don't stop

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han jisung, jisung, jisunggie, hanji, hannie~

Eso y más apodos tiernos estaban escritos en el cuaderno de Minho, una perfecta caligrafía y varios corazones rellenos con lapicero rojo acompañan todo aquello, el chico ni siquiera entendía porqué no podía sacarse de la cabeza a aquel muchacho tan tierno. Estaba en un mundo de ensueño, no dejaba de ver por la ventana, incluso el pasto parecía más fresco después de haber entablado una leve conversación con el muchacho, descubrir que compartían intereses quizás fue lo mejor que le pasó, y saber que iba a salir con él al día siguiente era aún mejor, y saber que tenía su número para hablar con él cuando quisiera era diez veces mejor. Sonrío inconscientemente y después se regañó internamente por ello.

— Señorito Lee, como veo que anda muy distraído eso quiere decir que ya usted sabe todo este tema.— la voz del profesor Jaehyuk lo tomó por sorpresa— Podría llevar mi mismo apellido pero eso no le da derecho a no prestarme atención. ¿Quiere decirme por favor en que siglo se dió el romanticismo?

— En el siglo xviii, señor.— Minho respondió con su clásico tono despreocupado— ¿Algo más en lo que le pueda colaborar?

— Ya que estamos dígame su máximo representante.— el maestro se cruzó de brazos expectante— No le vendría malo, señorito Lee.

— François René de Chateaubriand, Víctor Hugo, Charles Nodier, Alphonse de Lamartine, Alfred Victor de Vigny...— su profesor hizo una seña para que parase y él sonrió satisfecho, ahora sabía que no tendría de otra más que dejarlo tranquilo el resto de la clase.

Volvió su vista a la ventana y suspiró, de alguna forma u otra tendría que sacarse a ese niño de la cabeza, o definitivamente se iba a volver loco.

• ────── † ────── •

Minho nunca fue bueno entablando amistades, cuando estaba en la escuela solamente había logrado hacerse amigo de un pecoso chico australiano, por eso cuando llegó a la universidad y no logró congeniar con ninguno de sus compañeros de clase no le importó mucho, aquello le daba pie para mantener su excelente promedio. El chico se encontraba leyendo en el patio de su facultad cuando pequeñas gotas comenzaron a posarse en las hojas de su libro, suspiró y se levantó no muy contento con el hecho de tener que entrar, pensó muy bien en si valía la pena ir a la cafetería, y terminó aceptando que en realidad no era la mejor opción.

Los pasillos se llenaban cada vez más de estudiantes pero al menos no había ruido, aún así no encontraba donde sentarse de nuevo a leer, se estaba resignando entre aquel gentío y decidió que era mejor ir a su próxima aula, esperar media hora a que comenzara su clase de filosofía era más fácil estando en tranquilidad, y además, con aire acondicionado.

Se encaminó hacia su destino y se acomodó las gafas sobre el puente de su nariz, las personas no lo notaban al caminar, no era intimidante como los de la facultad de ingeniería mecatrónica, ni atractivo como los de comunicación social, tampoco era un nerdito como los de física, él simplemente era Minho y sólo era un personaje secundario.

Al llegar a su destino suspiró aliviado al no encontrar a nadie y se metió rápidamente al aula, se sentó justo al lado de la ventana como siempre y sacó su libro, no había traído sus audífonos ese día y le estaba haciendo falta un poco de música, así que con una sonrisa comenzó a cantar su canción favorita hasta el momento. No sabía cuánto tiempo había pasado pero él seguía repitiendo aquella melodía una y otra vez. Lo suficientemente alto para que repicara contra las paredes devolviendole un eco pero también lo suficientemente bajo para no ser escuchado en los pasillos. Le encantaba cantar, no sabía hace cuánto tiempo no lo hacía ya que en casa no le dejaban cantar otra cosa que no fuesen alabanzas. Esto le hacía sentir vivo de alguna manera.

Un ruido le hizo levantar la mirada y se dió cuenta de que ya no estaba solo en el aula, cerró sus labios y se sonrojó bajando la vista.

— No, no, por favor no pares. Tu voz es realmente hermosa, deberías seguir cantando.— el muchacho que le habló le dedicó una sonrisa.

— No, de todas formas ya iba a parar.— Minho carraspeó— Estoy desafinando, disculpa, ¿hace cuanto llevas ahí?

— Un par de minutos, los suficientes para darme cuenta de que tu voz no es desafinada y es completamente hermosa, ¿cantas en algún grupo?

Minho negó, el rubio que estaba frente a él pasó a acomodarse su corbata y el muchacho frunció un poco el ceño asimilando su rostro, aquel tenía unas facciones realmente perfectas, el hoyuelo que se le formaba al sonreír, su nariz tan perfilada, todo lo hacía parecer un dios griego. Minho se obligó a apartar la vista del chico y tosió.

¿Qué clase de pensamientos estaba teniendo? Siempre había admirado la belleza masculina pero esto pasaba lo ridículo.

— ¿Eres nuevo en la clase?— no sabe cómo pero las palabras salieron de su boca, si bien le parecía hermoso también sabía que nunca lo había visto antes.

— No, de hecho...

Pero sus palabras fueron interrumpidas por la manada de estudiantes que entraba al aula, pronto todo el recinto se llenó de risas y ruido, el chico suspiró y se mordió el labio al ver que aquel rubio aún no se movía del lugar donde se encontraba, no pudo evitar seguir sus pasos y se dió cuenta que agarraba su maletín para caminar hasta el puesto que se supone era para el maestro. Nadie le prestaba atención exceptuando a Minho que no sabía porque estaba tan atento a como él sacaba papeles y libros de su bolso, entre todo el desorden el chico alzó la vista encontrándose con la de Lee y sonrió, este último se sonrojó como nunca lo había hecho.

— Silencio por favor.— la voz resonó por toda el aula y los murmullos pararon. Minho frunció su ceño— Por motivos que desconozco su profesor de filosofía ya no se encuentra en la institución, tengo entendido que ustedes ya estaban al tanto de la situación.— el chico se acomodó nuevamente su corbata y aclaró su garganta— Mi nombre es Bang Christopher Chan y seré su nuevo maestro de filosofía y en el cuarto semestre, si dios lo permite, seré su maestro de literatura, para sus caras confundidas, tengo veintitrés años y soy recién graduado de esta misma universidad, espero que nos llevemos bien todos y que sepan usar los honoríficos conmigo. Ahora para comenzar haré unas preguntas al azar y espero que sepan responder.

Christopher tomó su libreta donde estaban todos los nombres de sus estudiantes junto a una imagen de apoyo, sonrió al fijarse en un nombre en especial y después de relamerse los labios habló.

— ¿Lee Minho?— el aludido levantó la vista un poco nervioso— Un placer conocerlo, señorito Lee.

del poliamor y otros pecados del catolicismoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora