El tren arribó en la estación con apenas un par de minutos pasada la supuesta hora de llegada, interrumpiendo el suave balanceo que había puesto cómodo a Jules para tomar una pequeña siesta; desde la noche anterior sabía que no debía de haber trasnochado por tener que tomar su tren a tempranas horas de la mañana, pero sus amigos habían puesto el hecho de que Jules iba a estar alejado una temporada para ir al karaoke, y bueno, hay que decir que la voz de Jules parecía no cansarse canción tras canción hasta que finalmente ninguno de los integrantes del grupo parecía poder más con el sueño. No era malo, solo que se había salido del "Solo un par de cervezas" que Jules se había dictado a sí mismo cuando salió de casa con dirección al sitio de encuentro.
Había llegado a una pequeña ciudad ubicada en la frontera de al menos 3 estados, una ubicación particular pero dado que ese pueblo tenía más de 100 años no le era difícil saber que en su momento sus fundadores no se habrían dado cuenta de aquellas divisiones.
Las autoridades que habían citado los servicios de Jules pasaron a recogerlo en la estación de trenes y le dieron algo de tiempo para hacer una correcta instalación en su hotel antes de que comenzara el trabajo de verdad en la comisaría de policía.
Jules había abierto su agencia de detectives independiente al graduarse de la universidad en criminalística, en donde era un espectáculo de un solo hombre en el campo y su secretario tomando las llamadas en su oficina. Su historial ya lo describía como un detective de gran capacidad deductiva, a veces algo atrevido sin tener que ceder a las ataduras que pone el código policiaco y en su currículum brillaba el haber colaborado con la policía de su ciudad para concretar la reaparición de personas y su 95% de éxito en situaciones de rehenes en donde intercedía como negociador, siendo solo las situaciones en donde las condiciones mentales del secuestrador lo habían llevado a tomar decisiones fatales contra los rehenes y contra sí mismo lo que conformaba ese 5% que pesaba en su corazón. Una carrera brillante para alguien que apenas estaba por cumplir 28. Había gente que lo llamaba "El último recurso" por ser aquello a lo que los policías recurrían cuando ya no sabían qué más hacer o cuando otras fuentes ya los habían llevado a caminos sin salida o los habían hecho solamente perder el tiempo y Jules sabía de la reputación que le precedía, ese era un indicativo de que aquello que sucediera en esa ciudad debía de ser grave.
Finalmente tuvo en frente al detective en jefe de la investigación que comenzó a contarle de lo que tenía al joven en ese sitio. En los últimos 2 meses se habían presentado denuncias por la desaparición de 11 jóvenes que no dejaron rastro alguno tal como si el aire se los hubiera tragado, 6 de ellos continuaban desaparecidos mientras que 5 habían vuelto a aparecer en sus camas como si jamás hubiera pasado nada, pero cargando en sus muñecas un brazalete de oro incrustado con diamantes y una piedra preciosa por brazalete, que en conjunto sumaban grandes sumas de dinero.
Con la explicación del detective en jefe la mente de Jules había comenzado a trabajar con cada uno de los detalles más grandes, a pesar de contar ya con un centenario de historia, la ciudad seguía siendo bastante pequeña a comparación de otras urbes a solo un viaje de distancia, comenzaba a crear el perfil de que quizás su criminal quisiera llamar la atención o que quizás aquellos secuestros no eran al azar.
Tras la explicación del caso y de darse cuenta de lo poco que tenía la policía Jules comenzó a hacer sus exigencias para comenzar con su trabajo. Pidió las copias impresas de los historiales y expedientes de los 5 jóvenes que habían regresado en aquellas circunstancias tan extrañas, así como una USB con copias de los interrogatorios que se les habían hecho al poco tiempo de su regreso, un tablero de corcho, un bonche de notas adhesivas, cinta adhesiva, tachuelas, estambres de colores rojo, azul y verde, una cafetera y un letrero de "Tocar antes de entrar" para la manija de la puerta. Con todo en su oficina fue que Jules comenzó a trabajar.
El reloj y su tick tack eran los testigos de Jules en los días iniciales de su investigación. Iba leyendo los documentos que se le entregaron hoja por hoja y pegando en el tablero las que le fueran importantes; Jules era metódico, le gustaba tener todo de manera visual porque era como si de esa manera su mente encontrara patrones y conexiones más fácil, conexiones que marcaría con las tachuelas y los estambres dependiendo de la importancia que les diera y haría pequeñas anotaciones en las notas adhesivas de ser necesario, todo eso solo para no llegar a olvidarlo con el paso de los días.
Fueron algunos días de lectura para asegurarse de no llegar a que se le pasara alguno que otro detalle que posteriormente pudiera ser importante para la investigación, pero su tablero de corcho ya revelaba las conexiones que había encontrado, aunque algunas de ellas le habían parecido tan obvias que solo intentaba imaginar cómo es que había pasado en frente de las narices de los policías sin que estos se dieran cuenta en ningún momento, o quizás sí lo habían hecho y él se encontraba tan absorto en su investigación que había ignorado alguna de las conversaciones, otras tantas de esas conexiones quizás no eran nada pero sonaban como un sitio tentativo para comenzar la investigación.
Todos los desaparecidos eran varones.
Todos oscilaban entre los 18 y los 23 años.
Un considerable porcentaje de ellos habían sido vistos por última vez en la base militar local en donde se encontraban presentando su servicio militar reglamentario siendo el mismo sitio en donde esos 5 afortunados habían sido vistos de nuevo.
Ninguno de ellos tenía incidentes con la policía registrados.
Pero por más que su mente buscaba entre la lectura de los expedientes e historiales siempre se encontraba con que sería difícil que los 11 se conocieran si vivieran en una ciudad más grande, pero tampoco encontraba un "Algo" que hiciera a los 5 reaparecidos candidatos para regresar con regalos en sus muñecas y que no tuvieran los 6 que todavía faltaban.
Fue entonces que en su computadora comenzó a ver los videos de los interrogatorios. Uno a uno fue viéndolos con cuidado. Las familias daban pequeños detalles de los jóvenes que poco o nada aportaban a la investigación y al tablero de corcho de Jules por lo que las dejaba pasar. Pero los chicos era la parte que a Jules le interesó. Hablaban de su experiencia del último día que recordaban antes de haber desaparecido, todos contando una historia que le proporcionaba detalles buenos a Jules.
Hablaban de que esa noche se encontraban haciendo sus guardias por la base destinadas a durar hasta el alba. Contaban que esa noche en medio del cansancio se vieron sorprendidos por la aparición de un aroma a panecillos recién salidos del horno; uno a uno las mismas palabras salían de entre los labios de los jóvenes, describiendo ese aroma como uno que les hacía cosquillas en las nariz y que con un par de inhaladas los había puesto a babear como si no hubieran comido en días y frente a ellos se encontraran un banquete sustancioso con todos sus platillos favoritos, un aroma que simplemente los llamaba. Algunos decían recordar que lucharon contra el aroma por mantener su posición de cumplimiento del deber, pero que finalmente tras asegurarse de que nadie los estaba viendo aquel aroma fue más fuerte que ellos haciéndolos ir detrás de él.
Después de ello es donde las diferencias entre las historias variaban de chico a chico. Hablaban de detalles borrosos de su tiempo desaparecidos, pero lo que concordaba era que tenían claros recuerdos de "Haber comido pasteles y dulces como auténticos cerdos" a sus palabras. Aquello complicó la tarea de Jules; los estudios médicos que se les había hecho y que se encontraban archivados en sus expedientes, a comparación con los que tenía previos a desaparecer decían que no había aumento de peso, azúcar en sangre, nada que delatara que hubieran comido dulces de repostería en las cantidades que los jóvenes mencionaban. Detalles que finalmente sí fueron a parar en el tablero de corcho por ser algo que los 5 dijeron como una verdad.
En los videos se veía como los policías que los interrogaban les mostraron fotografías de los chicos que faltaban y las cámaras captaron como los policías se veían aliviados en el momento en que los jóvenes decían recordar haberlos visto. Para la policía y para las familias era como un racimo de esperanza de que aquellos jóvenes seguían con vida, y según las palabras de quienes regresaron, que se veían iguales a las fotografías que se les mostraron. Para Jules también era un alivio; descartaba la posibilidad de maltrato, tortura e incluso abuso sexual por mencionar que se veían sonrientes como en las fotografías, los sabía a salvo y eso era su combustible para seguir trabajando hasta que ellos fueran encontrados y rescatados sanos y salvos.
Cuando su computadora le dio la advertencia de quenecesitaba cargarse, fue la señal que él también necesitaba para darse unpequeño descanso.

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Una Magica Fiesta de Té
Подростковая литература¿Como 7 una fiesta de té puede unir vidas tan diferentes? El detective que busca resolver el caso más raro de su carrera. El hada que busca traer lo que le han arrebatado. Y el soldado que busca regresar a casa.