°El Soldado: Capitulo 5°

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Fueron un par de semanas viviendo mi vida como si no me hubiera ido... Bueno, me encantaría poder decir esa frase, pero sería una mentira. Cada noche cuando cerraba los ojos era la misma pesadilla.

Estoy en el sitio en donde fue aquella batalla que me costó la vida en su momento. El lugar está impregnado con la calma de la posguerra, pero en mi mente sigo escuchando los disparos y las explosiones como si fueran un fantasma del pasado del que no puedo escapar. De pronto mis botas se encuentran pisando algo blando.

Miro hacia abajo y lo que en su momento fue tierra en donde había balas regadas, ahora era un camino construido con los cadáveres de aquellos soldados que perdieron la batalla. Era como si me acusaran de haber regresado a la vida cuando ellos y yo perdimos la vida en las mismas circunstancias. Quiero salir corriendo de aquel lugar lleno de fantasmas, pero las manos de aquellos que alguna vez empuñaron armas me sostienen de las piernas y me jalan hacia abajo.

"Ayuda...nos"

Dejaban aquello como un susurro.

Una vez más aquella pesadilla me hace despertar de golpe y sentarme en la cama con fuerza. Y una vez más me siento un poco culpable de interrumpir el sueño de Lina, que con un ademán de su mano enciende la lámpara de la mesita de noche. Aunque sabe que siempre le diré que estoy bien cuando me lo pregunte, eso no le impide seguirme preguntando ante cada uno de mis despertares nocturnos.

Aunque sé que podría usar esa varita con la que concentra su poder y ahorrarse algo de trabajo, ella prefirió salir del cuarto y regresar con dos tazas de té de menta recién hecho. De cierta manera me recuerda a nuestros primeros días cuando abrimos el restaurante antes de que nos convirtiéramos en un gran éxito que nos permitió lograr lo que logramos: En ocasiones nos sobraban muchos bocadillos dulces y en compañía de té era lo que tomábamos para desayunar al día siguiente.

—¿Quieres decirme lo que viste esta vez? — me dijo ella, yo solo suelto un suspiro y le doy un sorbo a mi té

—Lo mismo de cada noche. El frente, el camino de cadáveres, el soldado que pide ayuda

No sé qué habrá visto ella en mí cuando se acerca para quitarme mi taza de té vacía y me abraza. Su abrazo me rodea y sus manos dirigen mi cabeza a su regazo para después meterse entre mi cabello y acariciarlo como me ha gustado desde que tengo memoria.

—La guerra es cruel. No quiero ni imaginarme lo que habrás visto o lo que habrás tenido que hacer— dijo ella —Mi amor ya no estamos en el siglo 20, si necesitas ayuda sabes que podemos encontrarla y afrontarlo juntos

Salí del regazo de Lina y me puse de pie. ¿Terapia? Eso es para los auténticos locos y para los débiles, y sí quizás la guerra me hizo algo de daño, pero no he llegado a tal punto. Luego de aquella insinuación de debilidad he decidido salir de la habitación pensando que caminar un poco me haría olvidar aquel sueño tonto.

Lina de alguna manera consiguió la casa como una que vimos y que se convirtió en nuestro sueño para cuando estuviéramos disfrutando del retiro; esos lejanos días en los que no nos habíamos dado cuenta de que ella es inmortal y de que en el momento en que mi vida se acabara para ella habría pasado muy poco apenas. Ahora que sé que nuestra casa y nuestro restaurante se han convertido en una pieza del pasado, se ve como un lugar en donde podemos vivir cómodamente.

Veo a las luces dotar de su brillo a la habitación apenas me aparezco. Estuve 5 años casado con Lina antes de irme y jamás me había sentido tan en contacto con su magia como lo hacía paseándome por ese pasillo.

Mi memoria... Desde que regresé no estoy seguro de cuánto de aquello que recuerdo realmente ha sucedido, hay imágenes cruzadas que me confunden cada momento un poco más; personas que no conozco, objetos que no sé cómo denominar, lugares en los que jamás he estado... ¿O tal vez sí?

Una Magica Fiesta de TéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora