Boyd

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Boyd caminaba sin rumbo fijo por las calles de Beacon Hills. Quería escapar del campo de guerra que era su casa.

Las peleas constantes, los gritos llenos de malicia e hirientes, jarrones rotos. Eran casi todos los días en la casa de Boyd.

Vernon Boyd, un chico solitario que no encajaba en ninguna parte, hasta que conoció a Derek Hale, su Alfa. Quien le ofreció un lugar en donde podía pertenecer. Nunca se arrepintió de ser un Hombre Lobo, aunque hubo dificultades en el camino, logró superarlo junto con su manada, ahora podía sentir que por fin pertenecía en un grupo.

Suspirando melancólicamente, Boyd tenía la cabeza en otro lugar. Hoy era el aniversario de la muerte de su hermanita Alicia. Su familia nunca habla de ella, era como si nunca existió y eso para Boyd le oprimía el corazón. Si alguien la mencionaba empezaban a gritar y a pelear.

Su pequeña hermana era alguien alegre, risueña, aventurera. Siempre tenía una sonrisa en su cara, le gustaba patinar, era como una pequeña hada, danzando mientras patinaba sobre el hielo. Eran muy unidos, y cuando sucedió la desgracia su mundo se derrumbó y una parte de él se fue con ella.

Quería hacer algo por ella. Se detuvo y miró a la tienda frente a él: una florería. Entró y lo invadió una variedad de olores, le picaba la nariz, no pudo evitar estornudar. Cuando le dejó incomodar la nariz, vagó por la tienda mirando la variedad de flores que hay en el lugar.

Se detuvo cuando miró las margaritas, había blancas, rosas, amarillas, de muchos colores. Le recordaron a su hermana, tomó una y se la quedó mirando.

Boyd no sabía que hacer, siempre en el aniversario de Alicia se quedaba encerrado en su habitación ahogándose en su silencio, hasta que se terminará el día, y ahora que quiere hacer algo, estaba perdido.

– ¿Boyd? ¿Estás bien? – Una voz lo sacó de sus pensamientos regresándolo a la realidad. No se había dado cuenta que ejerció demasiada fuerza en su mano que acabo destruyendo la flor.

– Yo...eh...yo estoy bien Stiles. – Dijo dudoso Boyd mirando al castaño, quien lo miró sin creerle nada. La mirada de Stiles ponía nervioso al Hombre Lobo.

– ¿Estás comprando flores para Erica?

– No, Derek está ayudando a ella y a Isaac a medir su fuerza.

– ¿Y tú ya lo dominaste?

– Si, fui el primero.

– ¡Felicidades, Boyd! Se que es muy difícil para ustedes y que lo dominaste en poco tiempo es un gran logro. – Elogió Stiles con una amable sonrisa adornando su rostro. Boyd se sintió algo tímido y a la vez gratificante en recibir cumplidos, lo llenaba de gozo.

– Gracias. Y ¿Qué estás haciendo aquí?

– Comprando algunos lirios para mi mamá. – Dijo Stiles con una sonrisa nostálgica y mirando las flores. – Siempre cuando la visito le compró flores, los lirios son las favoritas de mi mamá.

Boyd se quedó callado, mientras su mirada se dirigía hacía las margaritas frente a él. A una edad temprana, Stiles también perdió a alguien importante; su madre. El Hombre Lobo podría abrirse con el castaño, no sabía porque, su lobo se sentía feliz estando cerca.

– Hoy.... – Empezó a decir Boyd, algo nervioso. – Hoy es el aniversario de la muerte de mi pequeña hermana. Y mi familia no hace nada para recordarla. Yo... no sé qué hacer. – Dijo afligido.

– Te entiendo. Mi padre... aún le resulta difícil la muerte de mi mamá. – Dijo Stiles soltando un suspiro, Boyd podía oler la tristeza en él. – Yo tengo pocos recuerdos de ella, pero con esos recuerdos los atesoro. Voy a su tumba, siempre le dejo sus lirios y hablo con ella. Siento que mi mamá esta a mi lado y eso me consuela. – Miró a Boyd con ojos amables. – ¿Quieres venir conmigo?

– Si.

Stiles y Boyd salieron de la florería, llevando consigo un ramo de hermosos lirios y un ramo de alegres margaritas de muchos colores. Llegando al cementerio Boyd acompañó a Stiles a la tumba de su madre.

– *Cześć mamuśka. – Empezó a hablar Stiles, sorprendiendo a su acompañante. – Hoy traje un amigo conmigo. – Le dedicó una sonrisa al Hombre Lobo.

Stiles habló mientras limpiaba, cambió las flores secas y colocó las nuevas. Sintieron una ligera corriente de aire, acariciando sus rostros, dándoles una sensación de paz.

Cuando el castaño terminó, acompañó a su amigo. Llegaron a una pequeña lápida, Boyd se le estrujó el corazón al verla toda descuidada, se sentía culpable. Stiles al verlo tan angustiado, dio el primer paso. Quitó las plantas y hojas secas.

– Hola pequeña Alicia, soy Stiles un amigo de tu hermano. – Habló suavemente Stiles. – Hoy tu hermano te trajo algo. – Stiles se colocó a un lado de Boyd, colocando una mano en su espalda, quien podía sentir la cálida sensación que le transmitía.

A paso lento, Boyd colocó con delicadeza las flores. Una vez más una corriente ligera de viento, los tocó.

– ¿Ahora qué es lo que hago? – Preguntó como un niño confundido.

– Solo habla con ella. – Stiles sonrió de manera afectuosa tranquilizándolo.

– Hola Ali, perdón por no venir antes. – Boyd empezó hablar con voz temblorosa. Stiles lo iba a dejar para que tuviera un momento de privacidad, pero Boyd le toma de la mano.

– Quédate.

Estuvieron un rato en el cementerio, Boyd le contaba a su hermana todo lo que había pasado. Stiles lo consolaba cuando el Hombre Lobo se le cortaba la voz por las lágrimas, no soltó su mano.

 Stiles lo consolaba cuando el Hombre Lobo se le cortaba la voz por las lágrimas, no soltó su mano

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*Cześć mamuśka: Hola mamá.

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