VI El sueño del abogado

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Con cuidado y dedales lo buscan, lo persiguen
con poca esperanza y más de un tenedor,
lo amenazan con acciones de los ferrocarriles;
lo hechizan finalmente con sonrisa y jabón.

Más harto el abogadode probar sin fortuna
que el castor delinquía al tejer su bordado,
se durmió, y en sus sueños surgió una criatura
que en forma persistente su mente había ocupado.

Y en sueños vio que asistía a un tribunal incierto,
en el que un Snark con toga, monóculo, golilla
y peluca, asumía la defensa de un cerdo
que acusaban del cargo de huir de su pocilga.

Lo probaron testigos, sin error ni defecto:
nadie había en la pocilga al levantar el acta,
mas el juez repetía la ley y los preceptos
con una voz muy lisa, monótona y subterránea.

Jamás la acusación fue del todo expresada,
se dice que el Snark habló en un principio;
pero en tres largas hiras nadie adivinaba
el delito que el cerdo había cometido.

Los miembros del jurado tenían puntos de vista
distintos -mucho antes de escuchar la acusación-
ya hablaban a la vez, por lo que nadie entendía
en qué radicaba propiamente la discusión.

"Sabéis...", dijo el juez "¡bobadas, tonterías!"
¡La ley es obsoleta! -interrumpió el Snark-.
"Amigos, déjenme que les diga que el asunto
se funda en un antiguo derecho señorial".

"Es de pensarse que el cerdo haya colaborado,
pero instigado... ¡Nunca, si de tradición se trata
y el cargo de insolvencia desde luego se descarta
si el "no hubo deuda" se anota como cláusula".

"El cargo de deserción, no lo niego ni lo afirmo,
pero lo que su pretendo es que éste sea anulado,
al menos lo que concierne a los costos del jurado,
puesto que el Alibí ya ha quedado argumentado".

"De vosotros depende, con vuestro voto ahora,
la suerte de este pobre". Y al sentarse, cansado,
pidió al juez que en seguida consultara sus notas,
y recapitularan con brevedad el caso.

Mas el juez confesó no tener experiencia;
y el Snark tuvo que ocupar su lugar por lo tanto,
y al sopesar las pruebas logró con mucha ciencia
lo que de muchos testigos no prueba la experiencia.

Mudo ante el veredicto permaneció el jurado.
Pues nadie deletrear tal palabra podía.
Todos al Snark de nuevo suplicaron
que asumiera esta nueva responsablilidad.

Aunque con tanto trabajo se encontraba agotado,
el Snark se encargó de dar el veredicto,
y al pronunciar "CULPABLE", gimió todo el jurado,
y no faltó de entre ellos, quien sufriera un demayo.

Le tocó pronunciar la sentencia al Snark,
ya que el juez, muy nervioso, no podía hablar.
Se levantó y se abrió un silencio sepulcral
en que el caer de una hoja se podía escuchar.

"Esta es la sentencia: ¡Destierro de por vida!
y además cuarenta libras tendrá que pagar."
El jurado aplaudía, y el juez sólo temìa
que la frase no fuera estrictamente legal.

Mas pronto el carcelero mitigò su contento,
cuando les informó, transido por el llanto,
que una sentencia así carecía de sustento,
ya que el cerdo había muerto hace ya mucho tiempo.

El juez, muy enojado, se fue del tribunal,
y el Snark, por su parte, no poco consternado,
siguió hasta el fin gritando, como es habitual
en quien se la defensa recibiera el cargo.

Así soñó el Letrado y así, mientras soñaba,
los gritos le llegaron con mayor nitidez,
hasta que oyó el fuerte sonar de la campana
que el capitán ticaba en sus oídos.

Alicia a través del espejo: la caza del Snark.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora