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—Se podría decir que hoy era un buen día en Okinawa, la gente saliendo de sus casas con el objetivo de hacer mandados, ir al trabajo, llevar a sus hijos a la guardería o simplemente ir a pasear un rato, estudiantes yendo a sus preparatorias correspondientes acompañados de otros compañeros de aula, diferentes tiendas abriendo y uno que otro animal caminando por la acera. Era la misma rutina de siempre, con la diferencia de que hoy llegaría cierto peli-azul junto a su madre de Canadá.

—"realmente no hay nieve aquí..."—pensaba un chico de ojos de color agua marina que recién llegaba a esa pequeña pero a la vez gran ciudad junto a su madre después de la muerte de su padre.

—"Langa...¿Estuvo bien que vinieras aquí?"—le pregunto su madre, preocupada por su hijo.

—"...si."—le respondió el peli-azul de forma distante.

El camino fue largo y cansado, pues viajaron casi 18 horas en un avión, y más o menos de 2-3 horas en auto, aunque descansar las piernas era bueno, estar sentado por mucho tiempo puede llegar a cansar mucho.

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Luego de un largo y agotador viaje, lleno de paradas para comer o ir al baño, llegaron al vecindario en el que se iban a situar para empezar con la mudanza. La casa en la que se instalaron no era la gran cosa, pero era cómoda y tenía un Aura relajante, lo cual combinaba con el Aura de los Hasegawa.

—"iré a buscar las cajas del camión, mientras puedes ir a ver el lugar"—le dijo la castaña al peli-azul en un tono cariñoso—"No es necesario, deja te ayudo"—Le contesto este, pues a pesar de que la relación que tenía con su madre no era tan profunda como la de su padre, aun la quería, después de todo era su familia, además de que no tenía nada mejor por hacer.

Luego de muchas insistencias de la castaña hacia el peli-azul, terminó aceptando, pues bien sabía que su hijo no tendría nada que hacer afuera, pero al menos quería que visitara el lugar en el que ella creció.

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No fueron muchas cosas, ya que prácticamente los de la mudanza ayudaron con una parte, ya que "dos o más personas es mejor que uno" o eso decía el dicho, a fin de cuentas lograron terminar de acomodar las cosas más pesadas, solo faltaba la decoración, la cual tampoco fue mucha.

Al terminar, Nanako, la madre de Langa, le volvió a insistir muchas veces a que visitara el lugar, al final tuvo que aceptar, ya que no quería molestar a su mamá.

Luego de salir de su casa, empezó a caminar por el vecindario—"ahora que hago?"—pensaba el de piel pálida mientras caminaba por las calles de su vecindario. Paso por algunas casas y tiendas, y alguno que otro edificio, pero nada le parecía interesante al peli-azul, es más, se sentía vacío.

Por más cosas divertidas que viera, no sentía nada.

Las cosas se sentían vacías.

Todo se sentía vacío.

Nada parecía divertido sin su padre.

—"Si no hubiera sido tan descuidado, el seguiría aquí."

Se decía a si mismo mientras aceleraba su velocidad un poco.

—"Es mi culpa."

—"Yo le insistí."

—"Si hubiera sido más precavido."

—"Si tan solo no hubiera sido tan estupido."

—"Si tan solo no lo hubiera dejado atrás."