eighteen

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Definitivamente no era muy inteligente hacer una fiesta en un lugar como ese y menos un martes a las seis de la tarde, la barra ni siquiera estaba abierta y Minho, dios me perdone, necesitaba un trago.

Feliz cumpleaños Chaeyoungnie~

Eso estaba escrito en un cartel gigante en la entrada, el chico hizo una mueca y se adentró más al salón. Ya era la octava vez que se preguntaba a si mismo ¿qué rayos estaba haciendo ahí? ¿por qué rayos querían sus padres emparejarlo con aquella pequeña? Tenía que admitir que, al menos, aquella familia tenía dinero, pero no creía a sus padres capaces de buscarle un amorío solo por bienes económicos.

— ¡Minho!— la voz de la quinceañera se hizo presente, en menos de un segundo tenía a la chica al lado suyo— Me alegra mucho que vinieras, realmente tu presencia hace mejor esta horrible fiesta.

— ¿Horrible?

La chica asintió con indiferencia.

— Papá me obligó a hacerla.— se encogió de hombros— Por favor, ni en sueños hubiese escogido hacer una fiesta de cumpleaños, y menos un martes, y claramente no soy la más emocionada de que mi DJ sea mi primo de Incheon. Y aquí entre nosotros— la niña se acercó al oído del chico para susurrarle— A mi si me hubiese gustado que la barra estuviese abierta, porque al menos con un trago podría pasar esta amargura. Pero bueno, todo sea para complacer al pastorcito, ven para presentarte a mis amigas.

Minho sonrió, tal vez si podría llevarse bien con la "tímida" niña.

Rosé había pasado toda la siguiente media hora alardeando a sus amigas que salía con un chico universitario, Minho simplemente fingía no escuchar todas las estupideces que salían de las bocas de aquellas diez pre-adolescentes en la mesa de al lado. Se estaba comenzando a aburrir, de fondo se escuchaba una alabanza cantada por una señora mayor, ya estaba cansado de todo eso, definitivamente esa sería la última vez que dejaba que sus padres hiciesen de cupido.

Se levantó de su asiento con pereza, caminó despacio desde el salón social, había tenido un largo día en la universidad y tener a su madre cantándole "dios está aquí" al oído no era su prioridad. No había visto al profesor Bang en todo el día y había pasado completamente desapercibido si no hubiese sido por su estúpido compañero Hoseok que se las arregló para molestarlo.

Los baños no estaban lejos, pero antes de poder adentrarse en ellos escuchó varias voces, se encogió de hombros, no le importaba tener que lidiar con más jovencitos, de todas formas ya se encontraba en esa situación.

— A ver Hyuni ¿por qué siempre tienes que ser tú el cobarde?— un chico de cabello negro le apretaba el hombro a un chico de cabello rubio.

— Ya basta Innie— el segundo miró a Minho, quién ahora procedía a lavarse las manos— No es momento, mejor salgamos.

La cadena de uno de los baños sonó y del mismo salió una voz que Lee reconoció de inmediato.

— No sé que te sorprende Jeongin, siempre hemos sabido que Hyunjin hyung es un puto niño todavía.

— ¡Respeta a tus mayores!

— Que te den.— dijo por fin saliendo.

Minho se quedó congelado al ver al chico dueño de aquella voz, Jisung.

— ¡Hey! Pero si es Honnie.— lo que antes había sido una demandante e irreverente voz ahora era un adorable canto.

— ¿Lo conoces?

— Si hyung, llevamos tiempo hablando— una pequeña risita se escapó de los labios de aquel niño— Rosie te había invitado, pero pensé que no ibas a venir, ya sabes, como está medio loca por ti.

Minho asintió sin saber que decir, hace menos de cinco minutos había visto una faceta completamente diferente del angelical chico de la iglesia.

— Jisung-ah creo que a tu noviecito le comieron la lengua los ratones.

— No es mi novio Hyunjin, no seas envidioso y mejor métete eso en la boca rápido.

— ¿Eso?— Minho por fin se atrevió a hablar.

— Ah si, es lsd, esta fiesta es una mierda, pensábamos salir al jardín y divertirnos un poco ¿te apetece?

— Yo paso.— dijo mordiéndose el labio inferior.

— Jisung perdemos tiempo con él, es obvio que es un angelito.— dijo Jeongin ya cansado de la escenita.

— Cállate un poco Yang, el chico vale la pena, además que tiene un buen gusto en música.— el menor lo miró y le guiñó un ojo.

¿Han Jisung le había guiñado el ojo?

— Como sea, yo me voy ¿hanji, vienes?

El nombrado miró a Minho, este jugaba nerviosamente con sus manos.

— Hoy no hermano, me quedaré un rato más.

Y los otros dos chicos salieron del baño. Jisung miró a su amigo que estaba de espaldas, frunció el ceño y sacudió su cabeza, tenía que sacar aquellos descabellados pensamientos de su mente, él sabía que Minho no era ese tipo de chico.

— ¿Te molestaron mis amigos?

— Para nada, me dieron igual.

— ¿Entonces por qué no quisiste ir?

— No me drogo Jisung, no encajaría.— el menor soltó una risa.

— Tienes razón, estar solo con tres chicos drogados no es tan divertido. Aunque ya quisiera tener los dieciocho, al menos así sería menos ilegal.

Minho asintió pero no dijo más nada, no es como si tuviera algo más que decir, estaba impresionado por lo que acababa de presenciar y ya no sabía que pensar del menor.

La luz tenue del baño iluminaba los dos cuerpos, el menor se acercó cuidadosamente, sabía que a este punto cada movimiento suyo representaba una posible alerta para su mayor. Sus manos se posaron al rededor de la cintura del otro chico y la rodeó suavemente, tan delicado, tan tímido y tan despacio, como si aquella acción determinaba si vivía o no, y entonces una vez concluyó con ello posó su barbilla en el hombro del chico. Y se dijo a si mismo que abrazar a Lee Minho es probablemente lo mejor que le ha pasado en semanas.

— Realmente me agradas, Honnie.

del poliamor y otros pecados del catolicismoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora