Las primeras palabras (Planta baja)

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El miedo recorría mi cuerpo al ver que mi única posibilidad de escape que había pensado, era inútil y además de que, aquellos guardias gigantescos tenían ojos, nos miraban, pero no hacían nada, no lo entendí muy bien hasta que los miré más detenidamente, dándome cuenta que esos guardias solo eran obstáculos que creaba aquel muro carnoso que tapaba las ventanas, era asqueroso, no podía dejar de mirarlo, era así hasta que aquel chico tiró de mí y empezamos a caminar hacia una sala donde nos encerró a los dos. La sala era totalmente blanca y había una camilla en el centro, con unas cámaras en las esquinas, tenía muchas dudas del lugar, pero antes de darme cuenta, ya me estaba dando todas las respuestas, escuché su voz decir: "No se si seas nuevo en la ciudad, pero aquí no tenemos ningún manicomio, así que a veces, cuando se debía tratar a alguien con problemas, para no asustar a la gente, los traían aquí, un lugar donde el sonido no puede escapar de la sala y está protegido por si, por alguna casualidad, alguien nos persiguió."

Escuché aquella serena, fría y directa voz, era algo ronca para aparentar tener apenas diecinueve. Al sentirme libre de hablar extendí mi mano izquierda (Soy diestro, pero no pienso tocar su mano medio transformada), y, tranquilo, me presenté: "Muchas gracias por todo, apenas llevo unos minutos despierto, mi nombre es Alexis, veinte años ¿Tú hace cuanto te despertaste?". Era amable, me dio la mano, formando media sonrisa, era escalofriante por su rostro, luego tan solo habló: "Llamame Rick, del segundo piso, llevo despierto creo que una hora, pero solo me estaba escondiendo, no se si hay objetos importantes, solo se que no hay una salida segura". Eso realmente me hizo sentir un vacío en el pecho y me senté en la camilla, era algo cómodo ver un lugar sin sangre ni carne, no podía aguantar más aquellas vistas y todo eso, solo me producían náuseas pues, aunque me cueste admitirlo, eso se parece demasiado a un conjunto de personas fusionadas, o sea, lo que antes era gente… No puedo pensar más en ello, sólo me tumbo mirando al techo y Rick, de mientras, parece apuntar algo, pero aún así, no le quiero dar mucha importancia y cierro los ojos, al estar un rato viendo la oscuridad, imagenes de como aquel monstruo se comía a un superviviente me altera, sobresaltándome de la cama, con una respiración agitada, estaba pálido, resulta que me quedé dormido y Rick, también, por suerte no hice ruido y no lo desperté. Él deja un charco de aquella baba en el suelo, es asqueroso ¿Se habrá quedado dormido alguna vez aquí? Y si es así ¿Cómo limpia solo la baba?

Ahora que me he calmado, investigo la habitación, es algo incómodo, es todo blanco y silencioso, no hay nada que hacer, ni ver y el pensar empeora mi estabilidad mental, no me gustaría volverme loco en un apartado de manicomio de un hospital. Bien, entonces, ahora que tenemos un momento de paz, prefiero recapacitar un momento en lo que sabemos, veamos, tenemos a las "Bestias Carnosas" son ciegos, velocidad media y tienen buen oído; El "Corredor Carnoso" son rápidos, ágiles, ciegos y tienen un chillido de aviso, para juntar a todos los posibles, no se su punto débil; El "Muro Carnoso" parece ser más que nada un conjunto de la carne, órganos, músculos, de las víctimas, al mismo tiempo que tiene aquella esencia que les da vida; y, finalmente, "Los guardias" esto son como los pilares del Muro Carnoso, pero esos si muestran vida inteligente, tienen ojos, huesos de armadura y piel, son gigantes, pero, no parecen poder moverse, están conectados al muro. Eso es lo que me he encontrado y espero que no hayan más, sinceramente. Ya lo he decidido, para sobrevivir necesito algo para defenderme, debo buscar algún arma o algo con lo que poder golpear, así que silencio, abro la puerta y salgo, volviendo a cerrarla a mis espaldas, por el momento era todo muy tranquilo, bueno, veía a los carnosos caminar por los pasillos, pero sabiendo ya algunos trucos, no habría ningún problema, el corredor estaba justamente escondiendose en una habitación, y, ahí, volví a escuchar los cabezazos que se daba a sí mismo, bien, todo era perfecto, así que me dispuse a caminar cuidadosamente por la planta baja, dirigiendome a las habitaciones cercanas.

Mukade: El hospitalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora