Ella soñaba con ellos desde pequeña, deseaba formar una familia junto a ellos y vivir feliz por el resto de sus vidas.
Ellos? Coroneles de elite, rodeados de sangre, ordenes y con la carga de toda una Fracción sobre ellos como para sumarle mas a su...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Escucho voces lejanas mientras trato de abrir mis ojos que siento demasiado pesados.
- Ella no se ira a ningún lado - escucho una voz a mi lado mientras siento que toman mi mano derecha con delicadeza y comienzan a acariciarla
- ¡Mi hija no se quedara con alguien que no sabe cuidarla y mucho menos le hace bien! - escucho el reclamo de papá Fabián y se que es él por su voz
Abro los ojos lentamente y a pesar de que todo se ve borroso distingo a personas a mi alrededor, vuelvo a cerrarlos para volver a abrirlos y entonces ahora si ver a mis padres discutiendo con Elijah, Max, Vladimir y Bastián mientras mi madre se encuentra tratando de parar esa pelea, levanto la vista y entonces veo a Magnus revisar algunos monitores a mi lado y a Cassius sostener mi mano mientras da pequeñas caricias en ella, mas alejados veo a Leonardo, Nikolay, Alexey y Seth hablar entre ellos y por la puerta veo entrar a cinco hombres que conozco a la perfección haciendo que una sonrisa se instale en mis labios al verlos.
- Gabriel - digo llamando la atención de todos
- Ashia - dice mamá alejándose rápidamente para llegar a mi y besar mi frente mientras Cassius me mira con lagrimas en sus ojos
- ¿Estas bien cariño? - pregunta mi padre Wes acercándose rápidamente para inspeccionarme
- Estoy bien - digo mientras siento los ojos de todos en mi
- ¿Te duele algo, te sientes mareada? - pregunta Magnus a mi lado mirándome con una mirada que jamás vi en el, entre temor y ternura
- Solo me duelen los brazos y un poco la espalda - digo mirándolo mientras siento pequeñas punzadas en esos lugares
- Te daré algo para el dolor - dice para salir de la habitación rápidamente
- ¿Muñeca como estas? - pregunta Cedric acercándose para besar mi frente
- Estoy bien - digo sonriéndole pero entonces unos gruñidos hace que mi atención se desvié hacia Seth y los demás que miran a mis hermanos con seriedad un poco alejados
- Cariño saldremos para que hablen - dice mamá besando una vez mas mi frente para después salir junto a mis padres
- Nos asustaste tanto - dice Cassius mirándome sin soltar mi mano pero yo simplemente no contesto
- Saldremos para que hablen, regresaremos en unos minutos peque - dice Gabriel mirándome mientras asiento con una sonrisa y salen dejando solo a los nueve idiotas que a pesar de todo quiero
- ¿Segura que estas bien mujer? - pregunta Max acerándose junto a los demás
Magnus entra interrumpiendo y le doy gracias internamente porque en realidad no quiero hablar con ninguno de ellos.
- Ashia - dice Seth pero lo interrumpo antes de que continúe
- Nada de esto cambia la decisión que tome antes de el accidente - les hago saber soltando mi mano de la de Cassius y girando la mirada hacia la pared evitando mirarlos
- No queremos hablar de eso ahora Ashia - dice Bastián
- No me interesa si quieren o no hablar, ya saben mi decisión y mientras salgo de aquí no los quiero ver - digo contendiendo las lagrimas
- Ashia - dice Elijah pero yo simplemente no vuelvo a hablar
Ellos no podían tratarme de esa manera y pretender que todo seria fácil.
- Te daremos espacio para que pienses las cosas - dice Max dirigiéndose a la puerta pero antes de que salgan les respondo
- No necesito pensar nada, no firmare el acta de matrimonio y en cuanto salga de aquí me iré a vivir con mis padres por un tiempo - digo segura mientras una lagrima me traiciona
- Por un tiempo - dice Seth girándose para comenzar a discutir pero Alexey lo toma por el brazo impidiéndoselo
- Después de salir de aquí ya no seré mas su asunto como siempre lo desearon, así que pueden seguir su vida como antes de que yo llegara a ella - digo derramando mas lagrima, unos segundos después escucho la puerta ser azotada
El amar a alguien duele, pero duele mas el darte cuenta que no eres ni serás jamás la dueña de sus sentimientos por más que lo intentes.
