Posesión /Break Up/

28 3 0
                                    

-Es momento de terminar -

-¿Qué?

Izaya Orihara suspiro con pesadez mientras observaba de reojo a su amante y guardia personal; Shizuo Heiwajima. Su padre, el emperador había dictado al fin que Izaya debía casarse con la princesa de un imperio cercano, lo cual afianzaría una alianza importante para el reinado. Recientemente la situación en el país había empeorado desde que los imperios se habían declarado la guerra para obtener más territorio, dando como resultado que muchos reinos se aliaran en caso de que aquellos con más poder llegarán hacia ellos. Esta no era la excepción, el padre de Izaya había planeado junto a otro emperador unirse y así salvarse mutuamente en caso de que una guerra los abrumase.

La resolución había sido definitiva y aunque Izaya en un principio lucho para evitar un matrimonio arreglado, al final no tuvo de otra que acatar las órdenes de su padre. Esa era la razón por la que ahora estaba terminando la relación con su amante, un samurái que solía cuidarlo desde que eran jóvenes y con quien pensó que podría tener un futuro. Intento mantenerse firme y sobre todo sobrio ante su decisión, sin embargo era más difícil de lo que parecía, el ver al samurái devastado hacia que todo fuese más doloroso. Le amaba demasiado pero no podía ir en contra de las decisiones de su familia en un tiempo tan caótico como ese.

-me casaré el próximo mes con la princesa del imperio vecino...- informo el pelinegro mientras comenzaba a jugar con sus manos en un intento de calmar los nervios que tenía -Así que... No puedo continuar a tu lado... Perdóname- dijo con pesar antes de sentir como el contrario le atraía con firmeza, abrazándolo con fuerza. Tan pronto como Izaya estuvo en los brazos de Shizuo, este comenzó a temblar, incapaz de poder decir algo más.

Él mismo entendía que el deber se interponía entre ellos dos, aun así no quería aceptarlo con tanta facilidad -Huye conmigo- rogó sin soltarle, pasando sus manos por los cabellos ajenos, dejando que la suave fragancia que emanaba del cuerpo, lo invadiera -rechaza tu cuna y huye conmigo-

Izaya permaneció en silencio, la idea de huir a un lugar donde ambos pudieran estar en paz y amarse no era tan mala pero tenía un deber con su familia y aunque amaba a Shizuo, su legado y cuna no eran algo que pudiera abandonar con tanta facilidad, además, si algo le sucedía a su familia por fallar en aquella unión, jamás se lo perdonaría -Lo siento... No puedo hacerlo- sentenció de una buena vez para así poder soltarse del abrazo de Shizuo -Es mejor que busques a otro amo que servir, es lo mas sano para los dos- dicho esto se alejo del rubio, saliendo del jardín imperial en donde tantas veces se habían encontrado y habían pasado buenos momentos.

Shizuo se mantuvo tembloroso mientras observaba la figura de Izaya alejarse y perderse entre las flores y árboles de cerezo que empezaban a florecer. De alguna forma podía sentir como si se desvanecería poco a poco, lejos de su mano, como la persona inalcanzable que siempre fue. Se sintió impotente por no ser capaz de retener a quien amaba y se lleno de odio ante la familia imperial que obligaba a Izaya a casarse.

El odio se mezcló con el amor en un sentimiento de obsesión que comenzaba a mermar en su mente, si Izaya no podía ser suyo, si no estaban destinados a estar juntos porque el reino los separaba, entonces solo debía destruir al reino y tomar a Izaya lejos de este. Sabía que era algo egoísta y una parte de su mente le detenía, no obstante Shizuo se había cegado por todo lo negativo que estaba sintiendo.

No fue muy difícil para el samurái encontrar personas que estuviesen en contra del emperador, de forma sorpresiva eran más de los que Shizuo había pensado, así que unió sus fuerzas con aquellos que querían eliminar a la familia real. La conspiración comenzó siendo liderada por Shizuo, quien ya había planificado como sucedería todo; aprovecharía el momento de la boda para dar el golpe, asesinar al emperador y dejar que los detractores destruyeran al resto de la casa real mientras que el se llevaría lejos a Izaya.

Durante el mes que duró la planeación para derrocar a líder, Shizuo acoso constantemente a Izaya, siguiéndolo a todos lados de forma discreta para no levantar sospechas, de igual manera le espiaba mientras descansaba en las noches luego de burlar a su seguridad. El amor que sentía a Izaya comenzó a retorcerse al punto de que no deseo nada más que tomar a su antiguo amante, enloqueciendo cuando pudo verlo junto a la princesa del otro imperio. Los celos ayudaron a que el odio y la decepción se hicieran más fuertes, en una amalgama extraña que luchaba por dominar su corazón.

Pronto la fecha esperada llegó y mientras el resto del imperio preparaba todo para la celebración, Shizuo termino de reunir a todas las personas que lucharían con él, usando como ventaja que la mayoría de la seguridad que cubría el evento real, eran aliados importantes en la revuelta. La boda comenzó con tranquilidad y dado que era un evento real, sólo las familias imperiales así como amigos de las mismas se mantenían presentes en el enorme salón ceremonial.

Izaya entró a la habitación maravillosamente adornada con detalles de oro, rubís y zafiros, siendo recibido por el sacerdote que ofreció una copa de té que contenía el licor sagrado que debía compartir con su futura esposa. En el fondo odiaba toda esa situación, habría querido huir con Shizuo y vivir una vida feliz a su lado pero el deber era más fuerte así como el amor a su familia. El ver como su padre y madre lucían felices, le daba un poco más de fuerza para poder continuar con todo la ceremonia. Camino sosteniendo su copa de té con sumo cuidado para no derramar ni una sola gota, hasta llegar a la mitad de la habitación en donde tomó asiento y permaneció en silencio en la espera de la novia, la cual no tardó mucho en llegar, luciendo tan elegante y hermosa a la vez.

La ceremonia empezó y Shizuo dio pie a su plan, entrando a escondidas al palacio en compañía de unos cuantos soldados que estaban listos para matar a cualquiera que se atreviera a detener la rebelión. Los primeros asesinatos comenzaron sin causar revuelo o interrupción en el evento debido a que fueron silenciosos, así que cuando llegó el momento de que ambos novios compartieran el té como una manera de sellar su pacto, Shizuo se adentro a la fuerza a la habitación. En el momento en que los ojos de Izaya se encontraron con los de Shizuo, éste comprendió lo que estaba sucediendo, por lo que rápidamente se puso en pie dispuesto a calmar al samurái.

-No lo hagas- rogó mientras se arrodillaba ante él, ignorando el caos que empezaba a ocurrir pues los rebeldes comenzaron a capturar a cada uno de los invitados, asesinando al resto de los soldados que estaban en contra -por favor Shizuo, no lo hagas- repitió con el rostro en el suelo

-Muy tarde- sentenció arrodillándose ante el para así tomar tomarlo del brazo con fuerza, obligándolo a verlo fijamente.

El miedo invadió a Izaya e intentó liberarse de su agarre cuando escucho los gritos de su familia, la cual se hallaba siendo atada y llevada a fuera por los enemigos, sin embargo, Shizuo no le soltaba sino que apretaba más fuerte el agarra, impidiéndole ir tras su familia -¡Por favor! ¡Déjame ir con ellos!- gritaba aferrándose a las ropas del samurái -Haré lo que quieras pero no les hagas nada-

-Eso lo decidirá el pueblo- mencionó antes de tomarlo en brazos, soportando los golpes y pataleos que le daba.

Izaya gritaba desesperado cuando pudo ver como su familia parecía ser llevada a la zona de ejecución de presos, el pueblo había decidido ejecutarlos y el no podría hacer absolutamente nada. Sus súplicas aumentaron conforme Shizuo se iba alejando del lugar y sólo pudo ver como las hordas se reunían en aquel punto, escuchando los gritos desesperados de su familia. Entre llantos se maldijo a sí mismo por no haber previsto que algo como eso pasaría con Shizuo, quería odiarlo por lo que estaba haciendo pero al mismo tiempo seguía amándolo con la misma intensidad. Las emociones del pelinegro se mezclaron mientras se podía ver a lo lejos como las cabezas de su familia, así como el de su prometida se elevaban en lo alto atadas a estacas de madera, sintiendo como su corazón se partía del dolor, resignándose a ser tomado por Shizuo.

Al borde de la locura (Shizaya Angstruary) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora