En el primer momento que Shizuo Heiwajima cruzó caminos con Izaya Orihara, supo que su mundo había sido inundando por una nueva sensación, era una emoción gratificante que le hacía feliz y al mismo tiempo que le provocaba temor pues sabía perfectamente que eso era un error que podía ponerlos en riesgo.
Cómo sacerdote tenía mucho que ofrecer a la comunidad y su misión de ayudar en pueblos pobres a las orillas de Japón era algo que se tomaba muy en serio. Su vida era dedicarse en alma y cuerpo a redimir a las almas y llevarles esperanza en medio del caos que la guerra había dejado, así que cuando llegó al pequeño pueblo a las orillas de la provincia de Kai no dudo en trabajar duro para ayudar a todos los pobladores.
El lugar era un sitio lúgubre rodeado de árboles, con no más de 100 personas viviendo en la más terrible pobreza; los alimentos escaseaban debido a que la zona era demasiado húmeda y una pesada bruma cubría el lugar, evitando que los rayos del sol llegarán a ellos por lo que lo único que llegaba a cultivarse en ese lugar eran algunos tipos de hongos comestibles como una que otra planta que podía ayudar a sustituir algunos elementos para consumo. Si bien esa no era una vida adecuada, era la que les había tocado vivir y no importaba cuanto quisieran cambiarlo nada podía hacerse y bueno ahora que Shizuo había llegado, esperaban que las cosas pudiesen cambiar por el bienestar de todos.
El encuentro con Izaya fue a causa de ese deber que deseaba cumplir; se había dado la tarea de conocer a todos en el lugar, llegando hasta una de las casas más rezagadas del sitio. A primera vista podía ver cuan abandonado se encontraba aquel hogar, la madera se encontraba podrida, así como algunas ventanas tenían huecos que habían sido cubiertos con algunos trozos de papel y si bien el resto de las casas eran humildes, no tenían una apariencia tan precaria como la de esta casa.
Intrigado de la situación, Shizuo se presentó ante la familia que vivía ahí, siendo recibido por un par de gemelas que parecían temerosas del rubio, aunque luego de unos minutos de platica, estas le permitieron acceder al lugar, encontrándose que inclusive el interior se hallaba en mal estado, con los tatamis llenos de huecos que habían sido llenados con lo que parecía césped.
Las jóvenes guiaron a Shizuo hasta el tercer miembro de la familia, conociendo a Izaya; un joven que debido a un accidente de infancia debía portar en todo momento una venda, lo que le impedía ver y que, sin embargo hacía todo lo posible por ayudar a sus hermanas, aunque al final siempre terminaba dependiendo de ellas.
La frágil imagen del pelinegro, la delicada voz que parecía ser un susurro, así como la tenue sonrisa que adornaba su rostro, fueron suficientes para flechar el corazón del rubio. Conocer a Izaya hizo que el sacerdote no sólo se enamorase de este sino que también cambias su perspectiva de las cosas, intentando ayudar mas a la familia de Izaya que a otros pobladores. Sabía que cometía un error y podía llegar a ser peligroso pero al final quería brindarle la mano que todo el mundo parecía negarle.
Intento indagar en el pueblo la razón de aquel rechazo, hallándose con la misma respuesta "están malditos" "son unos desviados" "son hijos de un pecado" "trajeron la desesperación", nadie le daba una respuesta realista a toda aquella locura, simplemente parecían estar convencido de la "maldad" de la familia Orihara, en especial del hijo mayor. Las gemelas parecían tener más aceptación que Izaya al cual todos despreciaban y le pedían a Shizuo que se alejase de él pues según ellos "lo ensuciaría con su putrefacción".
Por supuesto que Shizuo no estaba dispuesto a ello, no quería dejar de lado a Izaya, así que mientras trabajaba con el pueblo para cultivar nuevos alimentos sin que estos muriesen, se encargaba de cuidar de Izaya, llevándolo casi todos los días al templo para poder conversar con él y de esa forma conocerlo un poco más, quería de alguna manera demostrarles a todos que el pelinegro no era el demonio que todos describían.
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Al borde de la locura (Shizaya Angstruary)
FanficA veces el amor te corrompe al punto de la locura. Historias de un amor retorcido entre Izaya y Shizuo, con un ligero toque enfermizo, como parte del reto #Angstruary de EsdeFics. Espero y lo disfruten