El comienzo (5° Piso)

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Mi nombre es Alexis, para que se hagan una idea soy un chico pecoso, con ojos castaños y un cabello castaño, una piel algo pálida por lo que piensan que estoy enfermo, no soy fisico culturista, pero tengo los musculos algo marcados, aunque un experto diría que estoy demasiado flaco (Mi madre me llama "enclenque", sieempre me alegra el día) mido aproximadamente un metro ochenta y tengo unos dientes realmente blancos.

Desde hace unos años recuerdo que empecé a ponerme demasiado pálido y que mi estamina o resistencia empezaban a decaer, realmente no pensé en lo segundo y no le di importancia pues siempre me decía lo mismo: "No es importante, debo seguir entrenando". Ahora, por exceso de esfuerzo, estoy aquí, en una camilla, lleno de tubos inyectando suero y nutrientes, incluso me dieron algunas pastillas de hormonas, creo que todos exageran demasiado, pero yo me dejo, no me molesta y tampoco tengo efectos secundarios, así que no creo que hayan problemas, aunque ¿Si no tengo efectos secundarios será porque están dando un efecto positivo en mi? Eso no lo pensé. Ah sí, os cuento esto porque dicen que hoy me van a dar un algo que me salvará, bueno, me curará, como dije, exageran, no tengo nada. Uy ya están aquí, dios realmente estoy nervioso ¿Que harán?

Horas más tarde.

Estoy confundido, no entiendo muy bien donde estoy, acabo de despertar, pero el hospital está demasiado silencioso y huele a metal, me levanto de la camilla y ese silencio incómodo se acaba volviendo algo espeluznante. Me quito los cables de una manera algo brusca y me levanto de la camilla sintiendo como algo cortaba mis pies descalzos, suelto un gemido de dolor antes de quitar el pie del suelo rápidamente y mirar con qué me corté, todos los artefactos de cirugía que iban a usar en mi siguen ahí, eso me recuerda a algo ¿Que me hicieron? Me aseguro de no tocar nada con ese pie, puede infectarse la herida y eso sería escandaloso. Finalmente consigo encontrar un espejo, no estoy desnudo, llevo aquella bata azul y menos mal, aunque se que me vieron desnudo, esto me hace pensar menos en ello; me miro el pecho por debajo de la bata, el abdomen, está todo correcto, pero, mis brazos tienen marcas, como si me hubieran puesto correas con fuerza, casi como cuando te agarran muy fuerte y se te queda rojo, pues igual, pero con la forma de una correa; se me ocurrió mirar mi espalda y ahí sí que me asusté, tenía una enorme cosida que llevaba de la parte inferior de la nuca hasta las lumbares, es enorme, pero no debo asustarme. Todo está tranquilo, solo escucho mi respiración y eso me da un escalofrío realmente intenso cuando se me olvida que soy yo mismo, pues siento como si hubiera alguien más. Me dispongo a salir, pero el olor a hierro es más fuerte aún, no me atrevo ni a abrir la puerta por el hedor, es asqueroso, si que huele a metal, pero también tiene un olor asqueroso, putrefacto. No me atrevo a abrir la puerta, tampoco tengo la necesidad en estos momentos, así que, sencillamente me pongo a buscar algunas vendas, no es difícil encontrarlas, he estado tantas veces en sitios así que ya se donde tienen todo guardado. Me desinfecto por si acaso la herida y me la vendo para ahora, más tranquilo poder caminar, al mismo tiempo cogí una mascarilla para poder pasar de ese olor, no sabía que lo más tenebroso en una tranquilidad como esta, fuera escuchar algo caerse por el eco del pasillo, escuchar la puerta rechinar al yo abrirla y después volver a escuchar un completo silencio, de verdad, estoy empezando a odiar esto. Ahora si que si, salgo de la sala y miro a mi alrededor, no hay absolutamente nadie, por precaución voy entrando en las salas y es horrible, en cada camilla hay charcos de sangre que llegan hasta el suelo, casi piso uno ¿Que pasó aquí?

Acabo de sentir algo detrás de mí así que salgo corriendo al pasillo y miro por todos lados, en un momento exacto, por el rabillo del ojo derecho, veo a algo correr, me acabo de congelar, de verdad que me estoy muriendo de miedo, así que, despacio y agachado, trato de no hacer ruido y moverme por las zonas oscuras, aunque se me hace algo difícil, el estar agachado me forma más presión en los pies y se me abre la herida, me duele al sentir presión contra la herida, o sea, cada vez que toco el suelo al caminar, además de que está todo encendido, lo que me da a entender que no pasó hace demasiado tiempo, eso me da mas miedo, voy a salir del pasillo pero al dar un paso, de repente, se escucha un metal caerse y todas las luces se apagan, ahora me encontraba en una densa y espeluznante oscuridad en completo silencio junto a un posible terrorista o asesino. Desesperado me levanto para caminar hacia las escaleras de emergencia (Supondré que el ascensor no funciona) pero rápidamente me paro frente a algo, está oscuro pero no soy completamente ciego, tengo a aquella persona frente a mi, es espeluznante, veo su silueta, parece ser deforme, lleno de bultos, encorvado y con la piel del rostro que parece que se le derritió pues parece que de su cara parte del lado derecho está colgando, aquel bicho sigue caminando como si nada, yo en cambio no me puedo mover del miedo, pasa por al lado mío como si nada, como si yo no existiera y tras verlo alejarse suspiro aliviado, gran error, su cabeza ha girado unos ciento ochenta grados hacia mi y ahora corre a por mi, yo solo puedo correr hacia la escaleras de incendio, pero es más rápido así que desesperado me meto en una sala y me escondo bajo una camilla, me tapo la boca agitada y lo escucho entrar, sus pies son salpicados por los charcos de sangre, escucho sus ronquidos o su respiración es realmente ruidosa, como si le costara respirar, si es que lo hacía, puedo escuchar y sentir con qué brutalidad mueve todo mientras me busca, yo intento no hacer nada de ruido, pero, si intento huir, pisaré el charco de sangre y me escuchará. Parece ser que, insatisfecho, aquel bicho se quedó quieto, literalmente no se mueve, yo ya est8y al descubierto pues tiró la camilla donde me escondía, lo que me demuestra que posiblemente su sentido de la vista sea nula, eso me puede ayudar, sobretodo ahora que, sin la camilla, puedo estar de pie y llegar más lejos esquivando así, en silencio, el charco de sangre, y eso es lo que hago justo antes de salir de la habitación y aún así, por precaución, trato de ir despacio y en silencio hacia las escaleras para bajar.

Mukade: El hospitalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora