23 de Febrero de 1937
Aquel había sido un día de entrenamiento especialmente agotador en la academia y todo como castigo después de que atraparan a unos cuantos elementos haciendo unos rayones en uno de los murales y que por descuido habían sido descubiertos. Yo no estaba con ellos, pero desde el principio se nos dijo que si uno lo arruinaba todos los pertenecientes a la unidad lo pagarían.
Por mi mente solo pasó la pregunta "¿Qué tanto más pueden castigarnos?" al momento en que llegado el almuerzo me decanté por escabullirme de los ojos de mi capitán y quedarme en el bosque un rato; no estaba lejos de la base, llevaba ya meses encerrado y a combinación con el entrenamiento que nos dieron desde el levantar del sol sentí que necesitaba la compañía de la naturaleza y quizás refrescar las habilidades que papá tanto se había esforzado en meterme en la cabeza desde que era niño.
Desde el momento en el que me encontré en las entrañas del bosque me encontré con maravilla tras maravilla; jamás en mi vida había visto un bosque como ese que me diera tantos regalos de manera tan gratuita, y recuerdo sinceramente pensar que jamás volvería a encontrar un bosque así. Los arbustos me proveyeron de bayas y frutillas dulces como caramelo mismo, los árboles me regalaron su sombra y un aroma que fue como si me refrescara los pulmones después de años en la ciudad, y la joya de la corona fue cuando me encontré con el cristalino río; me dio de sus aguas después de que nuestro capitán casi nos mata de sed con una carrera de 5 kilómetros y pensé que con algo de suerte podría pescar algo ahí.
He de admitir que me encontraba bebiendo agua de una manera poco educada y elegante cuando mi cara tuvo un leve contacto con el lodo de la orilla en el momento en que caí en lo que parecía una trampa de cuerda de la naturaleza; quedé colgando de un árbol con una rama sosteniéndome de un tobillo. Miré en todas direcciones buscando al cazador que pudiera haber puesto esta sofisticada trampa, pero mis ojos solo se encontraron con un pequeño destello del que en apenas un momento apareció una chica frente a mí. Las alas a su espalda como vitrales blancos y aquel cambio de tamaño que hizo frente a mí me preocuparon un poco, pero ella solo me miraba.
—Buenas tardes, ¿Qué haces en este bosque? — dijo ella de una manera cordial, pero era obvio que parecía enojada conmigo
En ese momento estaba nervioso, pero comencé a poner en mi mente las lecciones que me dio mi mamá para convertirme en un caballerito mientras que mi padre intentaba hacerme hombre. La miré confundido antes de recordar las enseñanzas de mi madre.
—Mil disculpas, pero el encantador bosque me dio refugio en lo que mi magullado espíritu se recuperaba para volver a lo que es mi vida— le dije
Intenté hacer ademanes con las manos al momento en que hablaba solo para verme mejor, pero por la sonrisa que puso diría que le parecieron graciosos. Me sentí algo intimidado cuando ella comenzó a acercarse a mí, pero me sentí impresionado cuando con un solo movimiento de su mano la rama me acercó al suelo hasta que estuve a escasos centímetros de su rostro, al parecer le habían llamado la atención mis placas de identificación que tenía cubriendo uno de mis ojos, pues las puso en su mano. Es en ese momento en el que pude mirarla bien; sus ojos amarillos se pasean por las letras grabadas en mis placas, su perfume de lavanda me llega al olfato, su cabello naranja es bastante lindo y no pude evitar ver que no tenía zapatos.
—Sebastián Dartus... Oye, tu nombre es bonito— le dijo ella
Me regaló una sonrisa ladeada, dio un par de pasos hacia atrás y con un movimiento de sus manos la rama que me sostenía me dejó en el suelo de manera suave, dejándome sentado en el suelo.
—Si quieres pescar pierdes tu tiempo; los bancos de peces llegan a esta zona más entrada la primavera, en este momento sería raro que encontraras a un solitario por aquí— me dijo —Pero... Veo que tus intenciones no son malas, puedo enseñarte dónde encontrar algo delicioso de comer.
Ella me ofreció una mano para ponerme de pie mientras me sonreía de manera dulce. En mi mente vivía el pensamiento de que debía de regresar a mi base antes de que alguien se diera cuenta de que estoy ausente, pero también conozco a mi capitán y sabía que si regresaba solo me podía caer un castigo peor, tenía que esperar a un momento de la tarde en donde todos los oficiales se meten a una sala mientras que los elementos descansan. Además, era una chica de rostro amable y brazos delgados, no me podría hacer nada, aunque lo intentara. Eso me llevó a aceptar su mano y su oferta.
Me llevó a una zona con muchos árboles y me ofreció hongos y raíces para comer; no eran carne, pero he de decir que sabían bien al momento en que los pasé por una fogata. Ella se quedó y comió conmigo, quizás ella no se daba cuenta que yo me daba cuenta, pero sabía cuándo me estaba mirando, lo que era demasiado seguido.
Finalmente quedé satisfecho, aunque me hubiera gustado quedarme y escuchar a aquella dama de cabello claro, tenía que volver.
—Oye— dijo antes de que me fuera —Muchos humanos vienen a mi bosque con intenciones de destruir; vaya que los repudio y los echó de aquí por eso... Pero tú eres diferente. No hay intenciones malas en ti, con un corazón así mi bosque siempre te va a recibir con los brazos abiertos... Y tal vez yo también
La vi volver a reducir su tamaño y aquel pequeño destello salió volando, alejándose de mí antes de siquiera poder preguntarle su nombre.
Recuerdo que ese día mi mente se vio inundada por la idea de volver a la base, pero apenas puse un pie y conseguí escapar de los ojos de los guardias y solo pensaba en que quería verla de nuevo.
~•~•~
28 de Febrero de 1937
Ha sido casi gracioso como he vuelto a caer en la misma trampa de cuerda hecha con una rama, aunque claro, alguna vez alguien sabio dijo que la única verdadera locura era hacer siempre lo mismo esperando resultados diferentes, y ponerme en el mismo sitio donde por primera vez la había visto podría no ser lo más inteligente que se me hubiera ocurrido. Me quedé colgando hasta que vi ese pequeño destello aparecer y a ella ponerse en tamaño humano.
—Vaya. Después de tantos días, no pensé que fueras a regresar— me dijo con los brazos cruzados —¿Qué te trae de regreso?
—Lo que sucede es, que la última vez que estuve aquí olvidé algo importante— le contesté yo
—¿En serio? Yo te vi irte con todo con lo que llegaste
—Me fui con todo, menos con el conocimiento de tu nombre
Ella sonrió ante ese chiste, eso era bueno, había pasado demasiado tiempo ensayando frente al espejo que habría sido vergonzoso que no le diera gracia.
Ella me dejó bajar de su trampa de manera suave, aunque extrañamente miró a todas direcciones como si esperara algo
—¿Pasa algo? — le dije
—Nada, solo... Creí que tus amigos humanos saldrían de entre los árboles para atraparme o algo por el estilo
La miré y sólo pensé en lo que dijo. ¿Era tan insegura con los humanos como para pensar eso de mí?
—Me es difícil salir de donde estoy viviendo, ya me imagino trayendo a más gente conmigo— dije
—¿Entonces le has hablado a alguien de mí? — me contestó algo asustada
—¿Habría algún problema si lo hubiera hecho?
—Sólo... Escaparía de aquí antes de que otro esté igual de loco que tú— me dijo
—¿Loco? ¿Yo? — le dije
—¿Que otro humano regresaría aquí sabiendo lo que soy si no es para darme cacería?
—Uno al que particularmente le gustaría conocer tu nombre
Ella sonrió. Aún no se realmente lo que hago, quizás es una locura, pero si la vida me ha puesto en el camino de conocer a un hada de verdad. ¿Quién soy yo para decir que no?
"Dartus. Me llamo Lina"
Fue lo que me dijo en el momento en que debía de retirarme a la base. Había conseguido mi objetivo, pero aun así... Quiero verla de nuevo.
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Una Magica Fiesta de Té
Ficțiune adolescenți¿Como 7 una fiesta de té puede unir vidas tan diferentes? El detective que busca resolver el caso más raro de su carrera. El hada que busca traer lo que le han arrebatado. Y el soldado que busca regresar a casa.