voodoo doll

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—Hyung...— el menor contuvo el sollozo que estaba a punto de salir de sus labios.

—Simplemente ya no digas más nada Jisung, es tu error, ahora busca la manera de remediarlo.

Christopher salió enojado de la habitación, solo para encontrarse con la tierna mirada de Minho llena de lágrimas, lagrimas que demostraban lo dolido que estaba con toda esta situación. Sin decir nada le tomó de la mano y lo alejó de ahí antes de que se pudiese encontrar con Jisung, ambos chicos decidieron salir de esa casa de locos y caminar.

Jisung no se sentía bien, se sentía devastado y muy alejado de la realidad, todo ocurría en cámara lenta, como si hubiese perdido toda percepción de lo que había a su alrededor. Tristemente no tuvo más alternativa que salir de aquel deprimente espacio. Sus ojos no tardaron en encontrar a Jeongin, quien estaba besándose con su, ahora, prometida. Se sentía mal pero hablar con él había dejado de ser una opción.

Caminó por la casa hastiado, quería hablar con Minho, o al menos quería hablar con una persona que no le gritase o le maltratase verbalmente cada dos por tres palabras.

Se comenzó a sentir mareado, sus piernas no le respondían correctamente y quería huir de ahí, huir del insoportable ruido y parejas felices. No estaba en su mejor ánimo, ni en su mejor forma, no era el Jisung de siempre e incluso él podía notarlo. Vio a Hyunjin a lo lejos, bailando animadamente con aquella chica de delicados rasgos, lo veía feliz, tanto así que sintió celos, él no había tenido problemas, porque él no había sido descubierto.

Hyunjin podía seguir viviendo su vida, a gusto, con su novia y sus amantes homosexuales, porque él se iría a vivir a Estados Unidos en un año, cuando su trabajo lo traslade de nuevo al lugar de donde vino, y se habrá salido con la suya. Pero Jisung, él apenas y se iba a graduar de la escuela, con miedo ya que ni siquiera le habían respondido su solicitud de beca en la universidad de artes de Seúl, con miedo de haber perdido a los chicos que más amaba en el mundo, con miedo de no poder volver a su casa ya que su madre estaba tan enojada que le había pedido que se fuese por un tiempo, tanto así que ahora vivía con Seungmin.

Estaba celoso, enojado y con las lágrimas a flor de piel.

—¡Hey Hyunjin! — gritó desde el otro lado de la habitación caminando a pasos rápidos hasta quedar lo suficientemente cerca de su mayor.

—Jisung, hey, hoy no te había visto— respondió el rubio con un tono de nerviosismo colándose entre sus palabras.

—Eres un maldito imbécil.

El empujón que el menor le proporcionó a Hyunjin logró desequilibrarlo, la novia del chico lo estabilizó y quiso refutar, pero este simplemente la alejó.

—Está bien Jennie, tranquila, vete un momento— y antes de que Hyunjin pudiese seguir hablando se aseguró de que la chica estuviese lo suficientemente lejos— ¿De qué demonios hablas, Han Jisung?

—Tú sabes de que hablo Hyunjin ¿o se te olvidó lo de la otra noche, daddy?

El tono juguetón que usó el menor con la última palabra le trajo demasiados recuerdos sexuales a Hyunjin, tanto que sus pálidas mejillas tomaron un color carmesí fuerte, miró a su alrededor y varios invitados prestaban atención a la interesante conversación que el adulto estaba teniendo con el pequeño.

—Jisung vamos— soltó una risa nerviosa—. No sé de qué hablas, hermano.

—¿Ah no? ¿No recuerdas los besos? ¿Cómo me rogabas cada noche para que me quedara contigo aun cuando tenías que irte a primera hora la mañana siguiente para verte con tu noviecita?

Jeongin escuchó todo el alarido que su mejor amigo estaba formando y antes de que pudiese decir otra palabra más le tomó del brazo, el apretón que le dio hizo que Jisung soltase una pequeña queja.

del poliamor y otros pecados del catolicismoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora