#00.10

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1 mes...

La noche en las calles más alejadas del corazón del centro, eran las que poseían un índice de crímenes más altos que las otras. Zona de Iblis, comúnmente era llamado el área así.

La comunidad, hostil, igual que las diferentes personas que vivían allí. Principalmente narcotraficantes y asesinos. Calles de diferentes negocios; vinaterias, armerías, contrabando. Era normal para los recientes.

Y detrás de un local de licor, se encontraba Knunckles, fumandose un cigarrillo en tranquilidad, con la plenitud de la noche como única compañera. A diferencia de las construcciones en malas condiciones y las personas circulando por ahí, todavía podía ver a la luna brillar, lejos de esa desagradable parte del mundo a la que ya se había acostumbrado.

Había terminado de fumar, lo poco que quedó encendido lo tomó con sus dedos para dejarlo caer al suelo. Frunció ligeramente el ceño al escuchar una interferencia en el comunicador de su oreja derecha. A veces coordenadas de diferentes voces y luego silencio por unos instantes.

Una interferencia hizo eco...

«Knunckles, ¿Me oyes? Responde, cambio»

Poniéndose al día picó el micrófono del comunicador, antes de hablar exhaló sin mucha emoción —¿Qué pasa, Amy? Cambio. Al otro lado de la línea, pudo escuchar claramente unos quejidos.

¡Punch! Un puñetazo y luego otro quejido, pareció una voz masculina. Luego otros movimientos violentos, silencio y después forcejeos. Amy jadeó al otro lado de la línea, ¡Punch! Nuevamente.

«La tengo...agh, demonios, necesito ayuda, esta hija de...¡perra!»

Detrás suyo apareció un destello, a lo cual se volteó rápidamente, encontrándose con la eriza rosada y una topo de cabellos rojos. Ambas cayeron al suelo luego de que Amy las teletransportara ahí, la mujer se movía peleando con la chica rosada.

Obviamente que los tamaños y musculatura de las dos tenían diferencias grandes, Amy más pequeña, la otra más grande. La rosada se le colocó encima para golpearla en la cara con sus puños, haciéndola sangrar. Pero con fuerza de voluntad la apartó empujándola lejos. Fue allí cuando Knunckles intervino, ella se puso de pie pero el equidna la tacleó, fue a impactar en la pared, cayendo encima de unos contenedores de basura dónde al no poder levantarse de nuevo, se quedó sentada.

Con la respiración agitada y quejándose por los golpes dolorosos, entre jadeos sin aliento.

Amy se levantó con ayuda del rojizo, le dió un asentimiento como muestra de agradecimiento, al darle la mano para pararse.

—No sabes —tragó jadeando —, lo jodido que fue rastrearla y traerla aquí —recuperándose, recargó sus manos en sus rodillas para descansar —. Hija de puta —escupió enojada, masajeando su mejilla roja por el golpe que le dió cuando intentaba capturarla.

—¿Cómo lo hiciste? —miró a la otra, ella sólo miraba al suelo. Amy manoteó, sacando de la bolsa de su sudadera una pistola pequeña. Knunckles no necesitó pensar más, sabía que ese invento era de Sonic —, teletransportación a distancia corta. ¿Dónde estaba? —dijo refiriéndose a la adolorida chica equidna.

—Desertando...—ya más tranquila, guardó su pistola teletranportadora y la señaló —, huyendo. Silver me dijo que desde hace días había estado bastante sospechosa y descubrí a dónde intentaba huir —le entregó un mapa en su mano, pertenecía a aquella y estaba marcado con distintos destinos.

—Putos, enfermos...—tosió sangre, escupiendo. Su nariz no paraba de sangrar y ya le estaba entrando a su boca. Respiraba con dificultad e intentaba al menos alejarse de ellos un poco.

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