El corazón me latía a mil por hora, me quedé lo más inmóvil que pude deseando ser invisible. ¿Me iba a morir asesinada por un fantasma? ¿Sería algún ladrón? Dios mío. ¡Ten cuidado con lo que piensas, porque se puede cumplir! Siempre fui muy miedosa y cada vez que escuchaba algún ruido, inventaba una o diez historias diferentes en torno al ruido. Me planteaba todas esas posibilidades y cómo las iba a resolver. Y esta vez, juraba que iba a poner en práctica alguna de ellas.
Me levanté, cuidadosa, sin hacer ningún ruido. El cuarto tétrico me esperaba con la puerta cerrada. Aunque siempre he criticado a las protagonistas de las películas de terror, esta vez las entendí. Tenía que ir a ver qué había ahí, tenía que saber de dónde venía el ruido. ¿Qué otra cosa podía hacer? ¿Gritar? ¿Salir corriendo al bosque? ¿Llamarle al guardia del fraccionamiento? O correr a casa del Doctor...ninguna era buena opción. Así que caminé lentamente, sin hacer ningún ruido. Me acerqué, tomé la manija de la puerta y la abrí rápidamente esperando ver al fantasma. Lo hice tan fuerte que la puerta se azotó, en mi histeria prendí la luz y vi cómo un bulto negro salió disparado por uno de mis costados, por supuesto que pegué un grito tremendo y casi me da un shock nervioso. Y de repente, caí en cuenta de que el asesino era ni más ni menos que el gato de mis padres "Raviole", un gatito que adoptaron unos años atrás, bastante amigable y todo un cazador.
Seguramente no cerré esa ventana y cuando terminó su jornada en el bosque entró por ahí, quedando atrapado en el cuarto.
Después del tremendo susto me regresé al cuarto, por un momento me sentí la más tonta de haber estado al borde de la muerte por un simple gato. Nunca me han gustado mucho los gatos, pero este sería mi compañero durante la cuarentena y yo estaba en su casa, así que más me valía comportarme.
Esa noche ya no pude dormir, me quedé acostada y no podía parar de pensar en Juan Pablo, mi ex marido. El gran amor de mi vida. Tenía cinco años que lo había conocido en una reunión de uno de mis mejores amigos, los dos eran Criminalistas y se habían conocido en la escuela. Desde aquel día, Juan Pablo y yo nos hicimos inseparables y después de unos cuantos días no hicimos novios, éramos lo mejores amigos. Y después de unos meses nos casamos, veíamos la vida de manera muy similar y me quería tal y como era, con mis defectos y virtudes. Con mis ideas y cambios de humor repentinos. No le gustaba bailar pero por mi aprendió, porque a mí me encanta. Y yo podía pasar horas viendo fútbol americano porque a él le encantaba, aunque yo lo odiara. Y así, era un matrimonio perfecto, para nosotros dos.
Como ya conté, siempre he sido miedosa y en algunas ocasiones, cuando veíamos películas de terror, él siempre se iba a dormir como si nada y yo me quedaba despierta un buen rato. Las imágenes de las películas se quedaban grabadas en mi mente y no podía cerrar los ojos. En algún punto de la noche, si escuchaba un ruido me obsesionaba y no podía estar en paz hasta saber qué era. Entonces lo despertaba y él me conocía tan bien, que ya sabía que tenía miedo y todo lo que iba a decir. Me preguntaba en dónde estaba el ruido y sin molestarse, se levantaba e iba a investigar. Nunca encontraba nada interesante, pero lo hacía para hacerme sentir segura. Regresaba a la cama, me abrazaba para que pudiera dormir y siempre me decía "No te preocupes, aquí estoy yo"
Lo extrañé tanto...ahora yo tenía que ir a buscar sola a los fantasmas y él ya no estaba conmigo.
Siempre digo que soy divorciada, pero en realidad soy viuda. Me ha sido difícil cargar con las miradas de lastima , "Tan joven y perdió al amor de su vida". De por sí era muy duro para mí, como para cargar con los sentimientos de los demás.
Cuando Juan Pablo murió, caí tanto en negación que comencé a hablar con él. Sí, aun estando muerto sentía la necesidad de hablar con él todo el tiempo y eso hacía. ¿A qué le hablaba o a quién? No sé, pero yo le contaba todo con la esperanza de estuviera ahí en algún lugar escuchándome. Al principio mi familia se preocupaba y me decía que tenía que superarlo y dejar de pensar en él, pero mi terapeuta dijo que era normal y que era un proceso que yo sola iba a pasar, hasta que que dejara de sentir esa necesidad de hablar con él. Y ahora, habían pasado dos años desde que murió y seguía necesitándolo.
En fin, amaneció y la primera noche estaba superada. Quería aprovechar el día para planear el encierro, pero siendo sincera no le veía mucho potencial a ese lugar. Estaba apartada de la sociedad, sin poder salir a ningún lugar y la red telefónica no era la mejor. Así que, me quedaban las redes sociales para hablar con mi familia y la televisión, pero esta última no me gustaba mucho porque afuera había una pandemia mortal y no quería recibir tantas malas noticias.
Llegó la correspondencia, algunas compras que mis padres habían hecho por internet y tuve que asomarme para firmar la hoja del repartidor. Cuando abrí la puerta vi al Doctor, salió de su casa muy bien arreglando con su bata impecablemente blanca. No sé, pero la mayoría de los Doctores tienen algo interesante, algo que llama la atención. Y este vecino no era la excepción, por supuesto que se veía muy guapo e interesante y yo, bueno, seguía sin estar muy presentable. El Doctor metió sus cosas en la parte trasera del carro y antes de subirse, se detuvo para voltear a verme. Me identificó y me lanzó un saludo cordial con la mano, yo contesté de la misma manera y ese fue nuestro primer contacto visual. El vecino ya sabía de mi existencia.
Los siguientes días le puse más atención. Siempre fui bastante curiosa, para no decir chismosa, toda la vida tuve una fascinación por saber todo sobre las personas. Me gustaba saber con quién vivían, si tenían familia, su edad, estado civil, todo, todo. Me parecía divertido imaginarme cómo sería ser otra persona. Y esta vez no fue la excepción. Ese ventanal y la terraza del cuarto de mis papás se convirtieron en mi lugar favorito, ahí desayunaba, leía, comía y todo lo que podía, incluyendo ver la vida del vecino. Por alguna razón, me causaba demasiada curiosidad y en ese momento era el único humano al que veía en persona, así que me bastaron unos días para saber algunas cosas de él. En la mañana salía a la terraza, ponía música y tomaba café. Por lo que podía apreciar, la terraza era una parte de su recámara, así que de vez en cuando salía para fumar o simplemente despejarse. Luego se iba a trabajar, seguro en algún hospital porque a veces se iba toda la noche, probablemente a hacer guardia. Una de las cosas que me causaba intriga era su estado de ánimo, todo el tiempo estaba serio y pensativo, como si tuviera un peso encima. Y así fue que me dio todavía más curiosidad. Busqué la tarjeta que mi papá me había dejado con sus datos y vi su nombre: Emilio Díaz. No lo pude evitar y lo busqué en Facebook, su perfil era bastante normal, parecía una persona solitaria y conservadora. En general tenía poca actividad en redes sociales, pero seguí viendo sus fotos y me di cuenta de que un tiempo atrás era diferente. En fotos antiguas se veía feliz, con amigos, en algunas fotos con personas que seguro eran familiares y con una chica. Al parecer esta chica era su esposa, lo supe por los comentarios que tenía la foto, y se veían muy felices. ¿Pero, qué pasó? ¿Por qué terminó todo? Al parecer no había rastro de la ex esposa.
Comenzó a oscurecer y a llover horrible. Las tormentas en el bosque son impresionantes, baja la temperatura y los truenos son estremecedores. Y cuando me di cuenta, estaba sumergida en toda una investigación, ya sabía que definitivamente Emilio tenía un pasado que probablemente no le gustaba mucho. Estuvo casado y era feliz, pero ahora estaba solo y no se veía muy feliz que digamos. Sentí que estaba investigando demasiado y decidí parar, porque como siempre, empecé a imaginarme varios escenarios. ¿Será viudo como yo? ¿Divorciado? ¿Lo habrá dejado? ¿Lo engañaron? ¿Qué hace viviendo solo en este lugar? ¿Y si él la dejó? ¿Qué tal si es un criminal como en las películas? Y sonaba descabellado, pero en lo años que viví con Juan Pablo (que como ya conté, era criminalista) escuché muchas historias que nadie creería.
Entonces, todo se me juntó: encierro, noche de tormenta, una investigación sin sentido y pensamientos terroristas. Y así sin más, ya tenía miedo. ¿De qué? No sé.
Estaba acostada en la cama con Raviole, cuando se puso inquieto y se fue corriendo a la cocina. La casa tiene dos entradas, una que es la principal y otra en la cocina. Entonces una vez más, escuché un golpe pero esta vez en la puerta de la cocina. ¡No puede ser! ¿Ahora qué? Me quedé sentada tratando de no caer en pánico y una vez más los golpecitos en la puerta. Raviole comenzó a maullar, como cuando recibe a mis padres. Pero no podían ser mis padres, así que tomé valor y me dirigí a la cocina, caminando por los obscuros pasillos, mientras en las paredes se reflejaban las sombras de los arboles siendo movidos por el viento y la tormenta. Bajé las escaleras prendiendo cada luz a mi paso. Y cuando llegué a la cocina, encendí la luz y en la puerta, que era de cristal, me encontré con la silueta de un hombre empapado. Se trataba de Emilio, quien estaba parado frente a mí.
PalomaDF
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"Te amo en pandemia"
Mystery / ThrillerTras la Pandemia que está aterrorizando al mundo, Mar ha quedado atrapada y completamente sola en el lugar en el que menos hubiera querido. La antigua casa de la familia, la cual está llena de misterios y secretos sin revelar. Y en medio de toda est...