlas por tu cuenta!
Entonces la vocecita lanzó un profundo suspiro que expresaba una condición melancólica que Alicia pensé en decirle algunas palabras de consuelo; "¡Si ese suspiro fuese como el de todo el mundo!",pensaba. Pero aquel suspiro había sido tan leve y sutil que apenas perceptible y si Alicia lo oyó fue porque se le había exhalado casi al oído por lo que le produjo algún cosquilleo, lo que hizo que se desvaneciera esa sensación de disgusto que lo había causado lo que suponía que era una criatura ínfima y miserable.
-Yo siento que tu eres una persona amigable -continuó diciendo la vocecita-, y que no serías capaz de hacerme daño, aunque yo sea un insecto.
-¿Que clase de insecto eres tú? - preguntó Alicia muy intrigada lo que le preocupaba era si es que picaba o no
pero no se atrevió a hacerle directamente la pregunta.
-¡Pero como! ¿Es que a ti no...? -comenzó a decir la vocecita, pero se interrumpió por el fuerte sonido del silbato del tren, con lo que Alicia y todos los demás pasajeros saltaron de sus asientos.
Entonces el caballo asomó la cabeza por la ventana, y al volverla a meter dijo tranquilamente:
-No es nada especial, lo que pasa es que vamos a saltar un arroyo.
A todo el mundo le pareció muy normal explicación pero Alicia pensó que era una locura el que un tren fuese a saltar sobre un arroyo aunque al reflexionar sobre ello le pareció que la cosa pudiera ser ventajosa para ella. "Un salto así podría colocarme en la cuarta casilla", supuso sin mucho convencimiento, mas bien como una forma de tranquilizarse. De pronto sintió que el vagón se elevaba bruscamente por los aires y en su desesperación asió a lo primero que encontró que fue nada menos que la barba del chivo.
* * * * * * * * * * * * * * *
Pero sorpresiva mente la barba de chivo se desvaneció al momento de ser tocada y Alicia se encontró sentada cómodamente bajo la fronda de un árbol mientras el Mosquito (que era el insecto con el que había estado hablando), se encontraba en una rama por encima de su cabeza y la abanicaba con el movimiento de sus alas.
El mosquito en cuestión no era del tamaño que es usual en ellos sino que era tan grande qué Alicia lo comparada con una gallina lo que en principio era aterrador sin embargo después de haber estado hablando con él durante un buen rato le perdió todo el miedo y le tuvo la mejor voluntad.
-...¿así que a ti no te gustan los insectos? -dijo el Mosquito, retomando la conversación que se había truncado en el tren.
-Solamente me gustan cuando saben hablar -dijo Alicia-; te aseguro que en el país de donde vengo no hay uno solo que sepa hablar.
-¿Y cuales son los insectos de tu país que mas te gustan?
-Bueno, no es precisamente que me encanten los insectos -le dijo Alicia con sinceridad, lo que pasa es que me dan mucho miedo, sobre todo los que son grandes. Pero puedo decirte los nombres de algunos que no me son del todo desagradables.
-Y ciando tu les llamas, ¿ellos responden por sus nombres? - preguntó el Mosquito.
-No, pues en realidad eso nunca sucede.
-Pues entonces, ¿de que les sirve tener nombres?
-Bueno, a ellos no les sirve de nada, pero yo supongo que si les sirve a las gentes que les ponen esos nombres -respondió Alicia -; si eso no fuese útil, ¿para que tendrían nombres las cosas?
-Yo no tengo una respuesta para eso -dijo el mosquito-; que yo sepa, allá en el bosque, las cosas no tienen nombre. Pero sigue con tu relato de los insectos, que ya nos desviamos del tema.
-Bueno-dijo Alicia-, para empezar, está el tábano.
Claro!- dijo el Mosquito-; vuelve la mirada hacia la derecha y en una de las ramas de ese arbusto verás uno; nosotros le llamamos Clavileño, porque parece que esa todo hecho de leños, trae puesta una especie de clavija en el cuello y vuela pesadamaente de rama a rama.
-¿Y de que vive?- preguntó Alicia.
-De ilusión, savia de las plantas y aserrín- respondió el Mosquito -pero, por favor sigue con tu lista.
-Alicia se volvió para mirar con gran interés al tábano clavileño y se dio cuenta de que su caparazón era muy brillante y parecía pegajoso por lo que dedujo que debía haber sido pintado recientemente; después siguió con su descripción:
-También tenemos el caballito del diablo- Pues mira en esa rama encima de tu cabeza -ahí se encuentra uno, pero el es muy tímido, y se dice que nunca hace travesuras, por lo que aquí se le llama mosquita muerta, o también cabello de Ángel, porque todo su cuerpo esta lleno de esa fibra. Sus alas son de hojaldre, y de diablo solamente tiene su cabeza flamígera.
-¿De que vive? -volvió a preguntar Alicia.
-De croquetas y travesuras; además de que, cuando puede, anida en las cajas de turrones.
-y también tenemos a la mariposa-dijo Alicia-, después de mirar un rato al insecto flamígero y mientras tanto pensaba: "¿No sera por que quieren aparentar que son mosquitas muertas, que a los insectos les gusta revolotear en derredor de las flamas de las velas?"
-Si bajas la vista- dijo el Mosquito-, podrás ver a una mariposa de las que llamamos panticosa, pues sus alas son finas rebanadas de pan con mantequilla, y su cabeza es un terrón de azúcar.
-¿Y de que vive?
-De té clarito, pero con leche.
-Y en caso de no encontrarlo -dijo Alicia- ¿que hace entonces?
-Pues no pasa nada, simplemente se muere -respondió el Mosquito.
-Es probable que esto suceda con frecuencia -dijo Alicia, reflexionando.
-Pasa siempre, fatalmente -respondió categórico el Mosquito.
Alicia se quedó callada por unos minutos cavilando sobre ese tema tan patético mientras el mosquito revoloteaba y zumbaba sobre su cabeza por fin volvió a posarse en una rama cercana y dijo:
-Supongo que no querrás perder tu nombre.
-¡Pues claro que no! -respondió de inmediato Alicia, sobresaltada.
-Pero debes pensar -dijo el mosquito con toda naturalidad- en su será para ti muy cómodo volver a casa desprovista de nombre. Imagina lo que seria cuando la maestra quisiera llamarte para tomarte la lección; ella no tendría mas remedio que decir ¡eh tú, ven aquí!... Y si tu no te encuentras cerca no tendrias que darte por aludida.
-Estoy segura de que eso no serviría para nada -observó Alicia; la institutriz no me perdonaría la lección solamente por no tener nombre; pues gritaría "¡señorita!", como hace la gente del servicio, y como también se me dice de esa manera, pues yo tendría que acudir a su llamado sin remedio.
-Bueno, pero si te gritara "¡chica!" -dijo el Mosquito-, tu podrías hacer como que no entiendes y así eludir la lección. Se trata de jugar un poco con las palabras, eso trae muchas ventajas.
-Bueno, la verdad es que yo soy muy mala para los juegos de palabras -objetó Alicia.
Entonces el Mosquito exhaló un profundo suspiro y algunas lágrimas salieron de sus ojos.
-No deberías hacer chistes con las palabras, si terminan poniéndote tan triste.
De pronto se escucho un melancólico suspiro, pero esta vez era como si el Mosquito se hubiera desvanecido en el aire por efecto de ese suspiro,pues cuando Alicia miró hacia arriba, el ya no estaba; entonces Alicia se sintió que estaba entumecida, pues ya hacia frío, por lo que decidió levantarse y ponerse en movimiento.
Pronto llegó ante un espacio abierto que remataba en un bosque espeso que parecía ser mucho mas oscuro que el anterior, por lo que Alicia se sintió temerosa de entrar ahí; pero después de meditarlo seriamente, decidió que ella no podía dejar de continuar su aventura, y que si ese era el camino que la conduciría hasta la octava casilla, lo seguiría con valor.
"Si éste, como sospecho, es el bosque donde las cosas no tienen nombre, ¿que pasará con mi nombre cuando me interne en el? La verdad es que por nada del mundo quisiera yo perder mi nombre, pues con toda seguridad me darían otro, y lo mas probable es que me asignarían uno muy feo; aunque, por otro lado, seria muy divertido buscar al bicho que supiera mi antiguo nombre; así como se pone en los anuncios de los perros perdidos: Responde al nombre de...¡Que chistoso sería llamar a todo el mundo Alicia hasta que alguien, por fin, respondiera! aunque si se tratara de una persona inteligente, seguramente no respondería."
Así iba especulando de esta extraña manera cuando llegó al borde del bosque sombrío. "En todo caso, es un alivio, pues he pasado tan espantosos calores, que ahora en este... En este..., Alicia se sintió muy alarmada pues que nunca le había pasado que se olvidara de un nombre de esta manera; pero por muchos esfuerzos que hacía, no podía mencionar el nombre del terreno en que se encontraba; pero su desconcierto fue mayor cuando tocó el tronco de un árbol y no supo decir que era lo que estaba tocando. Yo creo que esto no tiene nombre, ¡Seguro que no tiene nombre!
Se quedó un rato como suspendida en sus reflexiones, hasta que de pronto exclamó: "¡Entonces de verdad ha ocurrido!... Yo no soy capaz de pronunciar mi nombre ;yo quiero recordarlo; ¡estoy segura de que si me esfuerzo podré recordar como me llamo!"
Pero de poco le servía esta confianza en si misma, por que después de mucho rebuscar en el fondo de su memoria, lo único que pudo identificar de su nombre fue la letra L, y entonces se dijo:
"¡Estoy segura de que mi nombre comienza con la letra L!"
Alicia estaba en medio de estas tribulaciones cuando de pronto se le acercó un cervatillo que la miró con gran ternura y como de temor.
-¡Ven aquí!, chiquito, ¡ven aquí! -dijo Alicia, tendiendo la mano con la intención de acariciarlo; pero el cervatillo retrocedía ante sus reclamos y solamente la miraba, pero alejado.
De pronto, el cervatillo habló con un tono de voz muy dulce:
-¿Cómo te llamas?
-¡Eso quisiera yo saber! -respondió Alicia, con un dejo de tristeza. - Pero en estos momentos mi nombre es nada.
-¡Eso no se debe decir nunca! -dijo el cervatillo- Mejor piensa hasta que encuentres algo.
Alicia se puso a pensar con ganas realmente de encontrar algo, pero no se le ocurría nada.
-Bueno, por lo menos me gustaría que me dijeras como te llamas tú- preguntó tímidamente Alicia- seguramente eso me ayudaría un poco.
-Te lo diré si me acompañas un rato -dijo el cervatillo-, por que en este sitio yo no puedo recordar mi nombre.
Así se fueron caminando juntos por el bosque, y Alicia iba cariñosamente abrazada del cuello del cervatillo, hasta que alcanzaron otro espacio abierto; entonces él dio un saltito de alegría y se desprendió del brazo de Alicia.
-¡Yo soy un cervatillo! -dijo con gran alborozo- ¿y tú?... ¡Ah, ya sé!: eres un ser humano -pero al decir esto su semblante cambió y reflejando temor, huyó a la velocidad de una flecha.
Alicia lo vio correr y sintió una gran tristeza, pues había abrigado la esperanza de tener un compañero de viaje. "Por lo menos ahora sé como me llamo -se dijo-: ¡Alicia, Alicia!; ya nunca mas lo olvidaré... Ahora, veamos, ¿cuál de esos letreros debo seguir?"
Aquella no era una cuestión muy difícil de resolver, pues no había mas que un camino que se adentraba en el bosque y ambos señalamientos indicaban la misma dirección, por lo que Alicia no tuvo que cuestionarse que rumbo tomar, dejando la decisión para cuando hubiese alguna bifurcación.
Así fue andando por un largo rato, y siempre que se presentaba un cruce de caminos aparecían los mismos letreros señalando hacia el mismo lado:
Uno decía:
A LA CASA DE TWEEDLEDUM
Y el otro:
A LA CASA DE TWEEDLEDEE
"Tal parece que viven en la misma casa-pensó Alicia-... ¡Claro, por que no se me había ocurrido antes!; tengo que darme prisa y llegar allá; llamaré a la puerta y les diré: ¡Hola!, ¿cómo están?... Y entonces les preguntarle si conocen el camino para salir del bosque; ¡ojalá pudiese llegar a la octava casilla antes de que se hiciera de noche!"
Así pensaba mientras iba caminando, pero sucedió que al salir de una curva se encontró de frente con dos hombrecillos regordetes, pero el encuentro fue tan sorpresivo que no pudo evitar dar un brinco; aunque también se le iluminó el pensamiento, por que de inmediato supo que ellos eran...

Alicia a través del espejo: la caza del Snark.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora