I El desembarco

73 4 0
                                    

"!Aquí estará el Snark"!, dijo el capitán,
y a la tripulación hizo desembarcar; su dedo
ensortijaba el pelo de cada marinero,
y así los puso a salvo del peligro del mar.

"¡Aquí estará el Snark!, lo digo dos veces,
y para animarlos eso bastará.
¡Aquí estará el Snark, lo digo por tres veces;
frase tres veces dicha es la pura verdad."

Estaba todo el equipo; había un limpiabotas,
y un sombrerero experto en en gorros y bonetes,
y un Letardo experto en lidiar con discordias,
y un tasador honesto, para evaluar los bienes.

Había también un hâbil Marcador de billar,
que bien sabía hacerse de buena comisión,
más sucedió que un banquero, buena pieza en verdad,
tenía del dinero el más completo control.

Y había un castor que andaba por cubierta,
o en proa, trabajando en encaje, se sentaba solo;
y en un naufragio a todos salvó de segura muerte,
según dijo el capitán, pero nadie supo cômo.

Y había un personaje furioso, porque sus cosas
quedaron en tierra cuando él subió al barco:
el reloj, el paraguas, los anillos, las joyas
y la ropa de viaje que en tierra había comprado.

Eran cuarenta y dos las cajas en total,
bien empaquetadas y con las señas claras,
pero olvidó subirlas, y por esa omisión
en la playa se quedaron en esa ocasión.

Pero la pérdida de la ropa no le importó,
pues llevaba siete abrigos cuando a bordo subiô,
y tres pares de botas; lo malo que pasó
fue que el pobre su nombre en la playa dejó.

Respondiá a un "¡Eh!", o a grito artículado,
cual "!huele a chamusquina!" o "frita pelambrera"
o "cualquier nombre" o "fulano", o "mengano";
y de modo especial: "quienquiera que tú seas."

Para quien guste de palabras enérgicas y duras,
nuestro héroe tenía un amplio repertorio,
pues para los amigos era "Cabo de vela",
y para enemigos "Queso frito".

Desgarbado en su aspecto y de inteligencia escasa
-como seguido decía el capitán-
mas su ánimo perfecto, y eso sobre todo
cuando exige y requiere a un Snark cazar.

Hacía bromas a las hienas, con cierto descaro,
y si alguna lo miraba, su vista mantenía.
Y una vez, con un oso, se fue de gran jolgorio,
para que este pudiera "demostrar su osadía."

Vino de panadero, y confesó de repente
que no era pan lo que hacía, sino pastel nupcial,
aunque para ello le faltaban ingredientes...
"¡Lo hubieras dicho antes!", gritó el capitán.

El último de a bordo era un caso especial,
aunque no era otra cosa que un pobre zopenco;
tenía una idea fija, cuyo nombre era Snark,
y por ello el capitán lo contrató al momento.

Hacía de carnicero y hablaba muy grave,
cuando ya una semana llevaban navegando:
"Yo sólo mato castores, ése es mi único arte".
Y el pobre capitán enmudeció de espanto.

Al fin pudo decir, con voz muy temblorosa,
que a bordo justamente sólo un castor había
cuya muerte para él muy dolorosa sería,
pues estaba amaestrado, y le pertenecía

Oyò esas palabras el castor al azar
y se sintió indignado, postrado de tristeza,
diciéndo que ni el placer de cazar al Snark
podría compensar la funesta sorpresa.

Y decía con firmeza que el carnicero infame
en otro barco debiera viajar, mas esta precaución
no aceptó el capitán: "Si él fuera en otra nave
se perdería el plan de navegación."

"Si es un arte difícil de por sí el navegar,
con una sola nave y sólo una campana,
¿cómo, aunque quiera, me atrevería a afrontar
el riesgo de una empresa por dos veces vana?"

"Mejor será que el castor compre una malla
en un mercado, y que ésta sea a prueba de cuchillos
-opinó el panadero-, y luego que se compre
un seguro de vida, por daños y perjuicios."

Y el banquero propuso, a razonable precio,
alquilarle o venderle, pues quedaba a su arbitrio,
dos pólizas muy buenas: una es contra incendios,
contra daños la otra, por posibles pedriscos.

A partir de aquella fecha aciaga,
siempre que el carnicero paseaba por cubierta,
del castor de cualquier manera la mirada evitaba,
lo que era muestra clara de sus muchas reservas.


Alicia a través del espejo: la caza del Snark.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora