Lydia

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Lydia Martin, la chica más popular de la escuela secundaria Beacon Hills. Su belleza y su alto sentido de la moda la hacen ser admirada por todos los estudiantes. La rubia fresa le gustaba la atención y tener el control. Sin embargo, también tiene un gran intelecto. Era una persona fría y superficial que a veces puede llegar a ser cruel.

Al ser inmune a la mordida de un Hombre Lobo, despertó un algo dentro de ella; sus habilidades Banshee.

Era muy confuso al principio, con todos los eventos sobrenaturales que se le vinieron encima, pero gracias a que tenía una manada se resolvieron sin problemas. Lydia se abrió un poco más y dejó salir a una chica amistosa y no cruel.

Pero a veces, no puede controlar sus emociones, volviéndose a ser esa chica fría.

Sus padres están divorciados, pero eso no quiere decir que no se la pasaban discutiendo.

Discutían por todo, incluso por las cosas más tontas. Su padre no la veía seguido y cuando la veía siempre hablaba enojado, hablando mal de su madre y desquitándose con ella. Lydia no le daba importancia, lo ignoraba. Pero, una parte de ella le dolía.

Dolía en que su padre no se comportaba como antes. Un padre cariñoso que la consentía, que la llamara "su princesa", ese padre que la amaba por cualquier cosa, se fue convirtiendo en alguien frío y sin corazón.

Su familia se fue desintegrando cuando Lydia cumplió trece años. Las ambiciones, el dinero, el poder fueron la perdición de su padre, alejándose de su familia. Nunca se dio cuenta de cuan daño le hacía a su mujer y a su hija.

Lydia no le gustaba ver a su madre llorar, cuando una discusión terminaba. Le dolía. Su madre hizo todo lo posible para que su familia estuviera unida, pero su padre nunca cambió de opinión. Natalia Martín, se secó sus lágrimas y salió adelante, algo que la rubia fresa admiraba ese lado de su madre.

En la escuela era un martirio para la reina abeja. Estaba más que molesta. Se irritaba con cualquiera que le hablara y, si es el caso, Lydia le decía palabras mordaces, sin importar si hirió a la persona.

La Banshee, no se daba cuenta que sus sentimientos negativos la dominaban y como resultado era una persona sumamente fría y sin corazón.

"¿Qué eres, un niño? Madura de una vez por todas".

"Ya sé porque llamas la atención. Te vistes como una puta".

"Deja de lloriquear, si reprobaste no eres lo suficiente inteligente para estudiar".

"Me tienes harta ¡Deja de hablar!".

"Eres una persona jodidamente indecisa, inmadura e irritante ¡Ya no quiero estar contigo!".

"¡Tu no me entiendes! ¡Si ya no quieres estar conmigo, lárgate! ¡Ya no te necesito!".

– ¡Suficiente! ¡Lydia! – Gritó una voz, frenando las duras palabras de la rubia fresa.

Lydia tenía un ceño fruncido en su cara, pero se quedo callada. Miró con irritación a la persona que la interrumpió: Stiles. Iba a decir algo más, pero el castaño no la dejo.

– Basta, no digas nada más. ¿No ves lo qué estas haciendo? – Lydia desvió su mirada ante la mirada que Stiles le estaba dando; una de enojada y de decepción. La rubia fresa observó a la manada a cambio, no se espero que lo que vio.

Miradas abatidas, disgustadas, ásperas. El trato rudo de Lydia que ha tenido con la manada e incluso con otros estudiantes, fue demasiado lejos está vez. Sus amigos se fueron, dándole la espalda, podía sentir su garganta seca y un nudo en su estómago, ella no estaba pensando en lo que estaba diciendo.

– Vamos. – Stiles la tomó suavemente del brazo, y se dirigieron al estacionamiento. Lydia estaba aturdida, procesando lo que acaba de pasar.

Se subieron al Jeep, y se fueron de la escuela. Stiles se dirigió a una parte de la reserva, durante todo el trayecto no se dijo ninguna palabra, ambos estaban perdidos en sus propios pensamientos. Cuando llegaron, se quedaron adentro del Jeep.

– ¿Qué es lo que te pasa Lydia? – Empezó a decir el castaño, mirando a la rubia fresa, quien miraba al frente sin mirarlo. – Durante los últimos días te has comportado como una matona con todos nosotros e incluso con Derek, que por cierto está decepcionado con tu actitud como yo.

Lydia agachó su cabeza, sus ojos se humedecieron antes las palabras de Stiles, también se sentía decepcionada de sí misma.

– No sé qué te pasó, si estás atravesando por un mal momento, pero al ver cómo te estas comportando fue algo realmente malo. Sin embargo, descargar tus frustraciones con la manada, a todos los que te quieren está completamente mal, no es justo. – Stiles hablaba con voz firme, pero a la vez suave. – Si sigues así, llegará un punto que ya no confiaran en ti y se apartaran de tu lado ¿Eso es lo qué quieres? – Lydia negó con la cabeza mirando a Stiles con ojos llorosos. – Entonces ¿Qué sucede?

– Yo...– Empezó a decir con voz temblorosa. – Ya no aguanto, los gritos, las quejas de mi papá. – Decía entre sollozos. – Yo solo quiero que mi papá vuelva a ser como antes. Estar con él, que me escuche, que me quiera, solo lo quiero de vuelta. – Lloraba al pensar en su padre, se dio cuenta que está haciendo lo que su padre le hace a ella, descargando sus frustraciones y apartando a todos.

Stiles salió del Jeep, Lydia se estremeció ¿Ya no la quería? Sus pensamientos fueron interrumpidos cuando la puerta del Jeep fue abierta. Unos cálidos brazos la abrazaron, Lydia se aferró a Stiles refugiándose en esos brazos.

– Te entiendo Lyds. – Dijo en un susurro suave el castaño. – A veces, mi papá descarga sus frustraciones en mí.

– ¿Enserio? – La voz de Lydia sonaba amortiguada, ya que su cara estaba enterrada en el pecho del castaño, quien tarareó afirmando lo que dijo. – ¿Cómo lo lidiaste?

– Al principio me sentía muy mal. Me culpaba a mi mismo por lo que le pasaba a mi papá, hasta que me apoyé en personas que me quieren y me hicieron saber que no era mi culpa. – Stiles se apartó un poco y levantó la cabeza de Lydia. – Me di cuenta de que hablando con alguien a quien confías y quieres, ese peso que llevas se aliviana y puedes respirar una vez más. Guardarse esos sentimientos te desgastan por dentro. No estás sola Lydia, hay personas que te aman y están dispuestas a escucharte. – Stiles limpiaba las lágrimas de la rubia fresa con suavidad y cariño.

– Gracias. – Dijo Lydia abrazando una vez más a Stiles. El castaño acarició los largos cabellos de la rubia fresa.

– Si te sientes frustrada, enojada. Te escucharé, todos lo haremos. – Stiles acurrucó más a Lydia en sus brazos.

– Lo haré.

– Bien, vamos a loft. Tienes que disculparte.

El corazón de Lydia se sentía más ligero, llenó de amor y cariño. No estaba sola, tenía personas preciosas a su alrededor y casi, por un descuido estuvo a punto de a apartarlas de su lado. No cometería el mismo error, ahora ella tenía una gran familia. Y los amaría por siempre.

 Y los amaría por siempre

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En el siguiente será Jackson ;)

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